La falsa apertura de Botha
TRAS LOS ¨²ltimos enfrentamientos en las barriadas negras que circundan numerosas ciudades de ?frica del Sur, la cifrado, muertos se eleva desde el verano a unos 200. En los choques de Crossroads ha habido 18 v¨ªctimas. Y se trata s¨®lo de uno de los muchos enfrentamientos que tienen lugar estos d¨ªas de agitaci¨®n intensa. Para comprender las causas de esta situaci¨®n hace falta remontarse a ciertos hechos del a?o 1984. La mayor¨ªa del Partido Nacional que gobierna en Pretoria, en cabezada por Pieter Botha (actualmente presidente de la Rep¨²blica, con amplios poderes), decidi¨®, a pesar de la resistencia de los ultras afrikanders, iniciar una pol¨ªtica con ciertas aperturas, exteriores e interiores, para mejorar un clima pol¨ªtico de fuertes tensiones. El 16 de febrero de 1984 se firm¨® el acuerdo con Angola, que preve¨ªa la retirada de dicho pa¨ªs de las tropas surafricanas. Poco despu¨¦s, Pretoria concluy¨® un tratado de paz y cooperaci¨®n con Mozambique. Pero dichos acuerdos no han dado los resultados previstos. Pretoria no ha cumplido sus compromisos: mantiene tropas en el sur de Angola; sigue apoyando a los rebeldes contra el r¨¦gimen de Machel. En la pr¨¢ctica, se ha impuesto una l¨ªnea diferente a la definida por Botha.
En el plano interior, el reformismo de Botha se expres¨® en un esfuerzo por integrar a las poblaciones mestiza e india en el sistema pol¨ªtico, d¨¢ndoles el derecho a elegir c¨¢maras especiales del Parlamento. El fracaso de esta operaci¨®n es el que est¨¢ en la ra¨ªz de los actuales acontecimientos. En dichas elecciones, en agosto de 1984, la abstenci¨®n entre mestizos e indios alcanz¨® el 80%. La campa?a por la abstenci¨®n dio lugar a una movilizaci¨®n pol¨ªtica extraordinaria, en la que se encontraron juntos negros, indios y mestizos. La apertura hacia los mestizos y los indios sirvi¨® sobre todo para destacar la injusticia m¨¢xima de negar todo derecho pol¨ªtico a los 21 millones de negros, que representan el 75% de la poblaci¨®n total.
En ese clima se constituy¨® el Frente Democr¨¢tico Unido, que agrupa a unas 700 organizaciones pol¨ªticas, sindicales y culturales, que est¨¢ ligado a las iglesias y que cuenta globalmente con unos dos millones de simpatizantes. Es indiscutiblemente la fuerza pol¨ªtica y social m¨¢s fuerte del pa¨ªs; su misma existencia inaugura una nueva forma de lucha de las masas sometidas al odioso sistema, del apartheid. En ¨¦pocas anteriores, el Congreso Nacional Africano propugnaba una extensi¨®n a ?frica del Sur de la lucha armada que hab¨ªa servido para liberar del colonialismo a otros pa¨ªses. Ello presentaba a ?frica del Sur, sobre todo en c¨ªrculos de EE UU, como amenazada por incursiones comunistas fomentadas por la URSS o por pa¨ªses prosovi¨¦ticos.
El presidente Botha pareci¨® buscar, en un principio, caminos de di¨¢logo con la poblaci¨®n negra. Hace alg¨²n tiempo ofreci¨® a dirigentes encarcelados del Congreso Nacional Africano (entre ellos, al prestigioso l¨ªder Nelson Mandela) la liberaci¨®n a cambio de una renuncia formal a la lucha armada; algunos han aceptado. La respuesta de Mandela, en declaraciones a un peri¨®dico brit¨¢nico, ha sido la siguiente: "La lucha armada nos fue impuesta por el Gobierno, y, si quieren que renunciemos, la pelota est¨¢ en su campo. Tienen que legalizarnos, tratarnos como a un partido pol¨ªtico y negociar con nosotros". Equivale a demandar el derecho a una acci¨®n pol¨ªtica legal, lo que no pone en discusi¨®n en s¨ª el actual sistema de dominaci¨®n blanca. Pero, en los ¨²ltimos d¨ªas, la actitud del Gobierno ha cambiado: represiones brutales en las calles, detenci¨®n de dirigentes del FDU, negros, indios y mestizos. Y preparaci¨®n de un gran proceso contra ellos, acus¨¢ndolos de alta traici¨®n, lo que puede suponer la pena de muerte. No s¨®lo se esfuma la apertura y se mantiene el apartheid; es una involuci¨®n hacia brutales formas de represi¨®n.
Los impactos internacionales pueden ser serios. La concesi¨®n del Premio Nobel al obispo Desmond Tutu ha reflejado una sensibilizaci¨®n de sectores ampl¨ªsimos de la opini¨®n p¨²blica mundial. En EE UU se han producido manifestaciones; el viaje del senador Kennedy, para testimoniar directamente solidaridad con la lucha de los negros, es significativo. El presidente Reagan ha recibido el pasado mes de diciembre al obispo Tutu.
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