Rid¨ªculo

Hab¨ªa cierto morbo en torno al estreno de Rebeli¨®n en presidencia, obra a la que se supon¨ªa una cierta alusi¨®n a situaciones reales. Se despej¨® en seguida. No hay en ninguna democracia del mundo un presidente de Gobierno tan tosco y bruto, casado con una se?ora tan hist¨¦rica. La situaci¨®n hist¨®rica m¨¢s reciente que recuerda es la del tema de los herretes de la reina en Los tres mosqueteros, no ya por el problema del tejido del adulterio en la cumbre y por la presencia de un personaje tortuoso que gobierna en la sombra, sino por un cierto concepto ingenuo y antiguo del poder y la corrupci¨®n.La historieta es la de un presidente de Gobierno que, ocupado con secuestros, amenazas militares y problemas agr¨ªcolas no se ocupa bastante de su esposa y su sexo, pero tampoco la deja que contin¨²e trabajando -es m¨¦dico- por razones de seguridad y protocolo. Ella, privada de v¨ªas normales de realizaci¨®n, encuentra otro hombre y decide irse con ¨¦l; pero ¨¦ste a su vez es corrompido por el dinero que puede dar el Gobierno. Lo cual no la impide marcharse al final, como hizo ya en una hist¨®rica escena Nora, de Casa de mu?ecas, de Ibsen; mientras el presidente est¨¢ tontamente ocupado con el asesinato del general jefe de la Junta de Estado Mayor.

Germ¨¢n ?lvarez Blanco es nuevo en el teatro. Esto puede haberle obligado a forzarse a una comprensi¨®n de la acci¨®n, que esquematiza los personajes y las situaciones, y las conduce al rid¨ªculo; a centrar el di¨¢logo en frases lapidarias no menos rid¨ªculas.

F¨®rmula de gusto burgu¨¦s

Y a buscar una f¨®rmula de gusto para un teatro burgu¨¦s: una idea de la mujer aplastada por el hombre (m¨¢s all¨¢ del poder pol¨ªtico: por el poder sexista) y un dejar deslizarse rumores y chismes, que la propia