La prostituci¨®n, un tema a la espera de debate y soluciones
?ltimamente parece preocupar de forma especial a algunas personas las consecuencias que el ejercicio de la prostituci¨®n tiene para la convivencia ciudadana, por sus repercusiones negativas sobre la salud de la poblaci¨®n y el mantenimiento del orden p¨²blico.En Espa?a no es un delito ejercer la prostituci¨®n, aunque todav¨ªa est¨¦ vigente, pero en desuso, la ley de Peligrosidad Social, que permite establecer medidas de seguridad entre quienes "ejerzan, promuevan, favorezcan o faciliten habitualmente la prostituci¨®n". Si se detiene a las/los prostitutas/os es por esc¨¢ndalo p¨²blico o por estar relacionados con cualquier delito, como la corrupci¨®n de menores, el tr¨¢fico de droga o el proxenetismo, que s¨ª est¨¢ prohibido y que consiste en lucrarse con el comercio de los cuerpos de otras personas.
Por tanto, si se habla de legalizar la prostituci¨®n se est¨¢ cometiendo un error y, en todo caso, se trata de regular el ejercicio de dicha actividad. Se podr¨ªa, entonces, establecer garant¨ªas sanitarias, horarios, lugares, como se hace para otras actividades de venta al p¨²blico; se podr¨ªa tambi¨¦n establecer el derecho a las personas dedicadas a dicho oficio a ser incluidas en la Seguridad Social y su obligaci¨®n de pagar impuestos. En ambos casos se est¨¢ admitiendo que la prostituci¨®n es una actividad l¨ªcita, lo que podr¨ªa conducimos a admitir que el proxenetismo lo es igualmente.
Convenios internacionales
Espa?a ha ratificado el convenio para la represi¨®n de la trata de las personas y de la explotaci¨®n ajena, y la convenci¨®n sobre eliminaci¨®n de todas las formas de discriminaci¨®n contra las mujeres, ambos de las Naciones Unidas. Seg¨²n el primero, los Estados se comprometen a derogar o abolir cualquier ley nacional, reglamento o disposici¨®n administrativa en virtud de la cual las personas dedicadas a la prostituci¨®n tengan que inscribirse en un registro, poseer un documento especial o cumplir cualquier requisito para fines de vigilancia o notificaci¨®n. En la segunda se establece que los pa¨ªses firmantes tomar¨¢n todas las medidas apropiadas, incluso de car¨¢cter legislativo, para suprimir todas las formas de trata de mujeres y de explotaci¨®n de la prostituci¨®n de la mujer.
Aunque no disponemos todav¨ªa de datos suficientes sobre la extensi¨®n y caracter¨ªsticas de la prostituci¨®n en nuestro pa¨ªs, podemos suponer que, como en otros pa¨ªses, la mayor parte de las personas que la ejercen en Espa?a son-mujeres, que tambi¨¦n la practican menores de ambos sexos y que, desde hace unos a?os, se est¨¢ extendiendo la prostituci¨®n de varones adultos y travestidos. Tambi¨¦n sabemos que los clientes, para los tres tipos de prostituci¨®n, son mayoritariamente varones, aunque tambi¨¦n existan los gigolos para mujeres.
El ¨²ltimo informe del Consejo
Econ¨®mico y Social de las Nacio nes Unidas sobre la prostituci¨®n (1983) la considera una forma de esclavitud y enmarca las acciones para superarla en la lucha general por los derechos humanos. Incluso cuando la prostituci¨®n es el resultado de una libre elecci¨®n, el informe lo considera en realidad forzada, e incluye el testimonio de un grupo de prostitutas en un congreso celebrado en Niza en 1981. Existe una relaci¨®n estrecha entre el tr¨¢fico de extranjeras, de menores, de droga y, en general, de todo el mundo de la delincuencia con la prostituci¨®n Pero tambi¨¦n con el turismo: a me nudo el precio de un viaje incluye derecho a prostituta/to. Seg¨²n datos de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, la poblaci¨®n femenina no es responsable, en los pa¨ªses industrializados, nada m¨¢s que de un 5% o 6% de las enfermedades de transmisi¨®n sexual de los varones.
?Por qu¨¦, en sociedades democr¨¢ticas desarrolladas, en donde las relaciones sexuales son bastante libres y se inician a una edad cada vez m¨¢s temprana, sigue existiendo la prostituci¨®n? El informe de Naciones Unidas reconoce que sobre el cliente se sabe mucho menos, que sobre la persona prostituida o el proxeneta. Pero considera que su comportamiento tiene mucho que ver con la idea que la s ociedad transmite a los varones sobre su virilidad y sobre el supuesto deber de las mujeres a satisfacer los deseos sexuales de los hombres.
De las tres posturas que los pa¨ªses han adoptado de forma sucesiva o simult¨¢nea, el prohibicionismo, el reglamentarismo y el aboli-cionismo, prevalecen componentes de las tres. Un reglamento excesivo parece marginar todav¨ªa m¨¢s a la persona que ejerce la prostituci¨®n y hace m¨¢s dif¨ªcil su reinserci¨®n social. Nadie es partidario de un prohibicionismo a la vieja usanza; pero ?qu¨¦ hacer para abolir la prostituci¨®n?
En Suecia un comit¨¦ de expertos realiz¨® en 1977 un estudio sobre la prostituci¨®n que se discuti¨® en el Parlamento, y que recomendaba medidas restrictivas y prohibitivas, educativas y de servicios sociales, que han conducido a experiencias concretas. En Francia, se realiz¨® una investigaci¨®n que ha servido de base a los trabajos de una comisi¨®n interministerial creada bajo la direcci¨®n del Ministerio de los Derechos de la Mujer en 1981.
El Instituto de la Mujer ha incluido entre sus actividades de 1985 la colaboraci¨®n y participaci¨®n en un seminario sobre la prostituci¨®n organizado por la Unesco, con la colaboraci¨®n de la Organizaci¨®n Mundial del Turismo. Algunas asociaciones privadas tienen previsto tambi¨¦n actuaciones en este .mismo sentido. Pero no ser¨¢ suficiente. De acuerdo con las recomendaciones de Naciones Unidas, deber¨ªamos tambi¨¦n crear un equipo de trabajo integrado por responsables de las diferentes administraciones, que contar¨ªa con la colaboraci¨®n de las personas y asociaciones que conocen m¨¢s de cerca y han prestado su ayuda a las personas que se dedican a la prostituci¨®n. Sin duda, tendr¨ªa que plantearse medidas de educaci¨®n sanitaria y sexual, de servicios sociales, de fomento de la formaci¨®n profesional y del empleo, etc¨¦tera. Cualquier medida administrativa o legislativa que se estableciera, antes de hacer una evaluaci¨®n seria y completa de la realidad, ser¨ªa, entre otras cosas, in¨²til. Adem¨¢s podr¨ªa representar un claro paso atr¨¢s en la pol¨ªtica social que pretende avanzar hacia la igualdad de oportunidades y la justicia social.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.