El expreso de medianoche pasa por Montevideo
ENVIADO ESPECIALHace menos de un a?o Manuel Lorenzo, entonces encargado de negocios de la Embajada de Espa?a en Montevideo, acompa?aba hasta el aeropuerto internacional de Carrasco a un tupamaro espa?ol, estudiante de arquitectura, quien supuestamente hab¨ªa construido los modernos refugios y c¨¢rceles del pueblo del Movimiento de Liberaci¨®n Nacional Tupamaro. La Embajada hab¨ªa logrado su liberaci¨®n a cambio de la expulsi¨®n del pa¨ªs. En la portezuela del avi¨®n agit¨® el pu?o en alto. Lorenzo, demudado, le grit¨® desde la pista: "??Por qu¨¦ no te metes el pu?o en el culo?!". Los polic¨ªas de la dictadura uruguaya ya corr¨ªan hacia el avi¨®n de Iberia para detenerle, pero el piloto -aleccionado por la Embajada- orden¨® partir.
Las reuniones mensuales que manten¨ªan los diplom¨¢ticos de Estados Unidos, Canad¨¢, Suiza, Australia, Suecia, Espa?a, Francia, Italia, Rep¨²blica Federal de Alemania, Holanda y Dinamarca, para intercambiar en un grupo de derechos humanos informaci¨®n sobre sus presos en los abominables penales uruguayos han sido suspendidas ahora. Pero a¨²n, en estas v¨ªsperas de la total liberaci¨®n de los presos pol¨ªticos, un coche de la Embajada de Espa?a se dirige peri¨®dicamente a las c¨¢rceles de Libertad o Punta Carretas para que un funcionario mantenga comunicaci¨®n con alguno de los presos espa?oles o se interese por los de origen espa?ol.
Las visitas se hacen en la hora del paseo de los presos y el autom¨®vil es estacionado de tal forma que algunos reclusos puedan observarlo -est¨¢n incomunicados severamente- y deducir alguna esperanza por la visita de los coches diplom¨¢ticos.
Reconocidos como espa?oles por ambas partes s¨®lo quedan tres presos por liberar: Germ¨¢n Gonz¨¢lez Romay, 35 a?os, nacido en Rianxo (La Coru?a), detenido por primera vez en 1969, fugado de Punta Carretas y preso por segunda vez en 1972, condenado a 28 a?os; Antonio Mas Mas, 36 a?os, natural de Palma de Mallorca, presunto ejecutor de Dan Mitrione, agente de la CIA en Montevideo bajo el sobrepelliz de agregado agr¨ªcola (su muerte inspir¨® la pel¨ªcula de Costa Gavras Estado de sitio, protagonizada por Ives Montand en el papel de Mitrione), detenido en 1972 y sentenciado a 30 a?os de prisi¨®n m¨¢s 15 a?os de medidas de seguridad (per¨ªodo durante el cual el Gobierno pod¨ªa continuar manteni¨¦ndolo en la c¨¢rcel); Jos¨¦ Ram¨®n Serrano Piedecasas, salmantino de 40 a?os, a quien se relaciona con la muerte del capit¨¢n de corbeta Ernesto Motto, condenado a las mismas penas que Antonio Mas y que curs¨® el bachillerato en el colegio de los salesianos de Salamanca junto a Jos¨¦ Luis Tapia, sustituto de Manuel Lorenzo en la Embajada espa?ola en Montevideo, y ahora encargado personal de su liberaci¨®n. La espa?ola Antonia Y¨¢?ez Barros, ferrolana, de 35 a?os, militante del Partido Comunista Uruguayo, capturada en 1982 y condenada a seis a?os de penitenciar¨ªa en la c¨¢rcel femenina de Punta Rieles, fue puesta ayer en libertad.
Principio de sangre
Otros cinco, hijos de espa?oles pero nacidos en Uruguay, entran en el conflicto entre el principio de sangre que para la nacionalidad rige en Espa?a y el principio de suelo, v¨¢lido en las rep¨²blicas latinoamericanas, nutridas poblacionalmente por la emigraci¨®n. Son espa?oles para Espa?a y uruguayos para Uruguay. La dictadura militar, celosa de sus atribuciones, no toler¨® que siquiera fueran visitados por personal de la embajada espa?ola.Estas personas son Sonia Mosquera Villamil (liberada ayer), de 39 a?os, viuda del dirigente tupamaro Adolfo Wassen, que acaba de morir de c¨¢ncer en prisi¨®n casi en las puertas de su libertad, detenida en 1970, fugada y detenida nuevamente dos a?os despu¨¦s, sentenciada a 22 a?os y de uno a tres de medidas de seguridad; Eleuterio Fern¨¢ndez Huidobro, de 42 a?os, preso en 1969, fugado y vuelto a capturar en 1972, condenado a 30 a?os y 15 de medidas de seguridad por su supuesta participaci¨®n, junto a Piedecasas, en la muerte del oficial naval Motto; Nelly Graciela Jorge Pancera, esposa del anterior, de 39 a?os, detenida en 1972 y sentenciada a 28 a?os y de uno a tres de medidas de seguridad; Manuel Adolfo Silva Feij¨®o, el de m¨¢s edad y tambi¨¦n puesto ayer en libertad, con 58 a?os, detenido en 1974 y condenado a ocho a?os, fue puesto en libertad para caer nuevamente en 1982 y recibir una segunda sentencia de nueve a?os, adem¨¢s de uno a tres de medidas de seguridad; y Elena Vasilskis Castro, de 31 a?os, apresada en 1972 y condenada a 30 a?os a m¨¢s de cinco a diez de medidas.
A comienzos de febrero y en la inminente perspectiva de la entrega del poder, la dictadura militar liber¨®, tras cumplir ampliamente sus condenas, a los espa?oles Rub¨¦n Bello, Fredy Guzm¨¢n L¨®pez Platel, Jes¨²s Amador Ponce S¨¢nchez y, Juan Manuel Priegue Castro. Antes, y tras la visita de los Reyes de Espa?a a Uruguay en 1982, otros pocos fueron liberados con anticipaci¨®n y expulsados en su mayor parte del pa¨ªs. Uno de los expulsados espera en Buenos Aires a que el c¨¢ncer lo ultime (el sospechoso c¨¢ncer de las prisiones militares uruguayas) y otro, Rub¨¦n P¨¦rez Gonz¨¢lez, mayor de 50 a?os, cuya ¨²nica familia es un t¨ªo en Vigo, tuberculoso, aquejado de complejo de persecuci¨®n, ha sido alojado por la Embajada en un hotel montevideano en espera de que se calme y de que se le pueda gestionar alguna ayuda econ¨®mica estatal.
Otros 61 presos pol¨ªticos uruguayos han rebuscado sangre espa?ola hasta su en¨¦sima generaci¨®n en procura de alg¨²n apoyo diplom¨¢tico por precario que resultara.
Todos ellos, en cualquier caso, se encuentran en la raya de su libertad si no la han recobrado ya. La mayor¨ªa de las libertades se producir¨¢ por amnist¨ªa (la de todos los que fueron condenados por resistirse a la dictadura), y el resto (alzados en armas contra la democracia, antes de 1973, y condenados por ella) recibir¨¢ indultos o libertades anticipadas seg¨²n su implicaci¨®n o no en delitos de sangre. La resistencia de los militares no es tanto a la liberaci¨®n de estos presos como a que sean amnistiados -con desaparici¨®n del delito- los m¨¢s conspicuos de entre ellos, como el jefe tupamaro Ra¨²l Sendic o los espa?oles Mas, Piedecasas y Huidobro.
Cruel confinamiento
La coincidencia, al margen del grado de culpabilidad de cada uno, en que los presos deben salir a la calle, incluso aquellos que incumpliendo la recomendaci¨®n de Ernesto Che Guevara tomaron las armas contra la democracia uruguaya atrayendo a los militares hacia el poder y el golpe de Estado, se basa en la obtusa y espesa crueldad de su confinamiento.Repetidamente estos presos fueron inducidos al suicidio, continuamente se les recordaba que ser¨ªan destruidos y que jam¨¢s abandonar¨ªan sus prisiones, y a todos se procur¨® debilitarlos mentalmente.
Ra¨²l Sendic permaneci¨® durante a?os preso en el aljibe de un campamento militar; a Antonio Mas, fuertemente desequilibrado, le arrojaban cascos quebrados de botellas por ver si se cortaba las venas; Nelly Graciela Jorge Pancera contrajo un c¨¢ncer ¨®seo localizado en la columna vertebral, s¨®lo operable en los Pa¨ªses Bajos.
Las Embajadas espa?ola y holandesa se comprometieron ante el r¨¦gimen uruguayo a trasladarla a Amsterdam, mantenerla bajo custodia, intervenirla y devolverla a su penal; la dictadura militar deneg¨® la petici¨®n y lleg¨® a ser costumbre de las celadoras de Punta Rieles zancadillear en los pasillos su ya problem¨¢tica andadura.
Al siguiente d¨ªa de la asunci¨®n del presidente Sanguinetti, Punta Rieles fue evacuada y todas las reclusas instaladas en la central de polic¨ªa de Montevideo; Antonio Mas fue trasladado a un hospital de Montevideo donde est¨¢ siendo reconocido y medicinado continuamente.
Los doctores que le atienden han dado garant¨ªas a nuestra representaci¨®n diplom¨¢tica de que bajo ninguna circunstancia le dar¨¢n de alta antes de su liberaci¨®n. Piedecasas, en nombre de todos los presos espa?oles, ha hecho llegar un mensaje de agradecimiento al Rey y a Felipe Gonz¨¢lez, al tiempo que ha expresado la preocupaci¨®n de todos ante la posibilidad de ser objeto de provocaciones a su salida.
Los sentimientos de la poblaci¨®n ante su libertad son contradictorios y oscilan entre quienes aprecian que los tupamaros fueron la espoleta que activ¨® la dictadura y entre quienes estiman que de los miles de millones de tiros disparados en Am¨¦rica Latina el menos desperdiciado fue el que mat¨® al norteamericano asesor en interrogatorios Dan Mitrione.
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