Auschwitz, el ocaso de la cultura europea
Hace 40 a?os, el holocausto acab¨® con la tradici¨®n jud¨ªa en Europa
Europa se dispone, no sin controversias, a celebrar el final de la II Guerra Mundial, la ¨²ltima gran guerra desarrollada sobre su propio suelo. La contienda que se produjo entre 1914 y 1918 desmembr¨® Europa; la de 1939-1945 provoc¨® su divisi¨®n. Una de las causas m¨¢s profundas de que esta contienda haya tenido consecuencias irreversibles, no s¨®lo en el terreno pol¨ªtico -y, por supuesto, en el humano-, sino tambi¨¦n en el cultural, est¨¢ en la extinci¨®n, simbolizada en Auschwitz, de un pueblo que actu¨® como aglutinante intelectual de la cultura del continente: el jud¨ªo europeo.
El nacionalsocialismo alem¨¢n no tuvo tiempo ni poder para eliminar f¨ªsicamente a todos los miembros de la raza hebrea. S¨ª acab¨®, sin embargo, de forma absoluta y definitiva, con la cultura jud¨ªa europea. Los jud¨ªos que sobrevivieron abandonaron en su inmensa mayor¨ªa un continente al que estuvieron ¨ªntimamente unidos. La aniquilaci¨®n con m¨¦todos industriales sofisticados de seis millones de jud¨ªos cambi¨® a los supervivientes. El jud¨ªo europeo se extingui¨® en Treblinka, Majdanek y Auschwitz. Un Men¨¢jem Beguin o un Ariel Sharon, indiferentes o c¨®mplices en sucesos como la matanza de Shabra y Chatila, no tienen nada en com¨²n con gentes como Manes Sperber, Leon Feuchtwangler, el premio Nobel Isaac Bashevis Singer o Nahum Goldmann, que fue presidente del Consejo Mundial Jud¨ªo y un cl¨¢sico hombre de cultura. Todo lo m¨¢s, los ritos religiosos.A finales del pasado a?o se celebr¨® en Viena una gran exposici¨®n sobre aquel mundo fenecido del juda¨ªsmo en Europa central y oriental. En Viena, donde entre 1938 y 1945 el antisemitismo adquiri¨® algunas de sus formas m¨¢s canallas, este acontecimiento era un r¨¦quiem por la cultura europea, una ceremonia de reconciliaci¨®n y un acto cultural de primer orden. Con este motivo fue editado el libro que lleva el t¨ªtulo de la exposici¨®n vienesa Versunkene Welt (Mundo naufragado) y que supone un soberbio documento sobre la cultura jud¨ªa y de toda la cultura centroeuropea.
Europa y el juda¨ªsmo
Textos de Heinrich Heine, Hugo von Hoffmansthal, Franz Kafka, Max Brod, Joseph Roth, Hermann Broch y Arnold Zweig, Kurt Tucholsky y Stefan Zweig, todos ellos jud¨ªos, escritores en alem¨¢n, hablan de Cultura, de Europa y el Juda¨ªsmo. Un delicioso cuento del periodista austrocheco Egon Erwin Kisch describe la b¨²squeda del Golem (el m¨ªtico hombre de barro, a quien el rabino Low da vida) en la peque?a sinagoga de la calle Pariska, de Praga.Versunkene Welt incluye poemas de Paul Celan, retratos de los jud¨ªos Albert Einstein, los hermanos Marx, Sarah Bernhardt, Gertrude Stein y Sigmund Freud, creados por Andy Warhol, y muestras de la impresionante colecci¨®n fotogr¨¢fica de Roman Vishniac.
Roman Vishniac recorri¨® durante ocho a?os Europa oriental e hizo hasta 16.000 fotograrlas de la vida cotidiana en los Schtetl (peque?as y paup¨¦rrimas aldeas de poblaci¨®n jud¨ªa) con la certeza de que grababa el testimonio de un mundo a punto de desaparecer. As¨ª fue y sus fotograf¨ªas son un testimonio excepcional de aquella vida, de la que surgieron gentes como el ya citado Manes Sperber, El¨ªas Canetti, Isaac Bashevis Singer, Edinund Husserl, los pianistas Arthur Rubinstein y Valdimir Horowitz, el periodista y cr¨ªtico Karl Kraus y los compositores Gustav Mahier e Igor Stravinski.
Especialmente el inmenso espacio cultural que abarcaba el imperio austro-h¨²ngaro, con su centro en Viena tuvo en la raza jud¨ªa una fuente inagotable de creadores. Pese al antisemitismo de todos y cada uno de los pueblos que integraban el imperio, los jud¨ªos pod¨ªan esperar mejor trato de las autoridades de los Habsburgo, acostumbradas al trato con minor¨ªas, que del zar ruso,muy dispuesto a tolerar los pogroms (actos de violencia masiva contra jud¨ªos y sus posesiones) por parte de los cosacos.
Fuerza ambiciosa
Aunque no sin fricciones, los jud¨ªos del Este llegados al imperio y a su capital, m¨¢s o menos dispuestos a la asimilaci¨®n, se constituyeron en una fuerza extremadamente ambiciosa en el terreno cultural. En los conservatorios de m¨²sica, las academias de arte y launiversidad la afluencia de j¨®venes hebreos era masiva. Este fen¨®meno se convirti¨® m¨¢s tarde en un argumento de los antisemitas para demostrar el parasitismo de esta raza.El imperio austro-h¨²ngaro se descompuso por las tendencias centr¨ªfugas de los nacionalismos decimon¨®nicos. Eslovacos, checos, h¨²ngaros, ueranianos y polacos, serbios, rumanos, montenegrinos y tambi¨¦n los pangermanistas dinamitaron la monarqu¨ªa para crear Estados nacionales. Los jud¨ªos no quisieron ser menos y surgi¨®, de manos del austro-h¨²ngaro Theodor Herzl, el sionismo.
Joseph Roth fue uno de los primeros en lamentarse en su novela La marcha de Radetzky.
Milan Kundera, novelista checo exiliado en Par¨ªs, escribe un memorable art¨ªculo sobre el hundimiento de la cultura europea en el libro Versunkene Welt, en el que califica a los jud¨ªos como el principal elemento cosmopolita e integrador de la cultura europea. Kundera concluye pregunt¨¢ndose: "Europa perdi¨® con el imperio austro-h¨²ngaro su v¨ªa. ?No perdi¨® en Auschwitz su alma con la desaparici¨®n del pueblo jud¨ªo del mapa de la historia?".
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