La Recopa, primer t¨ªtulo europeo del Barcelona
ENVIADO ESPECIALEl Barcelona ha escrito ya su nombre entre los campeones europeos. Cada aficionado catal¨¢n cont¨® uno por uno 25 de los ¨²ltimos 28 segundos de la cuarta final continental del Barcelona, segundos fat¨ªdicos en los que la historia estuvo a punto de de mostrar que algo inevitable y tr¨¢gico trasciende a las actuaciones de este club. Y ese infausto determinismo, que parec¨ªa a punto de cumplir se, se rompi¨® por efecto de un lanzamiento del mejor tirador sovi¨¦tico. Kurtinaytis fall¨® el tiro m¨¢s importante de su completo partido y Sabonis no acert¨® a recoger el rebote. El Barcelona ya est¨¢ dispuesto para ganar m¨¢s finales. Sus incondicionales despojaron a los jugadores azulgrana de gran parte de su vestimenta. Muchos de ellos habr¨¢n podido completar su modesto museo. Uno de ellos humedec¨ªa su cara con el sudor depositado en la camiseta de Sibilio. Este hombre quiso llevarse un recuerdo que no podr¨¢ conservar, pero el Bar?a s¨ª hab¨ªa encontrado, al fin, la providencia. Y eso s¨ª que parece la historia empe?ada en demostrar que se puede conservar. El Barcelona de los ¨²ltimos minutos viajaba camino de la derrota, fiel a un tr¨¢gico destino, pero tuvo el m¨¦rito de atender a esta cruel circunstancia con ciertas dosis de valor y, sobre todo, con compostura. Aunque pudiera parecer que en el ¨²ltimo lanzamiento de Kurtinaytis volver¨ªa a surgir el hecho inevitable, lo cierto es que la escapada triunfal de De la Cruz result¨® un hecho explosivo. Hace un a?o el Barcelona era espectador de su propia derrota ante el Banco di Roma. La novedad es que, anoche, se decidi¨® por protagonizarla. De la Cruz, a punto de renovar por el tiempo suficiente como para permitirse la satisfacci¨®n de retirarse como jugador del Bar?a, fue el hombre providencia? que el equipo no hab¨ªa encontrado en las ¨²ltimas ocasiones. Cuando los jugadores estrella hab¨ªan cumplido hasta la anulaci¨®n de su juego con el papel que deb¨ªan desempe?ar, el Barcelona no encontraba el repuesto. Ese repuesto, ya veterano, fue De la Cruz, el hombre del ¨²ltimo momento. Otra nota que indica que se encontr¨® la providencia.
La final de Grenoble ser¨¢ recordada, en cualquier caso, como peculiar en los ¨²ltimos tiempos. Barcelona y Zalghiris la afrontaron decididamente como campo adecuado no para experimentar con el lanzamiento de tres puntos, sino para ponerlo en pr¨¢ctica con todas sus consecuencias. Tal y como discurri¨® la primera jugada, nadie dio la sensaci¨®n de esperar. Fue Sibilio, el hombre que tuvo en sus manos la oportunidad del primer tiro, el que fij¨® la vista en la l¨ªnea de 6,25 metros. Su lanzamiento result¨® exacto, como otros 12 m¨¢s a lo largo del partido, en un balance final que result¨® favorable al equipo sovi¨¦tico por 7 a 6 y del que se encarg¨® Kurtinaytis, con seis canastas de este tipo. Fue ¨¦sta la circunstancia peculiar que defini¨® una final europea que sirve de marco y estudio de reflexi¨®n para la discusi¨®n que se avecina sobre el aprovechamiento de este tipo de lanzamientos. El Barcelona hizo un juego tenaz, aunque imperfecto, y el Zalghiris se perdi¨® en un debate interno.
La final de la Recopa fue m¨¢s bien una discreta demostraci¨®n de t¨¢ctica, en la que se produjeron diversas variantes de desorganizaci¨®n defensiva, alguna que otra dureza insospechada entre dos equipos de car¨¢cter ofensivo y s¨®lo una acertada labor individual en el marcaje al p¨ªvot Sabonis. El Zalghiris hizo una demostraci¨®n de improvisaci¨®n en plena cancha porque no s¨®lo demostr¨® desconocimiento del juego del Barcelona, sino tambi¨¦n escasez de recursos para atender la hip¨®tesis de que Sabonis no pudiera funcionar. Esa hip¨®tesis fue ayer real y Sabonis decidi¨® el partido.
Davis y Howard utilizaron su fuerza, lo mejor de sus artima?as, para impedir que Sabonis recibiera asistencias, que marcara y que distribuyera el juego. Sabonis pudo cumplir parcialmente en la primera mitad, pero decidi¨® rendirse antes de tiempo en la segunda ante la evidencia de que De la Cruz sustitu¨ªa con eficacia a Davis. En este per¨ªodo tard¨® 11 minutos y medio en anotar por primera vez. Y todo, gracias a dos tiros libres. Su ¨²nica canasta Reg¨® rozando el minuto 18.
Dudas sovi¨¦ticas
Ates, en la primera parte, el juego ofensivo del Barcelona se bas¨® en una limpia actuaci¨®n de Epi y, sobre todo, de Sibilio. Ante dos tiradores tan centrados en la canasta, el equipo sovi¨¦tico no supo reaccionar. Durante muchos minutos, varios jugadores sovi¨¦ticos discutieron en pleno juego la distribuci¨®n de marcajes, probaron malamente con la defensa individual y la zonal y s¨®lo en la segunda parte encontraron una cierta soluci¨®n. El bombardeo azulgrana result¨® tan aplastante hasta el descanso que ese tiempo que perd¨ªan los sovi¨¦ticos entre sus dudas se convirti¨® en una diferencia ,en el marcador que volaba hacia el Barcelona. Sibilio se iba a descansar con 25 tantos en su haber y con el Bar?a ganando 51 a 35.
En la segunda parte el Zalghiris encontr¨® en su continuo di¨¢logo una soluci¨®n parcial, pero insuficiente. Curioso el comportamiento de este equipo: los jugadores dialogaban continuamente, discut¨ªan y celebraban, m¨¢s que durante un tiempo muerto, una especie de asamblea autorizada. El t¨¦cnico era un participante m¨¢s. Un equipo realmente democr¨¢tico. Pues bien, en ese debate decidieron hacer una defensa mixta, con continuos cambios para basar todo el juego ofensivo en su tirador Kurtinaytis. La ausencia de Yovaicha, que se visti¨® s¨®lo para figurar y cumpli¨® el papel de segundo t¨¦cnico, hecho que ser¨¢ efectivo dentro de un a?o porque ha anunciado su retirada, perjudic¨® la b¨²squeda de otra soluci¨®n. El mal porcentaje de Jomichus era otra dificultad. As¨ª, pues, Kurtinaytis solicit¨® todos los balones para ¨¦l y prescindieron de Sabonis. El juego de Kurtinaytis lleg¨® a convertirse tambi¨¦n en providencial y el Barcelona mantuvo su defensa zonal aun a sabiendas de esta situaci¨®n.
El marcador de la segunda parte obr¨® en favor del equipo sovi¨¦tico hasta sembrar el silencio en la afici¨®n azulgrana. Los tiros de Epi y Sibilio no funcionaban ya. Las distancias disminuyeron por momentos y, a dos minutos del final, el marcador se?alaba un apretado 7571. Era una situaci¨®n irreal y el Barcelona se empe?aba en hacerla m¨¢s esperp¨¦ntica dejando que sus jugadores utilizaran la regla del 1 + 1 cuando lo l¨®gico era aprovechar las personales para gastar todos los segundos posibles. El Barcelona jugaba contra la campana final y lo hac¨ªa mal. S¨®lo algunas acciones individuales sirvieron para mantener el tipo. El Zalghiris llegaba a los ¨²ltimos 28 segundos con la oportunidad del primer empate del partido en sus manos. Kurtinaytis lleg¨® a estar a un metro de la canasta cuando se hab¨ªa hartado de transformar desde m¨¢s de 6,25 metros. Cuando todo estaba a su favor, fall¨®. Por una vez el Bar?a encontraba a la providencia en su camino. Era necesaria, quiz¨¢s, para ganar su primer t¨ªtulo europeo.
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