Dos pel¨ªculas menores
Dos pel¨ªculas menores han sido programadas para hoy s¨¢bado en Televisi¨®n Espa?ola. Esta adjetivaci¨®n es especialmente justa para Faldas de acero, una nueva y mala versi¨®n de Ninotchka, que en plena guerra fr¨ªa, en el a?o 1956, dirigi¨® Ralph Thomas con gui¨®n de Ben Hecht. Coincidente tambi¨¦n en su argumento con Medias de seda (Cyd Charisse y Fred Astaire), estrenada en Espa?a como La bella de Mosc¨², Faldas de acero no logr¨® el id¨¦ntico esplendor, sobre todo por la escasa gracia de su actor principal, Bob Hope, frente al que Katharine Hepburn poco o nada pod¨ªa hacer.Esa fue la opini¨®n un¨¢nime de la cr¨ªtica especializada norteamericana que, al margen de las burdas intenciones pol¨ªticas del filme, rechaz¨® abiertamente una comedia que no dud¨® en calificar de vulgar y repetitiva.
Faldas de acero se emite hoy a las 16
05 por la Primera Cadena, y Odessa a las 22.40 por el mismo canal.
'Odessa'
Por su parte, la pel¨ªcula brit¨¢nica Odessa, filmada en 1974 por el tibio Ronald Neame, apoy¨® en el car¨¢cter trepidante de esta aventura de telefilme sus posibilidades de inter¨¦s. Bas¨¢ndose en la millonaria novela del mismo t¨ªtulo de Frederick Forsyth, planteaba las arriesgadas desventuras de un joven periodista empe?ado en hallar el paradero de un viejo militar nazi.
Descubierto en sus pesquisas, el periodista debe huir de la amenaza de muerte que pesa sobre ¨¦l. Situaci¨®n, pues, nada original, que coincide en tiempo y estilo con otros filmes, en este caso norteamericanos, empe?ados en conmover al espectador con brillantes fuegos de artificio. En este filme, el reparto no ayud¨® especialmente a ello, dada la relativa popularidad de sus protagonistas. Al espl¨¦ndido y poco afortunado Jon Voight, le secundan los hermanos Schell, Maximiliam y Mar¨ªa, junto a los que tambi¨¦n aparece el m¨¢s tarde famoso Claudio de la serie televisiva, Derek Jacobi.
Independientemente de sus calidades interpretativas, no logr¨® Odessa atraer mayoritariamente al p¨²blico, aunque bien es cierto que dentro de su banalidad no deb¨ªa defraudar las expectativas que en ¨¦l se pusieran.
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