Rafael Arcos, nuevo 'juguete roto'
La miseria amenaza a actores y actrices al final de su carrera
Las gentes del mundo del espect¨¢culo que disfrutan de un trabajo m¨¢s o menos regular recuerdan muchos casos peores que el de Arcos. Hablan de Agust¨ªn Zaragoza, muerto literalmente de hambre hace a?os, con 29 kilos de peso; de Tina Gasc¨®, ex propietaria del teatro Reina Victoria, que termin¨® sus d¨ªas comiendo gracias al Auxilio Social, de Jorge Rigaud y de otros actores que un d¨ªa dejan de frecuentar los bares habituales hasta que alguien cuenta que han desaparecido en la miseria.Rafael Arcos vive solo en un peque?o piso junto a la estaci¨®n de Chamart¨ªn, de Madrid. Cada d¨ªa come y toma sus vinos en una taberna pr¨®xima a su casa, donde le f¨ªan y ¨¦l paga cuando le llega dinero de alg¨²n familiar o amigo. Con todo, para lo que no le llega el dinero es para comprarse una dentadura, que le facilitar¨ªa el posible trabajo.
En la taberna en la que pasa gran parte de su tiempo, Arcos ha cambiado el p¨²blico de los escenarios por el de los clientes habituales, que le quieren y r¨ªen sus chistes. Tras varios a?os de paro total -no recuerda bien cu¨¢ndo hizo su ¨²ltimo trabajo-, Arcos asegura desconocer las razones por las que cay¨® en el olvido. "Yo siempre he sido muy independiente, y no me ha gustado marear pidiendo un papel. Aunque he trabajado de gal¨¢n y protagonista durante a?os, ahora estar¨ªa dispuesto a hacer cualquier cosa. Lo que ya no podr¨ªa hacer a mi edad es empezar en otro trabajo. Eso ya no".
Mientras habla de su situaci¨®n, Arcos recita fragmentos de algunas de las obras que le hicieron m¨¢s popular: La gata sobre el tejado de zinc; Colomba, El comprador de horas. "Claro que echo de menos otros tiempos" -dice-, "pero mientras ?qu¨¦ hago?".
La actriz Gracita Morales, la chacha imprescindible en casi todas las pel¨ªculas realizadas en la d¨¦cada de los sesenta, es una de las pocas actrices que consigui¨® saltar el bache que la tuvo en el olvido m¨¢s absoluto durante los ¨²ltimos cinco a?os. "En ese tiempo estuve muy delicada" -explica la actriz-, "y, aunque lo pas¨¦ mal, no fue demasiado, porque cobr¨¦ el paro durante un tiempo y la Seguridad Social me cubri¨®' los gastos de mi enfermedad. Luego me llamaron y ahora estoy en un teatro madrile?o".
No ha tenido la misma suerte su hermano, el actor Jos¨¦ Morales, con m¨¢s de 60 a?os y un grave problema de alcoholismo, que solo cuenta con la ayuda de su hermana. "?l viene a casa a desayunar, comer, merendar y cenar, y luego se va a dormir a una pensi¨®n que yo le pago".
"Todo est¨¢ mal" -se lamenta Gracita Morales-, "porque los actores carecemos de la m¨ªnima seguridad laboral. Tendr¨ªan que hacer casas del actor y ayudarnos cuando no hay trabajo o nos jubilamos. No es justo pasarnos la vida trabajando para luego tener que morir en la calle".
Pero si las caras conocidas lo pasan mal cuando dejan de interesar a los empresarios y a las revistas del coraz¨®n, la peor parte se la llevan los actores de reparto, cuyas cotizaciones nunca son suficientemente altas como para permitirles ahorrar para la vejez.
"Los actores secundarios, los de reparto" -explica el actor Gonzalo Ca?as- "cobran actualmente lo mismo que hace 12 a?os. Encima de ser el aut¨¦ntico soporte del mundo del espect¨¢culo, hay que tener en cuenta que cobran por sesiones, que normalmente no son diarias y que te suelen impedir hacerlas compatibles con otras posibles sesiones. La falta de estructura sindical hace posible que sigamos teniendo un r¨¦gimen especial dentro de la Seguridad Socilal, a la que s¨®lo se tiene derecho a partir de las 180 cotizaciones. No tenemos jubilaci¨®n, ni carn¨¦, ni calificaci¨®n profesional. Y esto en una profesi¨®n donde las estimaciones m¨¢s bajas hablan de un paro del 80%".
Desinter¨¦s cultural
El actor Juan Diego, uno de los que m¨¢s ha luchado para modificar el estado de las cosas de su profesi¨®n, cree que este panorama es consecuencia de "un total desinter¨¦s por la cultura. Si existiera una m¨ªnima preocupaci¨®n, se hubieran interesado quienes producen esa cultura".Una de las peticiones que los actores plantearon en la huelga de 1975 supon¨ªa el conseguir un acuerdo por el que los actores pudieran optar a un r¨¦gimen especial por el que pudieran tener acceso a la Seguridad Social a trav¨¦s de un sistema semejante al de los empresarios aut¨®nonios. No se consigui¨® entonces ni ahora. "El sistema actual" -dice Juan Diego- "supone que si trabajas y cotizas tienes Seguridad Social, pero en cuanto entras en paro dejas de tener asistencia m¨¦dica gratuita".
Al igual que Gonzalo Ca?as, Juan Diego estima que el paro intermitente es del 80%. "Puedes caer en el olvido por las cosas m¨¢s insospechadas: porque alguien ha dicho que tienes mal fario o porque se dice de alguien que se pincha. O simplemente que bebes m¨¢s de la cuenta. Y ya no te levantas en la vida".
"Mientras no se reconozca seriamente el trabajo del actor" -termina Juan Diego- "y mientras no seamos- capac¨¦s de luchar juntos para cambiar esta situaci¨®n, continuaremos amenazados de morir podridos bajo cualquier escalera".
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