M¨¢s all¨¢ de la an¨¦cdota
No puedo -ni por mi estado de ¨¢nimo ni por el respeto que me merece el personaje- hilvanar ahora, r¨¢pidamente, unas frases resumidoras de lo que Antoni de Moragas ha sido para m¨ª.Ni siquiera puedo hablar de nuestra permanente amistad como un episodio personal, lleno de recuerdos entra?ables, porque cada recuerdo se sustenta en alg¨²n esfuezo pol¨ªtico y, cultural que trascend¨ªa nuestra relaci¨®n. No puedo hablar del Grup R, de la primera transformaci¨®n del Colegio de Arquitectos, de la Capuchinada, de los Peque?os Congresos, de la promoci¨®n del Dise?o Industrial, del relanzamiento de Edicions 62, sin situar lo anecd¨®tico en dos campos m¨¢s amplios y trascendentes: el de la lucha por una cultura moderna en la resistencia y en el renacimiento de Catalu?a.
Y el de una actividad profesional cuya evidente calidad se utilizaba tambi¨¦n para ejemplarizar la manera de hacer un servicio. Para hablar de De Moragas, hay que precisar hechos y valores en textos m¨¢s extensos que ahora no puedo resumir. Ahora, s¨®lo puedo expresar el profund¨ªsimo dolor de haber perdido el gran, antiguo, permanente amigo.
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