Autorretrato herido
El autorretrato, pr¨¢ctica com¨²n entre los pintores, suele ser un documento importante para el an¨¢lisis de la personalidad del artista. Nos permite acercarnos a su autocomplacencia, a su maestr¨ªa, al reflejo que quiere ver en el espejo. Este reflejo no es siempre el rostro sereno y sabio de un Leonardo, de un Rembrandt, o el altivo de un Durero, im¨¢genes que perduran en los famosos cuadros que nos han dejado. Como Van Gogh, Eusebio Sempere habr¨ªa hecho un autorretrato angustiado y creciente. De ese testimonio nos quedan algunas palabras sobre s¨ª mismo. Trazos que se quedaron en el aire, pero que por su peso a¨²n inquietan al que se acerca a ellos."Por los motivos que sea, desde peque?o me he sentido agredido por el mundo. Me agreden los ¨¢rboles, la primavera, el oto?o, el sol, el verano, el metal fr¨ªo. Cuando hace fr¨ªo, siento un fr¨ªo que cala. Cuando hace calor, me asfixio. Un ¨¢rbol que es bello tambi¨¦n me agrede, su verde me agrede. El movimiento de las hojas me est¨¢ agrediendo. Y no hay soluci¨®n. Ser¨¢ as¨ª mientras viva. S¨®lo cabe una: que yo fuera esp¨ªritu puro", dec¨ªa Sempere a Andr¨¦s Trapiello en el libro Conversaci¨®n con Eusebio Sempere, editado por Guadalimar.
Mal visto
El halo furioso de la realidad parec¨ªa perseguirlo encarnizadamente desde siempre. Todo lo exterior pod¨ªa herirlo y ¨¦l, desde dentro, se proteg¨ªa. "Soy menudo. Nunca me gustaba ir mal vestido, porque nunca he sido sucio, y entonces se llevaba en la escuela de Bellas Artes el ir desarrapado, con alpargatas. Ir con zapatos era algo terrible... Se iba con la camisa desastrada, toda sucia, y entonces, no s¨¦ por qu¨¦ -imagino que mi madre me lavar¨ªa las camisas, porque yo no ten¨ªa ning¨²n inter¨¦s en ir m¨¢s limpio que nadie-, eso le sent¨® muy mal a la gente. Y mal visto por otros motivos, porque rehu¨ªa a todos los dem¨¢s. Generalmente, fui muy ego¨ªsta para las amistades y no todo el mundo me interesa, y eso lo muestro inmediatamente".
"Es verdad que la gente no me interesa nada. Nadie. Es verdad. Tambi¨¦n lo es que no me interesa comunicarme con ellas. ?Para qu¨¦? Eso, por un lado. Por otro, se produce una comunicaci¨®n entre el espectador y el cuadro, pero, si te das cuenta, ya no tengo nada que ver en ella. Se produce cuando yo estoy lejos, cuando no veo a las personas, cuando estoy de nuevo marginado. No, no me desagrada, no; ni siquiera me preocupa, de verdad. Yo no pinto para comunicar nada a nadie. Ser¨ªa como si me sintiera portavoz del problema del otro. Pero ?qu¨¦ conocemos unos de otros? ?De verdad podemos erigirnos en int¨¦rpretes de la tragedia del otro? Ser¨ªa rid¨ªculo. Y es aqu¨ª donde empiezan a funcionar los mecanismos que son ajenos al propio artista".
Ese aparente ego¨ªsmo no era sino una forma de protegerse contra el sufrimiento que ve¨ªa alrededor suyo. "S¨ª, lo s¨¦, s¨¦ que de m¨ª se desprende ese personaje que por todos los poros suda indefensi¨®n. Ese temor a no estar prrotegido, a sentirte de repente solo, sin poderte agarrar a nada. Una debilidad que te invade y te impide hacer lo m¨¢s elemental para sobrevivir. Hasta el punto de que, recordando mis a?os en Par¨ªs, pienso que ser¨ªa incapaz de volver a pasar aquello que entonces soport¨¦".
Pintar¨ªa monstruos
Sempere no acept¨® la batalla que ¨¦l sent¨ªa le declar¨® la vida. Buscaba (?ha encontrado?) otra paz. "Yo ni siquiera me muestro agresivo porque sea tan d¨¦bil, porque este cuerpo de mierda que tengo est¨¦ metido de lleno en una vida que no me gusta nada; no es porque vaya a quedarme ciego o porque mi est¨®mago se resienta a menudo, ser¨ªa muy est¨²pido ser agresivo por tan poco. Es el mundo, las cosas, nosotros, todos, los que estamos mal... Pintar¨ªa monstruos, porque la vida es monstruosa. No s¨¦ otra vida. S¨¦ la que tengo delante, la que d¨ªa a d¨ªa me tengo que tragar. Es tan cruel que ni siquiera te agradece la condescendencia que tienes al mostrarte justo con los que tienes al lado; ni siquiera eso, ya ves, tan poco".
El pensamiento del suicidio y de la muerte rond¨® muchas veces la mente del pintor. "?Qui¨¦n me dice que no est¨¦ m¨¢s tranquilo porque estoy m¨¢s cerca de la muerte? Creo a veces intuir la muerte, s¨ª, ah¨ª est¨¢, esper¨¢ndome. S¨®lo me quedan algunas cositas por hacer, pocas, algunas s¨®lo. Despu¨¦s debo partir... El silencio que habita tras la muerte ser¨¢ la suprema elocuencia. Comprenderlo todo en un instante, comprenderlo sin necesidad de la fuerza, sin necesidad de las palabras, sin necesidad, incluso, de que se pregunte. Un silencio perfecto, eterno, en el que nada se dice porque uno sabe todo, entiende todo... Un silencio en el que no hay necesidad de nombrar...".
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