La Europa del socialismo
La Uni¨®n de Partidos Socialistas Europeos, que acaba de celebrar en Madrid su ¨²ltima sesi¨®n, es el mayor cuerpo pol¨ªtico de Europa occidental. Los socialistas forman el grupo m¨¢s numeroso en el Parlamento Europeo. Su consolidaci¨®n es igualmente importante en todos los pa¨ªses que est¨¢n representados en aqu¨¦l.Todas las diferencias europeas encuentran, pues, su voz en el seno de la uni¨®n y del grupo parlamentario: y la encuentran con referencia a una concepci¨®n socialista. Evidentemente, socialismo ha llegado a ser una palabra ambigua que abarca distintos significados y tiene varias interpretaciones. Pero en ¨²ltimo t¨¦rmino indica siempre valores de igualdad social y de atenci¨®n hacia quienes en la sociedad se hallan en situaci¨®n de debilidad. Esto constituye la base de un lenguaje pol¨ªtico positivo, y exige atenci¨®n hacia los derechos del hombre en todas direcciones y en todos los espacios.
De aqu¨ª le viene a la Uni¨®n Europea, lo mismo que al grupo parlamentario, el deseo de buscar una coherencia de conjunto en sus pol¨ªticas, en funci¨®n de la unidad de lenguaje y de valores, y de los impulsos universales que derivan de ella. Esta evidencia contrasta a veces con los intereses concretos que se expresan en las distintas situaciones nacionales y, con frecuencia, en las pol¨ªticas de los Gobiernos socialistas all¨ª donde ¨¦stos exiten. Lo que da lugar a una tensi¨®n interna que es caracter¨ªstica de este grupo, que vive el conflicto entre valores sociales comunes, entre distintas lecturas de ¨¦stos y entre intereses nacionales divergentes que los socialistas, en cuanto fuerzas pol¨ªticas ligadas al consenso, se ven obligados a mantener. Tal situaci¨®n es ¨²nica en el Parlamento Europeo. Precisamente por esto, quiz¨¢, se comprende bien la diferencia existente entre el pensamiento y la postura de los partidos conservadores y de los socialistas.
Los partidos conservadores se definen siempre, y de manera primaria, en relaci¨®n con posiciones de fuerza: en sus sociedades nacionales, en Europa y en el mundo. En esta sencillez se halla su fuerza, la atracci¨®n que ejerce su pragmatismo. Se mueven a lo largo de una l¨ªnea unidireccional, sin complejidades. Si en Europa no hubiesen existido partidos socialistas, y si, concretamente, no hubiesen acabado teniendo la mayor¨ªa absoluta, el ingreso de Espa?a y de Portugal no se habr¨ªa producido nunca.
Por ello, los problemas que quedan planteados en la realidad europea hallan eco en los diversos partidos socialistas. El m¨¢s importante de estos problemas es: la unidad europea ?es una perspectiva socialista? Y si lo es, ?en qu¨¦ medida? Para algunos partidos socialistas, Europa es una idea que se centra en la parte m¨¢s rica del continente, que est¨¢ constituida por una serie de intereses privilegiados, como se ve por las estructuras de la producci¨®n agr¨ªcola. As¨ª pues, es necesario preservar un alto nivel de autonom¨ªas nacionales para garantizar los intereses de los m¨¢s d¨¦biles y minoritarios. Un m¨ªnimo de Europa corresponde a un m¨¢ximo de socialismo, al menos en el sentido de la defensa de los no defendidos. Este es un problema que encontramos en muchos partidos: del ingl¨¦s al dan¨¦s, pasando por el griego. Para otros partidos socialistas, el m¨¢ximo de Europa implica el m¨¢ximo de socialismo. La propia Europa es concebida como una realidad minoritaria en el seno del sistema de las superpotencias pol¨ªtico-militares (URSS y EE UU) o econ¨®micas (Jap¨®n y EE UU). Todo inter¨¦s minoritario europeo es defendido por Europa porque es doblemente minoritario, precisamente por ser europeo. Es significativo que esta ¨®ptica sea m¨¢s rotunda precisamente en los partidos socialistas de los pa¨ªses mediterr¨¢neos, que son los m¨¢s d¨¦biles, y cuyos intereses han sido sacrificados hist¨®ricamente en el campo de las pol¨ªticas agr¨ªcolas comunes, en aras de los intereses de los pa¨ªses m¨¢s fuertes.
Esto puede aplicarse a Italia, que es hoy el m¨¢s europe¨ªsta de los pa¨ªses europeos. Pero puede aplicarse a¨²n m¨¢s a Espa?a y a Portugal, que han aceptado entrar en la Comunidad con ciertos sacrificios en el campo de los intereses nacionales. Hay dos lecturas distintas de Europa que se cruzan en el seno de una lectura ¨²nica del socialismo democr¨¢tico. La postura que une socialismo y Europa se ha visto reforzada por la pol¨ªtica del presidente Reagan. Los efectos de la pol¨ªtica distinta de la Administraci¨®n estadounidense (el d¨¦ficit del presupuesto, los gastos militares, la estrecha pol¨ªtica monetaria) y el nuevo dinamismo de la econom¨ªa estadounidense, tanto en t¨¦rminos de expansi¨®n productiva como en el de las nuevas tecnolog¨ªas, han creado en Europa una situaci¨®n de alarma. Ha resultado evidente que la comunidad atl¨¢ntica, como la hab¨ªa llamado Lippmann, se ha convertido en situaci¨®n de desequilibrio, que ya no es comunitaria. En realidad, Europa es cada vez m¨¢s un espacio para las decisiones unilaterales estadounidenses. Y esto se debe no s¨®lo a una voluntad estadounidense de unilateralidad, sino tambi¨¦n a la inexistencia del lado europeo de la Comunidad.
?C¨®mo podr¨ªa crearse ese lado europeo de la Comunidad? Son ¨¦stos los t¨¦rminos en los que se plantea el problema para los socialistas. Es significativo que el surgimiento del problema militar y el cambio de las estructuras de la defensa europea, a causa de las nuevas formas de militarizaci¨®n del espacio (la guerra de las galaxias), influye sobre el punto de vista de los europeos, concretamente de los socialistas, sobre la cuesti¨®n norteamericana. La separaci¨®n entre defensa de Esta
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dos Unidos y defensa de Europa, que se deseaba obviar con los euromisiles, parece ser ahora el objetivo ¨²ltimo de la pol¨ªtica de defensa estadounidense. El punto de referencia fundamental en las relaciones euro-norteamericanas est¨¢ cambiando. Y esto tiene su repercusi¨®n tambi¨¦n en la Uni¨®n de Partidos Socialistas Europeos reunida en Madrid. La Uni¨®n piensa convocar una conferencia sobre la guerra de las galaxias. Por otro lado, la preocupaci¨®n sobre este asunto ha alertado tambi¨¦n al Gobierno conservador brit¨¢nico y al Gobierno democristiano alem¨¢n federal.
El congreso de partidos socialistas ha Regado a utilizar un lenguaje m¨¢s cr¨ªtico hacia el modelo de desarrollo estadounidense. Jacques Delors, presidente de la Comisi¨®n Europea, contrapuso formalmente, en su intervenci¨®n en Madrid, el modelo econ¨®mico europeo y el modelo estadounidense, resaltando la mayor calidad social y las potencialidades econ¨®micas intactas del europeo respecto del norteamericano. Hasta hoy no era f¨¢cil escuchar un lenguaje as¨ª entre los socialistas eurooccidentales.
Podemos pensar que el problema de la unidad europea, tambi¨¦n en el campo institucional, va a ser considerado con una visi¨®n m¨¢s amplia tambi¨¦n por partidos socialistas, como el brit¨¢nico, que hasta ahora hab¨ªan aceptado un m¨ªnimo de Europa en su ideal de socialismo.
Un Occidente dominado por los EEUU de Reagan es, sin duda, un Occidente distinto del de los valores humanitarios de la cultura socialista europea en conjunto. Y ya que es inevitable la existencia de una relaci¨®n entre Europa y EE UU, es imprescindible que sea equilibrada.
El m¨¢ximo de Europa tiende as¨ª a coincidir con el m¨¢ximo del socialismo. Y es, ¨¦sta la apuesta de la adhesi¨®n espa?ola a la Comunidad, llevada a cabo por el PSOE. Esta visi¨®n, ?acabar¨¢ incidiendo en los intereses creados de las distintas naciones europeas? Espa?a ha dado un ejemplo de supeditaci¨®n de sus propios intereses a los intereses generales, y ha hallado en la dureza de las negociaciones el peso de los intereses creados de Europa. Los socialistas europeos son la fuerza que en mayor medida vive la tensi¨®n entre valores y datos, entre significado y existencia.
Pero esto, a su vez, hace de ellos el grupo pol¨ªtico m¨¢s capacitado para unir a Europa a trav¨¦s de las dificultades del agotador y puntual consenso, y no a trav¨¦s del atajo del pouvoir f¨¦d¨¦raliste (poder federalista) de Napole¨®n o de Hitler.
Esta v¨ªa d¨¦bil y dif¨ªcil es la ¨²nica posible, la ¨²nica capaz de hacer que Europa surja para que todas sus partes pueden continuar viviendo.
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