16 martes
Miles de muertos en todo el mundo por el c¨¢ncer / gay. Contra el pecado nefando y griego nos advierten ya, como sin querer, los primitivos populares espa?oles: "A las que sepas, mueras / y sab¨ªa hacer saetas". Garc¨ªa Lorca, ahora biografiado monumentalmente por Gibson, lo grita por boca de Bernarda de Espa?a, respecto de una ad¨²ltera: "?Fuego en el sitio de su pecado!". Hay m¨¢s citas cl¨¢sicas, por- que nuestros cl¨¢sicos vivieron mayormente una edad de plagas. Ser cl¨¢sico es haber sobrevivido a las plagas para escribir una obra: "Ya me come, ya me come / por do m¨¢s pecado hab¨ªa". O sea que el c¨¢ncer homosexual (lo de gay me parece anglohortera) no es nada nuevo. La enfermedad nacida del placer no es sino la met¨¢fora infernal de c¨®mo purgaremos nuestros placeres en la Divina Comedia. Los propios homosexuales hab¨ªan atacado antes en contrario. Me lo dijo un amigo del g¨¦nero, lleno de buena voluntad:-Pero c¨®mo vas con mujeres Umbral. La mujer da c¨¢ncer.
La "enfermedad rosa" a m¨ª no me parece un motivo para dejar de gozar inversamente. Qu¨¦ m¨¢s da morir del coraz¨®n, como morimos los enamorados de una preciosa coqueta, que morir por pudrimiento del tracto final del intestino. Es lo que tiene el amor: que pudre las v¨ªsceras. En Espa?a ha habido 29 casos "rosa", de los que han muerto 19 afectados. Parece que el "mal rosa" se encrespa especialmente con los peluqueros de se?oras. Les tiene como man¨ªa. El hacerlo del rev¨¦s modifica las defensas org¨¢nicas. Y el hacerlo del derecho trae castigo del Tribunal Constitucional. No s¨¦ qu¨¦ es peor. Ni el Instituto Pasteur de Par¨ªs ha podido con el tema. Hay una tendencia a decir que el mal viene del extranjero. Es la ¨²ltima tendencia a decir que el mal viene del extranjero. Es la ¨²ltima inercia del machismo patri¨®tico. Como prevenci¨®n, la ciencia se humilla y recomienda las menestrales y manuales gomas. Cierto peri¨®dico dice que el mal rosa" fustigar¨¢ especialmente a Euzkadi. Me parece normal: son separatistas. En Inglaterra le ha atacado a un cura. El "mal rosa" es la plaga del fin de siglo. No una plaga b¨ªblica que baja del cielo, sino que sube del lecho.
18 jueves
Sobre el volc¨¢n. Invirtiendo a Malcolm Lowry, este t¨ªtulo supone una aventura desde Guatemala a Panam¨¢, a trav¨¦s de El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica. Manuel Leguineche, autor del libro, se ha situado esta vez en el ojo del hurac¨¢n centroamericano para ofrecernos un pu?ado de realidad estremecida y urgente. Leguineche es ya el maestro m¨¢ximo de un g¨¦nero poco atendido en Espa?a: el reporterismo pol¨ªtico a trav¨¦s del planeta y sus guerras.
19 viernes
Aborteros cojos de Ventas, con un alza en la bota, atendidos por mujeres de ritual negro. Reventones aborteros titulados de la calle de Goya, con ascensor de oro y puerta blanca en el piso. (A uno de ellos le dio el infarto en el ba?o y muri¨® abrasado por el agua: el Dios de izquierdas tambi¨¦n castiga sin piedra ni palo.) Ejecutivos cient¨ªficos del aborto que se cobran el servicio en relaci¨®n sentimental con la clienta (nada de cliente, para la mujer, diga lo que diga el diccionario, si. es que dice algo), e incluso le crean dependencia. Ese mundo madrile?o y confuso -?para cu¨¢ndo mi libro Los misterios de Madrid?- es el que ha legalizado el Tribunal Constitucional y Ruiz-Gallard¨®n, a quien como pol¨ªtico felicito por su victoria, aunque sea una victoria nefasta para Espa?a. El aborto no va a desaparecer, pese a Garc¨ªa-Pelayo, sino que las espa?olas van a seguir movi¨¦ndose entre Londres y la hoja de perejil. Londres para la burguesa y la moderna. La hoja de perejil para las adorables mujeres de estraza que da el pueblo. Presidente Gonz¨¢lez parece dispuesto a sortear sargazos jur¨ªdicos que ¨¦l mismo se ha creado, en un alarde ingenuo de legalismo burocr¨¢tico. En tanto, Garc¨ªa-Pelayo y Ruiz-Gallard¨®n han perpetuado, digo, como un Fernando de Rojas que fuera un colectivo, el aborto negro, la picaresca del vientre, los males sagrados. La sentencia del TC ha venido a consagrar todo eso, s¨ª, y, aparte el tema del aborto, que en los pa¨ªses cat¨®licos se convierte en una verdadera guerra de religi¨®n (recu¨¦rdese el refer¨¦ndum italiano al respecto, que pol¨ªticamente perdi¨® el Vaticano), anotamos que el Gobierno ' aprendiz de brujo, ha creado varios monstruos innecesarios, y ahora los Frankenstein se alzan contra ¨¦l.
21 domingo
Ciudad Real, Puertollano, Puerto L¨¢pice, Almoradiel, Herencia. Acepto y realizo una tanda de conferencias por La Mancha ' m¨¢s que por hablar, por hacer un poco de nieto hospiciano del 98. En unos sitios me paro a hablar y en otros s¨®lo a comer. Un camionero, en una gasolinera, me pide un aut¨®grafo y me dice:-Que me he apostado con aqu¨¦l mil pesetas a que le hac¨ªa a usted sonre¨ªr, en cuanto que le hemos visto.
-Pues acaba usted de perder mil pesetas, joven -le digo.
Y las pierde. Uno no anda sonriendo por las gasolineras. Nunca hab¨ªa visto La Mancha tan verde (he contado hasta siete variedades de verdes, desde el m¨¢s acuoso "hasta el m¨¢s profundo", o hasta lo "duramente verde"). Aqu¨ª lo que pasa es que ha llovido este a?o. Los pol¨ªticos nos han tenido enga?ados toda la vida respecto de lo que Lucas Mallada, espejo de arbitristas, con mi paisano Mac¨ªas Picavea, llam¨® "los males de la Patria". Los males de la Patria se resumen en uno, a saber: que no llueve. De nada vale que lluevan pol¨ªticos / chuzos de punta. La Mancha es hoy mismo (no se lo pierdan ustedes, ahora en domingo) una primavera "err¨¢tica y desnuda", con colores m¨¢s finos y mentales que los de mi Castilla la Vieja. La Mancha es una Suiza inventada por Benjam¨ªn Palencia, Gregorio Prieto, Antonio L¨®pez y el actual¨ªsimo Agust¨ªn ?beda, porque los pintores inventan la geograf¨ªa como los escritores inventan la Historia. Ha llovido en Espa?a y est¨¢ verde La Mancha, con perdices adolescentes y esbeltas (maldici¨®n a los cazadores), una cabra negra y ni?a, los malvas / cretona de Palencia (c¨®mo te he recordado, Benjamin, muerto, en este viaje) y las geometr¨ªas apasionadas de ?beda, con alde¨®n al fondo. No he visto -ay- a los poetas. Alcaide porque se me ha muerto y Caba?eros porque se me ha perdido. Oigamos a los pol¨ªticos, no como quien oye llover, sino como quien oye tronar, porque, cuando llueve, crece Espa?a, enverdece el coraz¨®n de piedra de nuestra Historia y pasamos sutilmente de lo africano a lo europeo. "Otro milagro, don Antonio, de la primavera".
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