El terrorismo y la seguridad
DOS SEMANAS despu¨¦s de la tragedia ocurrida en El Descanso, que cost¨® la vida a 18 clientes del popular restaurante madrile?o, el escrupuloso silencio o la completa ignorancia del Ministerio del Interior han hurtado a la opini¨®n p¨²blica esas informaciones b¨¢sicas sobre el brutal atentado a las que tienen derecho los ciudadanos de un sistema democr¨¢tico y que justifican la confianza racional de la sociedad en la competencia y eficacia de sus servicios policiales. Aunque se demostrara definitiva y fehacientemente que la reivindicaci¨®n realizada en Beirut por una organizaci¨®n terrorista isl¨¢mica era aut¨¦ntica, quedar¨ªa todav¨ªa por reconstruir el camino recorrido por esa empresa criminal desde L¨ªbano hasta el coraz¨®n del territorio espa?ol. Que las ¨®rdenes criminales se dieran eventualmente m¨¢s all¨¢ de nuestras fronteras constituye un dato marginal a la hora de investigar la infraestructura, la composici¨®n y los contactos en nuestro suelo de una banda extranjera capaz de seleccionar como objetivo un restaurante frecuentado por s¨²bditos norteamericanos, instalar una carga explosiva en el edificio, borrar las huellas y encontrar refugio seguro en un medio urbano extra?o.La frialdad y el distanciamiento mostrados por los medios oficiales hacia las v¨ªctimas de ese atentado -enterradas sin la presencia de algunas personalidades habituales en este tipo de exequias- tal vez descansen sobre el inicuo juicio de que no es lo mismo una matanza indiscriminada de personas modestas perpetrada por una banda extranjera que el asesinato selectivo de hombres uniformados, dirigentes pol¨ªticos o l¨ªderes sociales ejecutado por una organizaci¨®n espa?ola. Si tal fuera la explicaci¨®n, habr¨ªa que dudar no s¨®lo de la sensibilidad del Gobierno y de su extra?a concepci¨®n de la seguridad ciudadana, sino tambi¨¦n de su capacidad para comprender la envergadura y las implicaciones del terrorismo internacional. Porque la incorporaci¨®n del territorio espa?ol al campo de operaciones donde los servicios secretos de las grandes potencias y de sus aliados libran sus guerras desestabilizadoras es una noticia tanto o m¨¢s grave que la persistencia de los grupos terroristas con identidad conocida. Esa especie de inconfesado alivio oficial que subyace a la hip¨®tesis de una autor¨ªa extranjera en el atentado de El Descanso resulta especialmente desconcertante si se recuerda el inminente viaje a Madrid del presidente Reagan.
Junto a la inquietante aparici¨®n del brote terrorista materializado en la tragedia de El Descanso, el comunicado hecho p¨²blico el viernes por ETA Militar (ver EL PAIS del 26 de abril) a?ade otro motivo de preocupaci¨®n para la seguridad ciudadana. ETA Militar amenaza a los turistas espa?oles y extranjeros con una "campa?a de sabotaje" en la zona mediterr¨¢nea, al estilo de la proyectada por ETA Pol¨ªtico-militar en los veranos de 1979 y 1980. Aun sin excesiva confianza en la eficacia de las citas, recordaremos que hace cinco a?os Herri Batasuna consider¨® "contrarrevolucionaria" "disparatada" y "nociva" la campa?a antitur¨ªstica de los polimilis, acusada de "confundir la lucha del pueblo vasco y minar la necesaria solidaridad entre los trabajadores de los distintos pueblos de Espa?a".
De confirmarse la nueva direcci¨®n emprendida por ETA Militar, cabr¨ªa inferir que el endurecimiento de las medidas adoptadas por las autoridades francesas en el antiguo santuario de las bandas armadas ha obligado a la organizaci¨®n terrorista a cruzar la frontera y a extender su ¨¢rea de actuaci¨®n -hasta ahora limitada b¨¢sicamente al Pa¨ªs Vasco y a Madrid- al resto de Espa?a. La cooperaci¨®n de Francia era una condici¨®n para que la democracia espa?ola pudiera hacer frente al desaf¨ªo terrorista. Tambi¨¦n el compromiso del Gobierno vasco y del Partido Nacionalista Vasco con la lucha antiterrorista constitu¨ªa un requisito imprescindible para su ¨¦xito. El pacto de legislatura entre los nacionalistas y los socialistas vascos y los en¨¦rgicos pronunciamientos del lendakari Ardanza han satisfecho esa exigencia. Finalmente, las autoridades policiales han reclamado siempre, con argumentaciones m¨¢s que discutibles, manos Ubres para arrestar sospechosos, registrar domicilios, intervenir comunicaciones e interrogar durante 10 d¨ªas a los detenidos. La ley Antiterrorista del Gobierno actual endurece y ampl¨ªa la legislaci¨®n excepcional, a fin de otorgar a la polic¨ªa las facilidades solicitadas. Se han acabado los pretextos: el Ministerio del Interior tiene ya todas las cartas en su mano y depende de su eficacia y capacidad el ¨¦xito en la lucha contra ETA.
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