800 republicanos espa?oles lucharon junto a la URSS en revancha contra el nazismo
Para los exiliados de la guerra de Espa?a, luchar contra la Alemania nazi era una forma de trabajar para el regreso al pa¨ªs que hab¨ªan tenido que abandonar huyendo. "Nos empujaba el deseo de desquitarnos de una espina clavada, y adem¨¢s est¨¢bamos agradecidos a la URSS", afirma Castul P¨¦rez, de 71 a?os, marmolista, ingeniero minador, traductor jubilado y uno de los 800 espa?oles que lucharon al lado de la URSS en la II Guerra Mundial. Castul P¨¦rez, que sali¨® hacia la URSS desde un campo franc¨¦s en el norte de ?frica, particip¨® en la organizaci¨®n de la defensa de Mosc¨².Al combatir junto a los sovi¨¦ticos, los espa?oles les pegaban los estribillos de Ay Carmela, El Quinto Regimiento y otras canciones republicanas. "?Y hay que ver la impresi¨®n que causaban esas canciones en aquel Mosc¨² solitario y a oscuras!", exclama Roque Serna, quien se ha dedicado a investigar la participaci¨®n espa?ola en las filas sovi¨¦ticas durante la II Guerra Mundial. Seg¨²n sus datos, un total de 207 espa?oles murieron combatiendo. Esta cifra incluye el grupo de j¨®venes que empu?¨® las armas en Leningrado; entre ellos, los aprendices de la f¨¢brica Electrosil.
De los supervivientes, unos 80 est¨¢n hoy en Espa?a; y un centenar, en la URSS, repartidos entre distintas ciudades. Roque Serna, por ejemplo, particip¨® en la defensa de Mosc¨² con el grado de teniente mayor y reside hoy como jubilado en esa ciudad. Como la mayor¨ªa de sus compa?eros, es miembro del Comit¨¦ de Veteranos de Guerra Espa?oles, un organismo adscrito al Comit¨¦ de Veteranos de la URSS. Antonio Cano, otro de los miembros del comit¨¦, preside el grupo de aviadores de la Rep¨²blica residentes en Mosc¨² y es actualmente redactor de la secci¨®n espa?ola de la agencia Tass.
Carlos Garc¨ªa Ferm¨ªn, de 74 a?os, es el presidente del Comit¨¦ de Veteranos Espa?oles. Hasta 1980 trabaj¨® como int¨¦rprete. Antes fue guerrillero en Ucrania, estuvo en los C¨¢rpatos, Labukovina y en Ruman¨ªa. Como ¨¦l, la mayor¨ªa de los combatientes espa?oles luch¨® como guerrilleros, realizando misiones de sabotaje en la retaguardia alemana. Los espa?oles participaron en la V Brigada Aut¨®noma de Tropas de Ingenier¨ªa, que luch¨® en el frente de Mosc¨²-Kalinin y zonas ocupadas de Bielorrusia, y en la Brigada Especial (Osbom), donde causaron 137.000 bajas a los alemanes, hicieron descarrilar 1.415 convoyes militares y volaron 335 puentes, entre otras cosas.
Guerrilla en Bielorrusia
La contribuci¨®n de los guerrilleros fue especialmente importante en Bielorrusia. Aqu¨ª luch¨® Rub¨¦n, el hijo de Dolores Ib¨¢rruri, Pasionaria, presidenta del PCE, que posteriormente ser¨ªa herido en Stalingrado (1942). Rub¨¦n muri¨® a consecuencia de aquellas heridas. De este suceso y de otros relacionados con los guerrilleros espa?oles queda constancia en el Museo de la Gran Guerra Patria, de Minsk, donde desva¨ªdas fotograrias dejan constancia de la presencia espa?ola. "Como muestra de amistad, Juan", reza la dedicatoria escrita a mano sobre la imagen de un tal Juan Iglesias, muerto en Bielorrusia en 1942.Entre los guerrilleros, los veteranos espa?oles ensalzan a Francisco Gull¨®n, capit¨¢n ex combatiente de Guadarrama, al que la emigraci¨®n llev¨® a Jarkov. En 1942, el mariscal Vorochilov encarg¨® a Gull¨®n el mando de un destacamento que iba a actuar en Leningrado y Novgorod. Su instrumento era la trilita, convenientemente colocada en las v¨ªas f¨¦rreas que conduc¨ªan a Leningrado desde Occidente. S¨®lo tres espa?oles sobrevivieron. Tras nueve d¨ªas de aislamiento al otro lado del enemigo, un grupo de supervivientes atraves¨® el frente por Miasnoi Bor. Gull¨®n muri¨® varios meses m¨¢s tarde a consecuencia de las heridas recibidas en el vientre.
La experiencia de combate acumulada en la guerra civil convert¨ªa a los espa?oles en valiosos elementos. Esto se puso de manifiesto en el caso de los aviadores, quienes adem¨¢s se hab¨ªan formado profesionalmente en la URSS durante la Rep¨²blica. Cuatro promociones de pilotos hab¨ªan pasado por el campo de entrenamiento de Kirovadad, en Azerbaiy¨¢n, un lugar elegido por sus buenas condiciones clim¨¢ticas. Ochocientas personas fueron entrenadas entre pilotos y observadores, y a la ¨²ltima promoci¨®n no le dio tiempo a regresar a Espa?a, seg¨²n explica Jos¨¦ Bravo, quien termin¨® la guerra civil como segundo jefe de un grupo de moscas (apodo del I-16 sovi¨¦tico); y la II Guerra Mundial, como comandante. Ciento cuarenta de aquellos pilotos participaron en la guerra al lado de la URSS.
De paso por Mosc¨², donde lleg¨® a ser decano de la facultad de int¨¦rpretes Maurice Thorez, Bravo recuerda la misi¨®n que le fue encomendada en Baku como jefe de una escuadrilla de caza nocturna formada por 12 aviones. "Al principio eran los mismos modelos que hab¨ªan participado en la guerra espa?ola, el mosca y el chato (I-15), pero poco a poco se introdujeron nuevos aparatos, como el Spitfire y el Hurricane, enviados por los ingleses. Una de las misiones de los espa?oles en Baku era volar a Teher¨¢n para recoger los aviones norteamericanos destinados a los sovi¨¦ticos. Otra misi¨®n era proteger la capital de Azerbaiy¨¢n, que los alemanes no bombardeaban con la esperanza de apoderarse de los pozos de petr¨®leo.
Escolta de Stalin
Un d¨ªa de oto?o de 1943, los pilotos espa?oles recibieron un encargo muy especial: una escuadrilla de 12 cazas deb¨ªa proteger a dos aviones Douglas con una importante delegaci¨®n a bordo. Deb¨ªan disparar sobre cualquier aparato, amigo o enemigo, que sobrevolara los aviones escoltados. Al aterrizar en Teher¨¢n descubrieron que el viajero era Josif Stalin, que iba a entrevistarse con Roosevelt y Churchill. Bravo mandaba la escuadrilla. Al salir del avi¨®n, Stalin advirti¨® el mal estado de los uniformes de sus pilotos y pregunt¨®: "?Por qu¨¦ vienen estos pilotos en calzoncillos?". "No son calzoncillos, general¨ªsimo, es que se han requemado con el sol". Uniformes nuevos y medallas fueron la consecuencia de la aventura.Participar en la guerra como pilotos no fue f¨¢cil para los espa?oles, que hasta 1942 se encontraban dispersos en las filas de los combatientes sovi¨¦ticos, pero no ejerc¨ªan su especialidad, ya que el PCE les consideraba como cuadros a proteger para un eventual regreso. Los pilotos presionaban sobre el Komintern y sobre el b¨²lgaro Giorgi Dimitrov para que les dejaran volar, seg¨²n cuenta Antonio Cano. Un casual encuentro de Bravo con el general Osipenko en la calle de Gorki, de Mosc¨², acab¨® de decidir la cuesti¨®n. Osipenko hab¨ªa sido jefe de escuadrilla en Espa?a y era en 1942 jefe de toda la aviaci¨®n de caza de la defensa antia¨¦rea de la URSS. El hoy teniente general y h¨¦roe de la URSS intercedi¨® por los espa?oles, y ¨¦stos fueron dispersados por todo el sistema de defensa antia¨¦rea, desde Murmansk hasta el mar Negro.
Osipenko insiste en las excelsas cualidades de los pilotos espa?oles, y se?ala que no se hac¨ªa diferencia entre ellos y los sovi¨¦ticos a la hora de reconocer m¨¦ritos. La URSS, dice, "ten¨ªa en 1942 suficientes pilotos con experiencia entre quienes hab¨ªan sobrevivido al inicio de la guerra". En el primer d¨ªa de ataque alem¨¢n, la aviaci¨®n sovi¨¦tica perdi¨® 1.200 aparatos.
Los pilotos espa?oles hubieran querido crear una divisi¨®n a¨¦rea del tipo semejante a la francesa Normand¨ªa-Neman. Ello no fue posible. "La divisi¨®n Normand¨ªa-Neman", afirma Osipenko, "fue creada de acuerdo con De Gaulle, al que nosotros reconoc¨ªamos como Gobierno leg¨ªtimo de Francia. Con Espa?a, el caso era diferente y no ten¨ªamos ninguna clase de pactos, porque s¨®lo hab¨ªa un Gobierno, el fascista de Franco, que nos mand¨® la Divisi¨®n Azul a Leningrado". Seg¨²n Cano, la direcci¨®n del PCE y Stalin trataron de no reproducir en suelo sovi¨¦tico una guerra civil en miniatura, evitando que los espa?oles se enfrentaran con la Divisi¨®n Azul.
Entre los pilotos espa?oles se destac¨® Alex Gerasimov (antes Alfonso Garc¨ªa), que vive ahora en Lipeks, y que se cambi¨® el nombre en reconocimiento a un piloto sovi¨¦tico as¨ª llamado, al que crey¨® muerto por defenderle en la batalla del Ebro. El aut¨¦ntico Alex Gerasimov, sin embargo, no muri¨® en combate, como descubri¨® m¨¢s tarde el aviador espa?ol.
Como sus camaradas sovi¨¦ticos, los espa?oles sufrieron las penalidades de la guerra, el cansancio, el hambre y, sobre todo, el fr¨ªo, al que no estaban acostumbrados.
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