La leyenda del toro blanco
?C¨®mo pasa el tiempo! ?Es posible que empiece hoy otra feria de San Isidro? ?Y har¨¢ 19 a?os desde aquello de Anto?ete y el toro blanco? ?Ha pasado tanto tiempo desde que sali¨® de los chiqueros Atrevido, de la ganader¨ªa de Osborne, y el diestro de Madrid la arm¨® en una de las mejores faenas que se recuerda en la Plaza de Toros de Las Ventas del Esp¨ªritu Santo? ?Hemos visto tantas ferias desde aquella faena que resucit¨® a Anto?ete? Pues s¨ª, parece que s¨ª. Fue el d¨ªa de San Isidro de 1966 cuando pas¨¦ aquello, tal d¨ªa como hoy hace exactamente 19 a?os.Claro que, como despu¨¦s dir¨ªan los expertos, el toro no era blanco: era ensabanao o jabonero o berrendo o c¨¢rdeno claro o capirote o salpicao o lucero o tal vez todas esas cosas juntas. Pero cuando el encierro lleg¨® a la Venta del Bat¨¢n, la Prensa, primero, y el p¨²blico, despu¨¦s, se fijaron en eso de la blancura, como si fuera el primer toro de ese color jam¨¢s nacido, y pronto familias enteras hac¨ªan un peregrinaje para ver al toro blanco. Hoy en d¨ªa hasta los taurinos, incluso aquellos que saben de pelajes, lo llaman el toro blanco, as¨ª de hondo ha calado esta historia.
Y para resucitar, naturalmente, Anto?ete primero ten¨ªa que haber estado muy abajo, y antes de estar muy abajo, ten¨ªa que haber estado muy arriba. As¨ª fue: Anto?ete ha subido y bajado en el toreo tantas veces que debe de estar mareado.
Por ejemplo, estaba muy arriba en 1952, cuando encabez¨® la clasificaci¨®n de novilleros; los aficionados y cr¨ªticos alabaron su estilo puro y le vaticinaron un brillante porvenir. Y desde luego, estaba muy arriba tras la brillante faena a Atrevido y empezaron a llover contratos: otra vez toreaba a gusto. Y claro que Anto?ete se encontraba arriba hace unas temporadas cuando, a los 50 a?os de edad, triunf¨® en Madrid en su ¨²ltimo intento en la primera divisi¨®n, cuando resucit¨® una vez m¨¢s. Todav¨ªa se encuentra arriba.
Pero tambi¨¦n el diestro ha estado muy abajo, varias veces se ha marchado de los toros tan desilusionado con esta profesi¨®n como los p¨²blicos lo estaban con ¨¦l. En 1964 tore¨® una sola vez, y el a?o siguiente se encontraba separado de su mujer, solo y sin dinero. Estaba muy abajo Anto?ete en 1975 cuando tore¨® s¨®lo dos veces y su cu?ado, el mayoral de la plaza de Madrid, le cort¨® la coleta. Se fue a vivir a Venezuela y so?ar con volver. Mientras no pod¨ªa dormir por la noche, recordaba aquellos tiempos cuando fue rico y famoso. Y desde luego estaba abajo en 1966, unos meses despu¨¦s del triunfo con Atrevido, cuando se rompi¨® una mu?eca y se fastidi¨® aquella temporada. Hace unos a?os se rompi¨® el codo, y eso le quit¨® de nuevo de la circulaci¨®n.
"Esto de los huesos es tremendo", nos dijo el maestro hace unos a?os. "Una cornada se arregla en un par de semanas, incluso es posible salir a la plaza con la herida abierta, pero un hueso roto te puede estropear una temporada entera". Anto?ete cree que tiene los huesos tan delicados a causa de una falta de nutrici¨®n en los a?os siguientes a la guerra.
Los huesos y la juerga, clar¨® est¨¢: a Anto?ete siempre le han gustado la bebida y las mujeres y el juego; en una profesi¨®n que se ha distinguido por sus juergistas, parece que Antonio ha sido una verdadera figura, un aut¨¦ntico n¨²mero uno. ?l minimiza esto: "Lo que pasa es que yo no escond¨ªa nada, yo no soy hip¨®crita, y esto chocaba con cierta moralidad". Bueno, contestan los aficionados, ?pero la abulia y la falta de ganas, todas esas ocasiones en que nos decepcionaste?
Bonito de l¨¢mina
?Ay, aquel toro blanco! Bonito de l¨¢mina, recogido de cuerna, acudi¨® con bravura a los varilargueros y a los banderilleros. Cuando tocaron a matar, servidor recuerda haber dicho a su vecino de localidad: "Hasta ahora, este bicho no ha hecho nada feo". Ya lo creo. Atrevido embisti¨® con una bravura,' una nobleza, con un son incre¨ªbles. Nuestro h¨¦roe estaba a la altura de las circunstancias y lo tore¨® con un empaque, una elegancia y una hondura extraordinarios.
Dicen los aficionados que "los buenos toros descubren a los malos toreros", porque no hay manera de enga?ar al p¨²blico cuando sale un toro de bandera. Viendo a Anto?ete aquel d¨ªa, tambi¨¦n se podr¨ªa decir: "Los buenos toros resucitan a los buenos toreros".
Y lo curioso del caso es que un mes despu¨¦s, en la Corrida de la Prensa, Anto?ete tore¨® a¨²n mejor. Su primer toro, un manso de solemnidad, no tom¨® ni una sola vara y fue condenado a banderillas negras. Pero algo vio el maestro, porque cogi¨® los trastos y cruz¨® la plaza en l¨ªnea recta hacia el bicho, decidido, casi con prisas. Tras tres o cuatro pases por bajo se hab¨ªa hecho con el toro, el burel estaba dominado. Construy¨® una faena casi tan art¨ªsica como la del toro blanco, pero con el aliciente del mayor peligro de su enemigo. Claro que Anto?ete -como sus admiradores y gran parte del publico- cultiv¨® eso del toro blanco, era m¨¢s rentable.
Un a?o despu¨¦s, lidi¨® en Madrid otra corrida de Osborne. Extra?amente, sali¨® otro toro blanco, casi hermano gemelo del primero, y le toc¨® a Pedr¨ªn Benjumea. Pero el toro no era el mismo -no podr¨ªa serlo- y Pedr¨ªn Benjumea no era Anto?ete. A este toro Anto?ete le hizo un quite por ver¨®nicas, rematado con una media soberbia. "El quite de la a?oranza" fue el t¨ªtulo de la foto en un popular peri¨®dico.
Hoy en d¨ªa Anto?ete parece un hombre contento, parece haber enterrado sus demonios particulares. Cuando reapareci¨® hace unas temporadas dijo que volv¨ªa por dinero, que querr¨ªa comprar una peque?a finca para disfrutar con sus hijos y sus nietos. Parece que lo ha conseguido. ¨²ltimamente ha dicho a los peri¨®dicos que ahora torea por afici¨®n, por gusto. Pero cuando termina esta temporada Anto?ete se nos va, nunca m¨¢s volver¨¢ a vestirse de luces. ?Suerte, maestro!
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