Siete presos secuestraron durante 15 horas a cuatro funcionarios y al director de la c¨¢rcel de Pontevedra
Seis reclusos espa?oles y un argelino, amotinados el martes en la prisi¨®n provincial de Pontevedra, depusieron en la tarde de ayer su actitud y liberaron a los cinco funcionarios que manten¨ªan como rehenes, entre ellos el director, tras 15 horas de tensi¨®n y amenazas. Otro funcionario hab¨ªa sido liberado ya a primera hora de la ma?ana. Los reclusos, que en principio amenazaron con matar uno a uno a sus rehenes si no se les facilitaban cuatro veh¨ªculos y otros tantos radiotransmisores, accedieron finalmente a entregarse despu¨¦s de obtener del director general de Instituciones Penitenciarias el compromiso de que no habr¨ªa represalias y que el traslado a otros centros penitenciarios se llevar¨ªa a cabo en condiciones normales y no antes de siete d¨ªas.
El mot¨ªn se inici¨® a las 22.30 del pasado martes, pero las negociaciones no comenzaron formalmente hasta las primeras horas de la ma?ana de ayer, con la mediaci¨®n del abogado pontevedr¨¦s Julio Barcia, llamado por ser el defensor del recluso argelino amotinado.La prisi¨®n estuvo en todo momento rodeada por fuerzas de la polic¨ªa y la Guardia Civil e incluso 12 geos se trasladaron a Pontevedra, pero no llegaron a intervenir. Los sublevados est¨¢n condenados a penas de prisi¨®n que suman unos 200 a?os, y uno de ellos tuvo parte activa en el mot¨ªn ocurrido en el centro penitenciario de Vigo el pasado 5 de enero.
Todo empez¨® poco antes de las 22.30 horas. Manuel Gonz¨¢lez Torres, 28 a?os, funcionario, fue alcanzado a trav¨¦s de las rejas por un objeto punzante y comprob¨® con sorpresa c¨®mo un recluso consegu¨ªa apoderarse de sus llaves. A partir de ese momento todo ocurri¨® muy r¨¢pidamente. Cinco reclusos se abalanzaron sobre otros cuatro funcionarios armados con objetos punzantes y cuchillos y les redujeron. El paso siguiente fue el aviso a otros dos reclusos, el argelino Omar Kalid, y Guillermo Garc¨ªa Gonz¨¢lez, conocido como El atracador solitario, que se sumaron inmediatamente a la acci¨®n.
Alertado por los gritos y el alboroto, el director de la prisi¨®n, Juan Jos¨¦ Sim¨®n Garc¨ªa, acudi¨® al lugar y fue convertido de inmediato en el sexto reh¨¦n. El objetivo de los reclusos era la huida, pero no pudieron abandonar el interior de la prisi¨®n al funcionar la alarma, y se hicieron fuertes en la tercera galer¨ªa. Ning¨²n preso m¨¢s se sum¨® al mot¨ªn a pesar de que ten¨ªan en su poder las llaves de las celdas que permit¨ªan la salida de 153 internos. La prisi¨®n de Pontevedra tiene una poblaci¨®n de 191 reclusos.
A la una de la madrugada, el comisario jefe de polic¨ªa de Pontevedra, Julio Mart¨ªnez, se traslad¨® a la prisi¨®n y se iniciaron los primeros contactos con los sublevados que concretaron sus peticiones en la entrega de cuatro coches y otros tantos radiotransmisores. La situaci¨®n fue evolucionando en funci¨®n de esas peticiones y del di¨¢logo entre reclusos y autoridades.
A las cuatro de la madrugada los amotinados exigieron la presencia de los informadores, que no se concret¨® hasta dos horas m¨¢s tarde. Entonces, los informadores pudieron comprobar c¨®mo tres reclusos sujetaban por la cintura a tres funcionarios y les colocaban un cuchillo en el cuello. Escucharon tambi¨¦n las exigencias de los reclusos en el sentido de que una emisora de radio, Radio Pontevedra, difundiera la versi¨®n de que los malos tratos recibidos hab¨ªan sido determinantes en el desencadenamiento de la acci¨®n. A cambio, promet¨ªan la liberaci¨®n de un funcionario herido. Hab¨ªa dos funcionarios m¨¢s con ligeras contusiones. La difusi¨®n de ese mensaje se produjo, no as¨ª la liberaci¨®n.
La prometida liberaci¨®n del primer reh¨¦n se produjo por fin a las 9.30 horas, momento en el que Manuel Gonz¨¢lez Torres pudo confirmar la identidad de los siete sublevados, que en principio hab¨ªan fijado las 11 de la ma?ana para recibir los cuatro veh¨ªculos y en caso contrario amenazaban con matar, uno a uno, a sus rehenes. El plazo se cumpli¨® sin que las amenazas se concretasen y los reclusos fijaron la una de la tarde como hora l¨ªmite, pero esa frontera se super¨® sin incidencias.
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