Un personaje de uniforme
Alfredo Mayo particip¨® en m¨¢s de 250 pel¨ªculas a lo largo de su carrera cinematogr¨¢fica. Nacido en Barcelona en 1911, debut¨® como actor de teatro en la compa?¨ªa de Ernesto Vilches en 1929. Su primera pel¨ªcula, El 113, de R. J. Salvia, data- de 1935.Los personajes de Alfredo Mayo van m¨¢s all¨¢ del heroico alf¨¦rez provisional. Hizo Raza, la pel¨ªcula de Franco, pero tambi¨¦n, trabaj¨® con Saura y, no por despiste, colabor¨® en Raza, el esp¨ªritu de Franco, de Gonzalo Herralde.
Fern¨¢ndez Ardav¨ªn lo llam¨® en 1940 para La florista de la reina. Al a?o siguiente, ya vest¨ªa uniforme en Harka de C. Ar¨¦valo, epopeya de Cifesa sobre la guerra de Marruecos. Para algunos cr¨ªticos su capit¨¢n Valc¨¢zar no es un personaje que entiende la guerra corno ocasi¨®n para la victoria, sino como castigo, como b¨²squeda del ascetismo y la muerte. F¨¦lix Fan¨¦s ha propuesto incluir algunas secuencias del filme en la antolog¨ªa del cine pasional espa?ol.
Tras rodar Escuadrilla (Alfredo Mayo fue oficial de aviaci¨®n franquista durante la guerra) vendr¨¢ aquel mismo a?o, 1941, Raza, de J. L. S¨¢enz de Heredia. En 1942 rod¨® con Juan de Ordu?a ?A m¨ª la Legi¨®n!, donde reaparece con tintes de opereta el tema de la amistad entre dos valientes y la exaltaci¨®n de la vida militar, ajena a las blandenguer¨ªas burguesas. En este a?o, rod¨® Malvaloca, de Luis Marquina. Su Leonardo, un honesto mozo asturiano, ser¨¢ capaz de amar para siempre a la frecuentemente seducida Malvaloca.
La carrera de Mayo prosigui¨® desliz¨¢ndose entre una filmograf¨ªa espa?ola que ofrec¨ªa pocas ocasiones para hacer algo distinto. Ah¨ª est¨¢n ejemplos como El santuario no se rinde (1949) de A. Ru¨ªz Castillo y La Leona de Castilla (195 1) de Juan de Ordu?a. En 1954 trabaj¨® en Alta costura de Luis Marquina, pel¨ªcula a medio camino entre la intriga criminal y el chantaje amoroso. El ¨²ltimo cupl¨¦ (1957) de Juan de Ordu?a, con otro amor redimido, o Quince bajo la lona (1958) contin¨²an el camino de un actor que en los a?os sesenta topar¨ªa con agrado con el cine de autor. Carlos Saura lo llam¨® para La caza (1965), met¨¢fora cineg¨¦tica sobre la guerra civil inducida, entre otras artima?as, por la misma presencia de Alfredo Mayo.Tambi¨¦n de Saura fue Peppermint Frappe (1967), otra vez el erotismo y la presencia maldita de la muerte. Con Pedro Olea rod¨® en 1970 El bosque del lobo y Angelino Fons lo llam¨® en 1972 para Marianela. En 1973, colabor¨® con Claudio Guer¨ªn en La campana del infierno. Trabaj¨® con mujeres cineastas como Josefina Molina (Vera, un cuento cruel) y Pilar Mir¨® (Hablamos esta noche). Figur¨® en los repartos de Jes¨²s y Ricardo Franco (La reina del Tabar¨ªn y Los restos del naufragio, otro filme en el que la presencia de Mayo a?ade recuerdos sin obligar a la memoria a figurar en el argumento). El actor colabor¨® con algunos cineastas extranjeros que pasaron por Espa?a como Wim Wenders (La letra escarlata) o P. Schoendorffer (Sangre en Indochina). Berlanga lo incluy¨® en el reparto de Patrimonio Nacional, uno de los ejemplos m¨¢s contundentes de c¨®mo Alfredo Mayo acept¨® ironizar sobre su propio y viejo arquetipo. En 1982 rod¨® Cecilia, de Humberto Solas.
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