Las Ventas, un compromiso de la comunidad aut¨®noma
San Isidro, a quien le gustaba dejar el arado para meditar mientras otros hac¨ªan su faena, nos impone la obligaci¨®n bien grata de hablar de sus fiestas. Fiestas que, gracias al calor de los madrile?os, van convirti¨¦ndose en algo cada vez m¨¢s apetecible.En Madrid, como en miles de pueblos espa?oles, las fiestas giran en torno a dos ejes: la festiva advocaci¨®n al santo y el amor a correr y lancear toros. El mundo del toro, que lleg¨® a definirse como planeta por el inolvidable D¨ªaz Ca?abate, conoce especiales circunstancias que obligan a profundizar en uno de los aspectos taurinos quiz¨¢ menos tratado: el de la fiesta de los toros como servicio p¨²blico.
Llegado este momento el lector puede esbozar alg¨²n gesto de sorpresa o incluso de contrariedad. Sea como fuere, es preciso reconocer a la fiesta de los toros como una de las expresiones culturales m¨¢s singulares de Espa?a. Y no se habla tan s¨®lo del pasado, sino de una realidad que al d¨ªa va adquiriendo m¨¢s fuerza. Bastar¨ªa para demostrar el aserto contemplar la afici¨®n y el inter¨¦s crecientes entre la juventud.
Todo ello impone una reflexi¨®n desde la responsabilidad de quienes est¨¢n en cargos p¨²blicos: ?cu¨¢l debe ser la f¨®rmula de gesti¨®n en los cosos taurinos de propiedad institucional y muy singularmente en Las Ventas? Unamuno era quien sosten¨ªa que meditar es ya asumir un compromiso. Es obligado aceptar el riesgo y asumir el compromiso de hacer p¨²blicas las reflexiones.
Anunciada ha quedado la opini¨®n de que la fiesta de los toros es un servicio p¨²blico. Y enti¨¦ndase ello en la misma medida que lo es el deporte o cualquiera de las otras manifestaciones culturales. Las instituciones vienen as¨ª obligadas a velar por los intereses de la afici¨®n. La palabra autogesti¨®n, mal aplicada en este caso, ha cobrado singular actualidad estos d¨ªas. Valencia ha tomado sus decisiones. Madrid debe, por la fuerza de los plazos, tomar las suyas, que forzosamente estar¨¢n presididas por un objetivo: la asunci¨®n de responsabilidades que se presentan ineludibles.
Madrid debiera hacer sentir su peculiaridad, que viene marcada por el ascendiente de su prestigio y por ser obligado punto de mira de quienes forman parte del mundo taurino. Quiz¨¢ la mejor soluci¨®n, y se adelanta aqu¨ª una simple opini¨®n, pudiera consistir en gestionar Las Ventas a trav¨¦s de una sociedad que tenga como finalidad ¨²ltima la globalizaci¨®n del hecho taurino, sin olvidar aqu¨¦llas que dio raz¨®n y origen a su monopolio y exclusiva: el allegar fondos a la sanidad regional.
Globalizar el hecho taurino supone algo m¨¢s que gestionar bien para recaudar dinero. Supone tomar en consideraci¨®n la fiesta como fen¨®meno y destacar sus valores culturales. Debi¨¦rase as¨ª promocionar actividades de investigaci¨®n en todos los ¨®rdenes en lo que afecta al toro, complement¨¢ndolo con la difusi¨®n cultural y el fomento de la afici¨®n.
Connotaciones culturales
El fen¨®meno taurino no se acaba en s¨ª mismo, sino que tiene las citadas connotaciones culturales y tambi¨¦n econ¨®micas y sociales. Ello obliga a asumir el compromiso de una reflexi¨®n primero y de una decisi¨®n despu¨¦s sobre la mejor f¨®rmula para afrontar con garant¨ªas el reto de futuro. La gesti¨®n privada, que hasta ahora ha sido la f¨®rmula exclusiva y que seguir¨¢ siendo mayoritaria, y la gesti¨®n directa a cargo de las instituciones son perfectamente compatibles y pueden cohabitar sin da?arse la una a la otra.
San Isidro, la gran fiesta de Madrid, ha comenzado ya. La fiesta del toro ser¨¢ el aglutinante en estos d¨ªas para quienes con ilusi¨®n dirigen sus pasos hacia Las Ventas. Que el patr¨®n depare a todos lo mejor.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.