En favor del programa de Estados Unidos para la defensa estrat¨¦gica
Tradicionalmente, la Uni¨®n Sovi¨¦tica ha abordado las negociaciones sobre desarme en m¨¢s de un plano de acci¨®n. Aparte de intentar influir sobre los resultados de una negociaci¨®n en su foro convenido, lo ha intentado tambi¨¦n mediante la movilizaci¨®n de la opini¨®n p¨²blica y parlamentaria de los pa¨ªses occidentales directamente interesados o que podr¨ªan tener alguna influencia en tales resultados. En el contexto presente, los dirigentes sovi¨¦ticos no habr¨¢n podido por menos de percibir la simpat¨ªa con la que extensos sectores occidentales -oficiales y no oficiales- han acogido determinadas propuestas dirigidas a dificultar el desarrollo de la Iniciativa de Defensa Estrat¨¦gica de Estados Unidos (SDI).El encuentro de enero Shultz-Grorniko fue tratado en todo momento como "unas conversaciones sobre conversaciones", en vez de como una negociaci¨®n sobre el contenido de los asuntos a negociar. El objetivo por el cual se celebr¨® parece alcanzado. Las dos partes convinieron en entablar negociaciones sobre lo que el comunicado conjunto llama "un complejo de cuestiones relativas a las armas espaciales nucleares -tanto estrat¨¦gicas como de alcance medio-, junto con todos aquellos problemas de interrelaci¨®n entre las mismas que se consideran irresueltos".
Ambas partes, asimismo, se pusieron de acuerdo sobre el objetivo de las negociaciones, que expresaron de la manera siguiente: "Alcanzar acuerdos eficaces dirigidos a impedir una carrera de armamentos en el espacio y a poner fin a la misma en la Tierra, a limitar y reducir las armas nucleares y a fortalecer la estabilidad estrat¨¦gica". Lo mismo que fue lamentable el que la Uni¨®n Sovi¨¦tica retirase a sus negociadores de Ginebra hace ahora precisamente un a?o, resulta alentador que ahora se hayan sentado las bases, al menos aparentemente, de un nuevo punto de partida. Un resultado, por lo dem¨¢s, que obedece, en gran medida, a la cohesi¨®n de los aliados occidentales durante un per¨ªodo dif¨ªcil y a la diplomacia constructiva desarrollada por Estados Unidos.
Pero un punto de partida nuevo, cuya necesidad es incuestionable, no va a ser suficiente. Hay problemas muy dif¨ªciles de resolver, y va a hacer -falta una diplomacia paciente y constructiva por parte de uno y otro lado.
Del comunicado conjunto de enero se desprende que las negociaciones se organizar¨¢n de manera que se aborden tres grandes ¨¢reas de problemas: las armas estrat¨¦gicas nucleares, las armas nucleares de alcance medio y el espacio. Las primeras dos categor¨ªas corresponden, en un sentido amplio, a las negociaciones START e INF, interrumpidas por la Uni¨®n Sovi¨¦tica a finales de 1983. Las dificultades existentes, por tanto, son, en, gran medida, del dominio p¨²blico.
En el caso de las armas estrat¨¦gicas , no hay duda de que la tarea de las negociaciones se ha hecho mucho m¨¢s compleja a causa de las asimetr¨ªas desarrolladas a lo largo de los a?os entre los arsenales estrai¨¦gicos de Estados Unidos y de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Mientras que los norteamericanos han atribuido un valor considerable a los proyectiles con base en submarinos, la Uni¨®n Sovi¨¦tica ha acumulado, por su parte, un arsenal de misiles pesados con base en tierra. Los recursos as¨ª configurados representan no s¨®lo una inversi¨®n financiera muy importante, sino una situaci¨®n a la cual cada lado se ha acostumbrado y en la cual se siente seguro. As¨ª pues, una negociaci¨®n organizada por categor¨ªas tendr¨ªa -por decirlo de una manera suave- que superar algunas posiciones- bien arraigadas.
Sistemas de alcance medio
Te¨®ricamente por lo menos, hay una alternativa: establecer un cuadro de transacciones convenidas por ambos lados y que supongan un equilibrio efectivo que no exija Regar a una simetr¨ªa perfecta entre sistemas armament¨ªsticos de un mismo tipo. Es ¨¦sta una idea que vale mucho la pena estudiar y que no ser¨ªa raro que en la pr¨¢ctica proporcionase resultados ¨²tiles. Pero resultar¨ªa vano pretender que es f¨¢c¨¢ fijar el tipo de intercambio entre manzanas y peras.
En el caso de los sistemas de alcance medio, el problema es menos complejo hasta cierto punto. Lo que ha de equilibrarse no son tanto manzanas con peras como la preponderancia acusada en una categor¨ªa armament¨ªstica que la Uni¨®n Sovi¨¦tica intenta incrementar por medios que van desde la producci¨®n y despliegue de nuevos misiles SS-20, pasando por el intento de frustrar los despliegues occidentales -que son estrictamente limitados- de casi cualquier modo que no sea el de ponerse a negociar en Serio con la delegaci¨®n' occidental, hasta, siquiera sea por complicar m¨¢s las cosas, el emplazamiento de misiles Scaleboard en Aleniania Oriental y Checoslovaquia.
Esto produce otra asimetr¨ªa ?inportante, en la ecuaci¨®n. Los dirigentes sovi¨¦ticos tienen una idea muy acertada de la importancia que para Occidente tiene la cohesi¨®n entre los aliados, y asimismo de, la importancia que la opini¨®n p¨²blica tiene para los Gobiernos occidentales. Como aspecto de ese proceso, y tambi¨¦n como eventual alternativa al mismo, buscar¨¢n estimular la presi¨®n parlamentaria y extraparlamentaria sobre los Gobiernos occidentales afectados.
Solamente cuando se hayan convencido de que han puesto, a prueba los l¨ªmites de este enfoque es probable que se decidan a pasar al trabajo serio de negociaci¨®n confidencial en la sala de conferencias, que es donde los negociadores occidentales han permanecido todo el tiempo. Otra de las asimetr¨ªas tiene particular inter¨¦s en lo que respecta al tercer foro de negociaci¨®n -es decir, el del espacio-, pero tambi¨¦n posee un significado de car¨¢cter m¨¢s general. El desarme y el control de armamentos deber¨ªan conceptuarse no como una alternativa a nuestra pol¨ªtica de seguridad, sino como parte integrante de ella. De ello se desprende que necesitamos unos acuerdos que no s¨®lo respeten las necesidades de seguridad de uno y otro lado, sino que tambi¨¦n ofrezcan confianza para poder seguir actuando de la misma manera. Y ello significa que deben ser unos acuerdos verificables. En principio, esto es. algo que afecta a ambos lados, pero en la pr¨¢ctica no cabe duda de que para los dirigentes sovi¨¦ticos es m¨¢s f¨¢cil que para Estados Unidos asegurarse, sin necesidad de cl¨¢usulas de verificaci¨®n, de que el otro lado cumple con las obligaciones contra¨ªdas por tratado. La explicaci¨®n de ello est¨¢, en parte, en el periodismo de investigaci¨®n, sin olvidar la fiscalizaci¨®n del Ejecutivo por parte del Congreso.
La combinaci¨®n de ambos elementos, adem¨¢s de la tradici¨®n democr¨¢tica en que ambos se sustentan, es muy poderosa, lo bastante como para hacer inevitable que, por ejemplo, la Uni¨®n Sovi¨¦tica pudiera descubrir con rapidez un intento norteamericano de asignar fondos y llevar a la pr¨¢ctica un programa importante de investigaci¨®n en materia de defensa estrat¨¦, gica que traspasara las limitaciones que hubieran podido imponerse mediante acuerdo. Esto es un proceso que s¨®lo funciona en esa direcci¨®n; la situaci¨®n es inamovible y parece que seguir¨¢ si¨¦ndolo a ese respecto. Mientras que, en raz¨®n de ello, es posible prever un acuerdo que condujera a la fijaci¨®n de unas limitaciones verificables sobre la experimentaci¨®n o despliegue de determinados elementos de un sisterna de misiles antibal¨ªsticos, no veo c¨®mo se Podr¨ªa tener confianza suficiente en un acuerdo que tuviera por objeto impedir la investigaci¨®n.
Defensa y seguridad
Detr¨¢s permanece la cuesti¨®n de fondo. ?Podr¨ªamos definir y desplegar un sistema de defensa estrat¨¦gica que aumentase la seguridad de Estados Unidos y de sus ¨¢liados? S¨¦ que hay quienes se han formado ya una opini¨®n tajantemente afirmativa o negativa sobre la cuesti¨®n.
Por mi parte, he reflexionado detenidamente sobre los argumentos que se aducen en uno y otro sentido, y no estoy convencido de que se haya impuesto definitivamente ninguno de ambos. Creo que es mucho m¨¢s persuasivo el argumento de que hay una hip¨®tesis que necesita ser comprobada, que es lo que Estados Unidos precisamente intenta hacer.
En una conferencia de prensa ofrecida despu¨¦s de las conversaciones que mantuvo con el pres¨ªdente Reagan, Margaret,Thatcher resumi¨® su posici¨®n de la manera siguiente:
"Primero, que la finalidad de Estados Unidos y de Occidente no era la de conquistar la superioridad, sino la de mantener el equilibrio, contando de antemano con la evoluci¨®n sovi¨¦tica. Segundo, que el despliegue relacionado con la SDI no ser¨ªa materia de negociaciones, dadas las obligaciones ya contra¨ªdas por tratado. Tercero, que la finalidad general es la de profundizar, y no la de minar, la disuasi¨®n. Y cuarto, que la negociaci¨®n entre Este y Oeste deber¨ªa orientarse al logro de una situaci¨®n de seguridad en la que el nivel de los sistemas ofensivos de amhos lados se hubiera reducido".
Se trata de puntos importantes, y no estoy seguro de que hayan sido tenidos completamente en cuenta por algunos de los cr¨ªticos m¨¢s ac¨¦rrimos de la Iniciativa de Defensa Estrat¨¦gica. Pero, dicho esto, quiero insistir en que el argumento est¨¢ todav¨ªa por probar. En ¨²ltima instancia, resultar¨¢ extre madamente dif¨ªcil concebir un sis tema de defensa estrat¨¦gica que cumpla esos objetivos de equilibrio, de no superioridad y de disuasi¨®n ampliada. Es demasiado pronto para decir c¨®mo van a seguir actuando los sovi¨¦ticos o incluso de predecir la forma en que ir¨¢n materializ¨¢ndose resultados.
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