El Cid Bayard .
Imaginen esto, ocurrido en Madrid durante la corrida de la Beneficencia el 2 de junio de 1895, tal d¨ªa como hoy hace exactamente 90 a?os: sale al ruedo el segundo de la tarde, Mochuelo, de la ganader¨ªa de F¨¦lix G¨®mez, y se encuentra con el picador Jos¨¦ Bayard, Badila, un hombre "de gallarda y esbelta figura y poderosa complexi¨®n". De, las 10 varas que recibe Mochuelo, seis son de Badila, quien en el primer encuentro le peg1 al toro con tal fuerza que lo derriba. En la ¨²ltima vara gana el corn¨²peto: el jamelgo y su jinete caen con. estr¨¦pito."En tanto los matadores hac¨ªan el quite, Badila se incorpor¨®, y adelant¨¢ndose al grupo de los espadas llam¨® la atenci¨®n del bicho, que parti¨® hacia ¨¦l, y encun¨¢ndole lo derrib¨®, sin otras consecuencias", escribi¨® Paco Media-Luna en El Toreo. " Se?or don Jos¨¦,_hay que tener en cuenta que hizo usted muy mal en meterse a torear de a pie vistiendo el traje de hierros, y le pudo a usted costar caro y a nadie pod¨ªa echar culpa del percance. Los jinetes, a picar...". Pero para los aficionados, aquel gesto no era nada extra?o en Badila; as¨ª de impetuoso e incontrolable era.
Jos¨¦ Bayard y Cort¨¦s naci¨® en Tarragona en 1858, hijo de un franc¨¦s y una espa?ola. Muy pronto demostr¨® afici¨®n por los caballos y expres¨® el deseo de ser picador. Empez¨® trabajando con el diestro Gonzalo Mora, quien le dio su apodo. Una tarde Mora le vio muy serio y le dijo: "Chico, di algo, que est¨¢s tan callado que parece que te has tragado el rabo de la badila". 'En noviembre de 1876 Badila debut¨® en Madrid en una novillada, y caus¨® muy buena impresi¨®n. Un a?o m¨¢s tarde trabajaba en la misma plaza como mozo de estoques del gran Frascuelo, quien fue cogido de mala manera; Badila se tir¨® al ruedo y salv¨® a su protector, gesto que tanto impresion¨® a Frascuelo que abon¨® por Badila la cantidad necesaria para redimirle el servicio militar.
El d¨ªa 1 de junio de 1879, Badila tom¨® la alternativa de picador en Madrid. S¨ª, alternativa: en aquellos tiempos se tomaba en serio la suerte de varas, hab¨ªa figuras y todo, los del castore?o no eran los vulgares matarifes de ahora. Despu¨¦s trabaj¨® a las ¨®rdenes de los principales espadas. Fue juzgado as¨ª: "Un gran picador, valeroso, art¨ªstico, esforzado, gallardo, que figurar¨¢ en primera fila en la historia del toreo entre los varilargueros de todos los tiempos".
El entusiasmo de Badila fue desbordante. En corridas ben¨¦ficas sol¨ªa torear de pie y matar y, en una ocasi¨®n, hasta agarr¨® al toro al estilo portugu¨¦s, pero sin la ayuda de otrosforgados. Varias veces coloc¨® pares de banderillas, tanto de a pie como en plan rejoneador. En un festejo en 1899, que pretend¨ªa ser una muestra de las suertes de toda la historia del toreo, Badila alance¨® un toro; aquella tarde se anunci¨® como El Cid' Bayard. Y en m¨¢s de una ocasi¨®n en que no toreaba, sali¨® al ruedo come, monosabio.
Fuera de las plazas, Badila era m¨¢s extravagante a¨²n. "Badila era, por temperamento, lo que vulgarmente se llama fino", escribi¨® El Bachiller Gonz¨¢lez de Rivera, autor de una breve biograf¨ªa del varilarguero. "Es decir, aspiraba a la correcci¨®n de maneras sociales y a la elevaci¨®n de la intelectualidad".. Badila prescindi¨® del cl¨¢sico traje corto de. los toreros para vestirse a la ¨²ltima moda internacional. Tambi¨¦n efectu¨® importantes innovaciones de la indumentaria profesional: cambi¨® la funda de hierro que proteg¨ªa las piernas de los picadores, reform¨® la calzona y dise?¨® una nueva chaquetilla.
Ba.dila tocaba bien el piano, cantaba y "arremet¨ªa, sin hacer mal el papel, con romanzas de ¨®peras". Fue especialmente popular en los viajes que hizo para torearen Uruguay, M¨¦xico y Cuba entre 1886 y 1890. Seg¨²n un peri¨®dico de Montevideo, Badila fue asistente asiduo al teatro, donde disert¨® con conocimiento sobre la m¨²sica y el arte. "En La Habana se hizo popular¨ªsimo: cant¨® en teatros, estoque¨® en becerradas y represent¨® juguetes c¨®micos".
Pero con el paso de los a?os vino la inevitable decadencia, y Badila trabaj¨® en cuadrillas y plazas de menor importancia. Pic¨® por ¨²ltima vez en Madrid el 24 de septiembre de 1905, de reserva, puesto por la empresa. Muri¨® en 1906, a los 47 a?os, v¨ªctima de una congesti¨®n cerebral, aunque se hizo poco eco del hecho en la Prensa, pocos se acordaron de esta gallarda figura del toreo. Record¨¦mosle aqu¨ª: un hombre de genio y casta, caballero en plaza, El Cid Bayard.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.