La vocaci¨®n europea del tebeo vasco
En Euskadi se lee m¨¢s que se escribe, y se prefiere ver a leer. El comic, pintura que se lee y texto que se mira, conjuga las predilecciones de un p¨²blico receptivo y de unos pl¨¢sticos y escritores deseosos de agilizar sus cauces de expresi¨®n y de acabar de una vez por todas con la beater¨ªa vanguardista de que no se debe pintar literario. El comic es aqu¨ª cine encuadernado que ha hecho trocar el lienzo megal¨ªtico por la vi?eta arrojadiza.
Gente como Berzosa, Jos¨¦ Ibarrola, Antxon Olariaga, Os¨¦s e incluso Mendiz¨¢bal, el joven Mendi, que estudia Bellas Artes en Bilbao, publica la tira de tiras y se pregunta por qu¨¦ el tebeo no es asignatura. Otro pintor, Javier Mina, hoy es c¨¦lebre como guionista. En cuanto a Redondo, lleg¨® al mundo del ¨¢lbum desde Porcelanas del Bidasoa, donde le pon¨ªa florecillas a los juegos de t¨¦.Los ¨²ltimos viernes de mes, este hormiguero de profesionales celebra una te¨ªtulia informal con tinto en vaso de pl¨¢stico en los reducidos locales de la librer¨ªa Comics, de San Sebasti¨¢n, donde se venden exclusivamente tebeos, posters, algunas publicaciones mixtas -La Luna, Pamiela, Lux Daemoniorum- y otras mascotas. Dibujantes y guionistas confraternizan all¨ª , al atardecer, y se desperezan tras cuatro semanas de pendolisrno continuo en sus covachuelas. En Comics se urden proyectos, se ense?an planchas a medio gestar, se intercambian filtros y n¨²meros de tel¨¦fono, se cotejan tarifas, se apalabran ediciones. Est¨¢ entre el zoco, el ¨¢gora y la sede sindical.
Desde aquel Ehun kilo que sacaran a mediados de los setenta, en euskera, Belloso y Rotu Astrain, hasta el lujuriante Orfeo, versi¨®n de la ¨®pera de Monteverdi en plumilla de Jos¨¦ Ibarrola que acaba de presentarse en Francia y en franc¨¦s -y cuya versi¨®n castellana se presenta hoy en el Sal¨®n del C¨®mic de Barcelona, la vi?eta vasca ha ido desarroll¨¢ndose sin desmayo, a pesar de los altibajos, crisis, sobresaltos y quiebras, hasta cuajar en vocaci¨®n expansionista, europea, ecum¨¦nica. Al contrario que otras est¨¦ticas que en Euskadi se empantanaron en la recuperaci¨®n compulsiva de ra¨ªces, hoy anclada en un kitsch hist¨®rico -prehist¨®rico- que hace sonre¨ªr a sus devotos de entonces, dir¨ªase que la vi?eta vasca jam¨¢s se ha planteado la identidad como pr¨®tesis, sino como herramienta o, m¨¢s a¨²n, como veh¨ªculo. No quiere decir esto que se haya prescindido de perspectivas testimoniales -viene a la memoria aquel sulf¨²rico Sanfermines 78, de Ernesto Murillo, Sim¨®nides, cuya ¨²ltima producci¨®n, Nafarroa Afrika da, le consagra en un inimitable expresionismo chungo-; las hubo, pero no se solidificaron. No existe en el terreno del comic en Euskadi el equivalente de la estela funeraria, tan multiinterpretada por una escultura fetich¨ªsta. As¨ª se puede hablar de tebeo vasco, pero no de una l¨ªnea vasca.
Suburbanos, marineros
Ni siquiera en Habekomik -donde colaboran Ofiate, Gast¨®n, Alem¨¢n Amundarain, Berzosa, Mendiz¨¢bal y, en fin, casi todo el etc¨¦teralo did¨¢ctico predomina sobre lo narrativo, ni lo vasco-oficial sobre lo vasco-coloquial. El que los globos sean en euskera y el papel -excelente- del pa¨ªs no significa que el material lo constituya el idioma, sino el lenguaje. Como editorial privada, Ttarttalo ofrece un mayor surtido. Suyos son los derechos de Orfeo, que electrizar¨¢ a los entendidos cuando un d¨ªa de ¨¦stos se ponga a la venta la versi¨®n en castellano: alterna vi?etas de doble margen para la representaci¨®n textual de la ¨®pera con otras de margen sencillo para el flashahead o divagaci¨®n futurizada. Este mismo sello, Ttarttalo, prepara la continuaci¨®n de Gentuza, serie en blanco y negro suburbana, trepidante, delincuente, suspensiva, cuyo escenario es el Bilbao oxidado y corrupto. Su protagonista es Titez, golfo tan antiheroico que el pr¨®ximo episodio se lo pasa en la c¨¢rcel y apenas sale. A los dibujos de Berzosa les puso argumento Harriet, vers¨¢til guionista, autor de otro seria? de caracter¨ªsticas tambi¨¦n portuarias, s¨®lo que ancestrales, aunque no son¨¢mbulas: las aventuras de Justin Hiriart, ballenero del XVII, corsario solter¨®n, ast¨¦nico y vagamente barojiano. Lo dibuja con hiperb¨®reo colorido Francisco Fructuoso.
Pamiela, de Pamplona, comenz¨® siendo una revista literaria mensual culta, coqueta y distanciada de lo cutre. Ahora ha dilatado sus actividades y hace poco puso en el mercado varios ¨¢lbumes notables. Destaquemos, adem¨¢s del Nafarroa Afrika da, de Sim¨¦nides, citado l¨ªneas* arriba, una historia de la Comuna de Par¨ªs escrupulosamente resuelta por el t¨¢ndem Os¨¦s-Mina -los amantes de Makoki no les olvidan- en 92 gruesas pero no pesadas p¨¢ginas que prometen continuaci¨®n: un Mundo de las divinidades en la mitolog¨ªa vasca, que introduce en la etnolog¨ªa dibujada -por Resanoal nonagenario y andar¨ªn padre Barandiar¨¢n, y la escalofriante historieta muda de Martorell El otro lado de la ventana.
En noviembre de 1984, el pabell¨®n vasco instalado por su cuenta -ninguna otra autonom¨ªa les acompa?¨®- en la muestra del comic de Lucca (Italia) se adjudicaba el Targa-Unicef como trofeo a la calidad conjunta de los cuadernos all¨ª exhibidos por Elkar, Erein, Habekornik, Ikusager -la editorial vitoriana que lanz¨® el espl¨¦nd¨ªdo Eloy, de Hern¨¢ndez Palacios-, Salda?a, Trokola, Ttarttalo y Pamiela.
Fabricantes de tebeos muy distintos entre s¨ª en sus fines, esp¨ªritu y tendencias, que sorprendieron al jurado por un denominador com¨²n: la categor¨ªa y el acabado de sus ¨¢lbumes.
Perplejidad que su pertenencia a un pa¨ªs quim¨¦rico, perdido, impreciso, el Pa¨ªs Vasco, acentu¨® a¨²n m¨¢s. No era el primer paso en Europa del comic vasco, que ya ven¨ªa traduci¨¦ndose e import¨¢ndose en Francia e Italia principalmente, pero s¨ª representaba la confirmaci¨®n de que la industria editorial vasca hab¨ªa dejado de ser fanzinesca y subterr¨¢nea.
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