Fuera de cacho
La pol¨¦mica erudita sobre toros que nunca alcanzar¨¢ el fervoroso nivel que alcanza en los tendidos, se encrespa todos los a?os cuando san Isidro empieza a pastorear toros por la venta del Bat¨¢n. La literatura es de una radical insuficiencia y sabemos de sus limitaciones como arte representativo. Una ristra de adjetivos es s¨®lo la evidencia de una ret¨®rica manejada con mayor o menor fortuna. En el fondo, se discute en torno a dos conceptos externos al tema que se quiere debatir: humanitarismo y modernidad. Lo cual viene a ser como torear fuera de cacho. Humanitarismo es un concepto moral, y modernidad, un concepto equ¨ªvoco en el que lo abstracto de su significado relativiza su intenci¨®n sem¨¢ntica. Pero est¨¢ claro que muchos defensores de la tauromaquia sufren de mala conciencia y de un sentimiento de culpa en la misma medida en que los detractores gozan de un iluminismo misionero. Eugenio Noel era, simplemente, un predicador que se equivoc¨® de tema. Un leve olor a sacrist¨ªa emana de defensores est¨¦ticos y de detractores ¨¦ticos, sin que ni unos ni otros se decidan a coger por los cuernos el toro de sus moralidades.La fiesta es bella porque es b¨¢rbara, y su naturaleza la determina la presencia activa de la muerte. De nada sirve buscarnos coartadas morales sobre la incapacidad del toro -"nacido para el luto"- para el dolor o sobre su significaci¨®n antropol¨®gica y tot¨¦mica. La cuesti¨®n estriba en si sobre la carnicer¨ªa -o a pesar de ella- puede fundamentarse un arte, y parece que s¨ª. La cuesti¨®n est¨¢ en determinar si de la conjunci¨®n de dos fuerzas contrapuestas, lo dionisiaco del toro y lo apol¨ªneo del torero, puede derivarse un temerario ejemplo de armon¨ªa, una r¨¢faga de misterio.
Y parece que tambi¨¦n. Individualizar y exaltar el sufrimiento del toro en el contexto de un mundo que sobrevive gracias a la guerra, la tortura y la aniquilaci¨®n del disidente es un alarde de irracionalismo metaf¨ªsico, una cortina de humo. Y ello sin entrar en detalles de otras artes y habilidades en las que una prudente y cauta codificaci¨®n de la violencia difumina los contornos de la barbarie. La progres¨ªa antifranquista de las ¨²ltimas d¨¦cadas abominaba de la tauromaquia, atribuy¨¦ndole connotaciones fascistizantes o, por lo menos, regresivas. Luego, con los pfimeros destellos de una transici¨®n integrada, integr¨® la fiesta, la asumi¨® y busc¨® en hondos pozos culturales una raz¨®n legitimadora. Lo cierto es que las corridas de toros no necesitan legitimaciones ni exclusiones pol¨ªticas.
El p¨²blico taurino, como tal, ni es dem¨®crata ni ejerce la democracia en las plazas; por contra, es arbitrario, intransigente y fatuo. Los toreros tampoco tienen que ver riada con la izquierda y, a pesar de su original familiaridad con la pobreza, son, m¨¢s bien de derechas, no son nada o no saben lo que son. Los ¨²nicos que lo tienen claro es la burgues¨ªa agraria y algunas capas poderosas de nebulosa definici¨®n que, tanto del toreo como del cante flamenco, se han convertido en principales usuarios y depositarios. Los intelectuales, sean decimon¨®nicos o posmodernos, andan divididos como siempre. Y estos sanisidros, sin argumentos con los que situar el delirio taurino multitudinario, si en el monetarismo o en el marxismo ortodoxo, a punto de firmar un armisticio. La intelectualidad a la moda, alguna raz¨®n encontrar¨¢ siempre por la que los toros sean, seg¨²n las circunstancias, c¨®mplices o debeladores del poder reinante. O sea, confunde los terrenos, torea fuera de cacho y, en el colmo de la modernidad, mira a Eugenio Noel como libertador.
La cuesti¨®n, por ¨²ltimo, es si el precio por ese momento de ¨¦xtasis en que nos es dado acceder al misterio irrepetible de la creaci¨®n art¨ªstica merece la pena. Y parece que s¨ª. Podr¨ªa afirmarse que todo arte implica una considerable dosis de desajustes, irracionalidades y contradicciones, y que la v¨ªctima es una presencia constante en los momentos estelares de la humanidad. El arte tiene que ver poco con la moral o, al menos, no tiene que ver necesariamente. De momento, y para liberar a la fiesta taurina de responsabilidades pol¨ªticas -pasadas, presentes o futuras-, voy a proponer algunas ideas mucho m¨¢s eficaces para la modernizaci¨®n de Espa?a que la supresi¨®n de las corridas de toros y que suscribir¨ªa el m¨¢s moderado socialdem¨®crata: recesi¨®n de la ola de capitalismo salvaje que nos invade y una clase pol¨ªtica menos zool¨®gica.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.