La objeci¨®n de conciencia de un polic¨ªa
Me parece oportuno se?alar, por si nadie lo ha hecho todav¨ªa, que la actitud del comisario Manuel Ballesteros, al negarse a cumplir una ley que ¨¦l considera injusta y al acatar, no obstante, respetuosamente una sanci¨®n de la que en su fuero interno discrepa, encaja perfectamente en el marco de lo que los moralistas llaman objeci¨®n de conciencia, en el sentido m¨¢s amplio de esta expresi¨®n. "He cumplido con la ¨¦tica profesional y estoy en paz con mi conciencia", ha dicho Ballesteros.Para los que durante largos a?os hemos apoyado con palabras y con hechos a los objetores de conciencia al servicio militar ser¨ªa una incongruencia no reconocer a un comisario de polic¨ªa el derecho a objetar en conciencia a cualquier ley. Por mi parte, felicito a Manuel Ballesteros, sin dudar de la sinceridad de sus motivaciones, por su gesto de gallard¨ªa al preferir la ¨¦tica profesional interpretada por su conciencia a la ¨¦tica y al derecho interpretados por las autoridades judiciales, a sabiendas de que tendr¨¢ que pagar un precio por esa independencia de criterio. No hay iron¨ªa alguna en mi felicitaci¨®n. Hasta aqu¨ª, la primera parte del problema.
Pero hay una segunda parte, que se plantea cuando constatamos que los criterios ¨¦ticos profesados por un polic¨ªa y por todos los polic¨ªas que le han apoyado difieren radicalmente de los criterios oficialmente adoptados en la legislaci¨®n de un Estado de derecho que no justifica la comisi¨®n de crimenes por la llamada raz¨®n de Estado, legislaci¨®n que se supone emanada, en ¨²ltimo t¨¦rmino, de la voluntad popular. Dicho de otro modo: el se?or Ballesteros cree que su deber profesional, en un determinado momento, es obstaculizar la acci¨®n de la justicia, mientras que el legislador, los jueces, los fiscales y el pueblo en general creen que el deber de un polic¨ªa es ayudar siempre a la justicia.
Ante esta contradicci¨®n, ?es normal que el Estado, como representante del pueblo, siga confiando a ese se?or una misi¨®n para la que est¨¢ incapacitado por su propia conciencia? Evidentemente, no; de la misma manera que no parecer¨ªa normal (en los tiempos que corren y para la mayor¨ªa de los ciudadanos) confiar la organizaci¨®n de la defensa del pa¨ªs a los objetores de conciencia al servicio militar. Mientras el pa¨ªs no comparta los criterios de los objetores sobre las posibilidades de una defensa sin ej¨¦rcito (cosa que puede ir para largo), no podemos pedir que se nombre ministro de Defensa a un objetor.
An¨¢logamente, mientras el pa¨ªs no comparta los criterios de Manuel Ballesteros y sus compa?eros sobre la moral profesional de un polic¨ªa, me parece lamentable que se les permita seguir desempe?ando sus funciones. Con much¨ªsimo respeto a su conciencia, yo no les impondr¨ªa multa ni sanci¨®n alguna; pero con much¨ªsimo respeto, y no como sanci¨®n, sino como constataci¨®n de una incompatibilidad profunda, les impedir¨ªa continuar en el cuerpo de polic¨ªa no ya tres a?os, sino indefinidamente.-
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