El director Lorin Maazel vuelve a Granada
ENVIADO ESPECIALHace unos 30 a?os vino al Festival de Granada para dirigir la Orquesta Nacional un maestro poco m¨¢s que veintea?ero cuya aparici¨®n en la escena musical internacional hab¨ªa causado sensaci¨®n: el parisiense Lorin Maazel, nacido en 1930 y formado en los mejores centros norteamericanos de educaci¨®n musical.
La carrera de Lorin Maazel fue mete¨®rica y a la altura de nuestros d¨ªas ha conocido toda clase de triunfos: en las ¨®peras de Nueva York, Viena, Berl¨ªn, Londres o Par¨ªs; al frente de las grandes orquestas sinf¨®nicas como titular de la Sinf¨®nica de la Radio Berlinesa, las Filarm¨®nicas de Londres y Viena, la Sinf¨®nica de Cleveland y la Nacional Francesa, por no citar su larga discograf¨ªa o a sus producciones f¨ªlmicas, de tanta categor¨ªa como La Traviata, de Zefirelli.
Con la Sinf¨®nica de Londres, Lorin Maazel ha inaugurado la 36? Edici¨®n del Festival de Granada (v¨¦ase EL PA?S de ayer), que con presencias de esta categor¨ªa revalida sus m¨¢s altos t¨ªtulos de internacionalidad. Al concierto asistieron el ministro de Cultura, Javier Solana, y el consejero andaluz de Cultura, Javier Torres Vela. ?ste es el ¨²nico festival espa?ol subvencionado completamente con fondos oficiales.
A sus 55 a?os, el director Lorin Maazel muestra una madurez definitiva; su pensamiento musical aporta nuevos datos a la m¨¢s larga y prestigiosa tradici¨®n europea: la que nace con Mahler, quien por cierto fue director europeo y americano.
El reposado lirismo de Maazel en la Sinfon¨ªa en sol menor, de Mozart;. la larga cantabilidad, la hermosura de unos arcos que parecen no tener fin y el inteligente movimiento de las din¨¢micas, hacen de Maazel un mozartiano trascendente. Quiero decir que no se encierra en los estrechos l¨ªmites, tantas veces museales, del especialismo, sino que abre los pentagramas fronterizos del musical Salzburgo a las ampl¨ªas perspectivas que sugieren.
Todo un fluir de melancol¨ªa, un apunte de sinfonismo dramatizado por la pasi¨®n de su humanidad, sit¨²a las ¨²ltimas sinfon¨ªas mozartianas en los umbrales del romanticismo para que Beethoven los franquee y magnifique en el nuevo orden de sentir y pensar la m¨²sica.
De paso Maazel estableci¨® la posibilidad de una secreta corriente capaz de unir -atravesando un puente de m¨¢s de un siglo- al prerrom¨¢ntico Mozart y al posrom¨¢ntico Chaikovski, uno de los m¨¢s fervientes admiradores que haya tenido el autor de Las bodas de F¨ªgaro.
El mal de siglo
La quinta sinfon¨ªa del ruso supone el m¨¢s espectacular "ensayo con todo" para la definitiva Pat¨¦tica; el mal de siglo toca a sus l¨ªmites, pero, a la vez, se expresa a trav¨¦s de un original y renovador sentido de la orquesta y de la forma.Tener en cuenta todos los valores, significaciones y condicionamientos hist¨®ricos; asumir el pasado, presente y futuro que alienta en toda creaci¨®n art¨ªstica importante y evidenciarlo con una vitalidad que, a la vez, reh¨²ye lo demag¨®gico, fue el gran triunfo de Lorin Maazel en el anillo renacentista del Carlos V, que aparec¨ªa lleno hasta rebosar de un p¨²blico aplaudidor y aclamatorio.
Y si est¨¢bamos ante una gran figura de la direcci¨®n, est¨¢bamos tambi¨¦n en presencia de una orquesta de m¨¢xima categor¨ªa. La Sinf¨®nica de Londres asombra por el nivel de su profesionalidad y la condici¨®n art¨ªstica de todos y cada uno de sus componentes, quienes recibir¨ªan como un insulto cualquier intento de convertirlos en funcionarios, hip¨®tesis imposible en una sociedad como la brit¨¢nica.
Una deliciosa exhibici¨®n de virtuosismo sinf¨®nico en un fragmento de La Arlesiana, de Bizet, interpretada como propina, puso fin al gran concierto inaugural del festival que se celebra en Granada, cuya imagen se renueva hasta el punto de parecer un nuevo comienzo.
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