Perico del Lunar y Juanele de Jerez y las esencias

Fueron ¨¦stas dos buenas veladas de cante con pretensiones antol¨®gicas que no se cumplieron, pues, como ocurre casi siempre los cantaores repitieron los estilos m¨¢s frecuentados habitualmente: malague?as, soleares, fandangos, etc¨¦ter¨¢. . Hubo aspiraci¨®n de no olvidar "otras formas marginadas de los circuitos comerciales y ya casi olvidadas", pero qued¨® una vez m¨¢s incumplida.Pese a ello, o¨ªmos cante bien hecho por artistas dignos de atenci¨®n. La primera velada fue de Morilla y el del Gastor, dos cantaores que se est¨¢n afirmando en los ambientes flamencos de Madrid. El cante de Morilla es dulce, melodioso, quiz¨¢ sin mucho poder para los tercios de dificultad, pero desarrollando los cantes con sentido de la medida y la ponderaci¨®n; todo lo que hizo -soleares de los alfareros, malague?as de la Pe?aranda y del Canario con verdial, cantes mineros, la petenera, ton¨¢s- tuvo un tono medio digno y estimable. En cuanto al Ni?o del Gastor, dio tambi¨¦n un excelente recital; es un cantaor ¨¦ste al que perjudica la megafon¨ªa; en el auditorio del Ateneo, con una. ac¨²stica estupenda y sin ampliaci¨®n de sonido, su voz nos lleg¨® con m¨¢s riqueza que cuando tiene un micr¨®fono; cant¨®, adem¨¢s, muy bien, sobre todo por grana¨ªnas y por siguiriyas. A los dos les acompa?¨® Jos¨¦ Mar¨ªa Pardo cuyo toque result¨® algo plano.

La segunda velada registr¨® dos actuaciones memorables: la de Juanele de Jerez al cante y la de Perico del Lunar a la guitarra. Los dos destaparon el tarro de las esencias y llevaron la emoci¨®n de lo jondo. Juanele es un aficionado integral, que vive el cante por el cante, con verdad y con pasi¨®n; todo lo que cant¨® en el Ateneo fue excelso, grandioso; las maireneras soleares de Charamusco, por ejemplo, ?qu¨¦ maravilla! Perico hizo su toque ensolerado, ese toque que se est¨¢. perdiendo pero que ¨¦l conserva casi c¨®mo una reliquia. Perico acompa?¨® tambi¨¦n, al mismo nivel de excelencia, a Agust¨ªn Fern¨¢ndez, quien no tuvo su mejor noche, salvo en las ton¨¢s finales. Ah¨ª, en esos cantes sin guitarra, estuvo de manera impresionante toda la grandeza del cante.