Un rom¨¢ntico perfume de tinta
La Primitiva Casa Baroja editar¨¢ libros en 'euskera'
Nos planteamos hacer libros como se hac¨ªan en el siglo XIV nos dijo Napole¨®n Ol¨¢solo en la planta superior de la imprenta La Primitiva Casa Baroja, fundada en 1812. Cajistas de guardapolvo entre cuyos dedos magn¨¦ticos brillan los tipos. Oscuras, suprematistas l¨ªnotipias. Escaleras de caracol de fundici¨®n. Dir¨ªase una estampa en aguafuerte para La Ilustraci¨®n Espa?ola y Americana. Abajo, en el establecimiento de papeler¨ªa anejo al taller, un surtido de folletos, programas de mano, participaciones de boda, men¨²s, esquelas conmemorativas y dem¨¢s muestrario de la iconolog¨ªa social donostiarra en lo que va de siglo. Cerca, el diploma que confirma a Ignacio Ram¨®n Baroja como impresor oficial y predilecto del Ayuntamiento de San Sebasti¨¢n, al que sus edictos impecables y sus precios arreglados hab¨ªan satisfecho.Aunque la tradici¨®n pesa, los impresores nos advierten que no se consideran sujetos a lo artesanal m¨¢s que en trabajos espec¨ªficos que en las imprentas modernas salen m¨¢s caros, y que no se cierran a la introducci¨®n de otras t¨¦cnicas. "Abajo tambi¨¦n hay una m¨¢quina offset peque?a". Sin embargo, para los proyectos editoriales de La Primitiva Casa Baroja en su nueva etapa -don Ignacio Ram¨®n tambi¨¦n edit¨® libros, no s¨®lo bandos-, cajas y linotipia cumplen a la misma velocidad, y con un nost¨¢lgico perfume de cinc y trierom¨ªas, que la fotocomposici¨®n. Uno de los primeros productos, Kontu kontari Grezian barrena, escrito en euskera, viene firmado por Mikel Azurmendi, y la portada, de un clasicismo pitag¨®rico -Narraciones a trav¨¦s de Grecia puede ser la traducci¨®n libre del t¨ªtulo-, est¨¢ hecha a caja.
Ritmo escaso
A esta elegancia del formato y a la selectividad un tanto bibli¨®fila de los contenidos quiere agreg¨¢rseles, o¨ªdas las manifestaciones de Napo Ol¨¢solo, portavoz del grupo, la imprescindible sensatez empresarial en un empe?o, el de la edici¨®n en euskera, que frecuentemente pasa por alto los fidedignos ¨ªndices de lectura que tanto la estad¨ªstica como la experiencia arrojan. Supuesto que en Euskadi existen unas 15 o 20 editoriales, y asumido que el euskera ha de ser revalidado como idioma vivo por los escritores contempor¨¢neos en lengua vasca, los promotores de la actual La Primitiva Casa Baroja matizan tales premisas y se preguntan qu¨¦ estructura editorial puede sobrevivir con una colecci¨®n literaria en euskera, cu¨¢ntos autores hay, cu¨¢nta gente los lee y a cu¨¢ntas obras de creaci¨®n anuales tiene acceso cada editor. La respuesta a esto ¨²ltimo, aproximada, es de unas cinco obras al a?o, el a?o que las hay. Un ritmo escaso."El hecho de dominar la lengua no hace al escritor", se?ala Napo. Es muy cierto que, junto a narradores y poetas natos como Ram¨®n Saizarbitoria, Joseba Sarrionaindia, Patri Urkizu, Bernardo Atxaga, Xabier Amuriza -bertsolari y periodista- y un largo etc¨¦tera, surgen vascoparlantes que, con m¨¢s buena intenci¨®n que osad¨ªa, tratan de contribuir al acervo ¨¦uskaro con p¨¢ginas triviales y tediosas. "A veces consultas el parecer de un amigo sobre determinado libro y te dice: 'Hombre, est¨¢ escrito en un euskera agradable, se entiende bien, hay cari?o, se ve una cierta belleza formal'... ?Lo has le¨ªdo? No...".
As¨ª que, para subsanar la falta de material, los de La Primitiva Casa Baroja se proponen traducir, y entre la creaci¨®n y la traducci¨®n alcanzar los 30 t¨ªtulos anuales. "Pero tampoco cualquier traducci¨®n. No vamos a traducir, por ejemplo, Crimen y castigo. Primero, si se desea una cierta honestidad editorial, necesitamos un traductor del ruso al euskera; segundo, se pueden pasar siete a?os". La soluci¨®n est¨¢, dice Ol¨¢solo, en el relato breve e ins¨®lito. "Hay un tesoro de buenas obras que no est¨¢n ni siquiera traducidas al castellano. Nos podr¨ªamos permitir el lujo de proporcionar al lector obras poco conocidas de autores como Xabier Forneret, James O'Brien, Hoffman, Jean Cassou".
La Primitiva Casa Baroja va a ocuparse asimismo del libro en castellano. "La idea es convertirnos en la editorial de provincias que existe en todos los pa¨ªses, que no compite con los grandes n¨²cleos del libro y que trabaja con escritores de su demarcaci¨®n. Tirar¨ªamos peque?as ediciones, es decir, lo mismo que hacen los grandes, pero dici¨¦ndolo: 800 o 1.000 ejemplares".
Babelia
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