No hay modernidad sin soberan¨ªa
Los comunistas somos acusados reiteradamente de irresponsabilidad por diversos portavoces oficiales y oficiosos del Gobierno y del PSOE. Catalogaci¨®n que se ha prodigado recientemente en las valoraciones de la huelga general del pasado 20 de junio. Tarea descalificadora a la que se ha entregado directamente el propio presidente Gonz¨¢lez. Por cierto, con notable acritud cercana a la crispaci¨®n.Lejos de toda acritud, quiero aportar algunos datos y reflexiones en los cuales basa el PCE su oposici¨®n a la pol¨ªtica del Gobierno Gonz¨¢lez. Se nos acusa de colocar en dificultades al primer Gobierno socialista de la historia de Espa?a, agitando contra ¨¦l la movilizaci¨®n social. En el pasado, todo lo que se mov¨ªa contra la dictadura y por las libertades era explicado por los gobernantes como fruto de la "agitaci¨®n comunista", ignorando o pretendiendo ocultar el alcance de las inquietudes democr¨¢ticas de la sociedad espa?ola. Con la democracia y un Gobierno del PSOE, la historia se repite. Se juzga con la misma simplicidad la naturaleza de las protestas sociales. ?No es desorbitado atribuir s¨®lo a la voluntad del PCE que cientos de miles se manifiestan contra la OTAN repetidamente, que millones participen en una huelga general?
Las movilizaciones
No pretendemos ocultar en absoluto la resuelta participaci¨®n del PCE en esas movilizaciones; por otra parte, c¨ªvicas, pac¨ªficas, constitucionales. Al contrario, seguiremos haci¨¦ndolo mientras no cambie la pol¨ªtica. Lo que quiero subrayar es que el ¨¦xito de esas movilizaciones expresa una realidad: el descontento profundo de los sectores sociales de izquierda, aquellos que con m¨¢s entusiasmo votaron por el cambio. La pol¨ªtica es la contraria de la prometida, de manera que la presi¨®n social popular es no s¨®lo leg¨ªtima, sino imprescindible. ?Acaso no acepta Felipe la presi¨®n de la derecha conservadora nacional e internacional, de la que acaba asumiendo todo hasta confundirse con ella? No me parece serio que la condici¨®n socialista de este Gobierno s¨®lo sea recordada para intentar descalificar a lo que se mueve por su izquierda. Puesto que es ignorada en todo lo dem¨¢s: pol¨ªtica, programa, medidas, acuerdos con la derecha, con la banca, la CEOE y Reagan.
Por nuestra parte, no vamos a ceder a esos alegatos. Permanecemos serenamente convencidos de nuestra coincidencia con una amplia opini¨®n de izquierda (no ha sido el PCE quien se movi¨® de posici¨®n; es Felipe quien se ha desplazado a la derecha). Responsablemente vamos a seguir estimulando lo que consideramos se?a de identidad de la izquierda: la participaci¨®n ciudadana activa frente a toda tendencia a la pasividad.
Se nos dice que estamos negando la modernizaci¨®n de Espa?a, reto que el Gobierno -dicen- est¨¢ abordando con rigor y visi¨®n de futuro. En efecto, el Gobierno pretende justificar la pol¨ªtica econ¨®mica (recorte salarial y de pensiones, aumento del paro, dificultades crecientes para las pyme ... ) arguyendo que son una inversi¨®n de futuro, un sacrificio necesario para afrontar retos hist¨®ricos y superar el atraso secular.
Vaya por delante que no rechazarnos la idea de que es necesario hacer sacrificios. La compartimos para buscar una salida a la crisis en una perspectiva de modernidad y progreso. La cuesti¨®n es saber si los sacrificios que se piden lo son para todos y si est¨¢n encaminados en esa direcci¨®n. Es aqu¨ª donde afirmamos que ni una cosa ni la otra. Los sacrificios se imponen a los trabajadores y sectores populares: un mill¨®n m¨¢s de parados, reclutados principalmente entre los seis millones de j¨®venes entre 15 y 24 a?os; descenso en cinco puntos del poder adquisitivo de los salarios; recorte de las pensiones, preparativos para su privatizaci¨®n. Mientras, a los empresarios no se les pide ni impone, se les entrega: han aumentado el 22% de la tasa de beneficio; deben un bill¨®n y medio a Hacienda; no invierten en crear puestos de trabajo; evaden capitales. La banca obtiene ganancias m¨¢s fabulosas que nunca.
?A qu¨¦ futuro encamina esa desequilibrada inversi¨®n? Econom¨ªa sumergida, sin derechos para los trabajadores. Eventualidad y despido libre. Privatizaci¨®n de la Seguridad Social. Desertizaci¨®n de la empresa p¨²blica. El liberalismo m¨¢s descarnado y anticuado, caracterizado por destruir las conquistas sociales del llamado Estado de bienestar.
Pero la cuesti¨®n esencial es otra desde el propio enfoque del discurso gubernamental: ?est¨¢ realmente poni¨¦ndose en marcha una contrapartida a todo ello que garantice para Espa?a un papel en el futuro tecnol¨®gico, elemento clave de la econom¨ªa y el desarrollo en las d¨¦cadas pr¨®ximas, como se pretende?
La respuesta la da el grado de disponibilidad en competir en el proceso de innovaci¨®n tecnol¨®gica. No hacerlo determinar¨¢ a cualquier pa¨ªs dependencia y p¨¦rdida de soberan¨ªa. Esto es innegable. Tanto como que EE UU est¨¢ intentando a trav¨¦s de la SDI hacer pasar el desarrollo tecnol¨®gico por la investigaci¨®n militar, en la que puede garantizar su hegemon¨ªa. Una alternativa a este reto precisa de una visi¨®n centrada en la utilizaci¨®n civil de las tecnolog¨ªas y orientada a superar las lacras que a¨²n padece la humanidad, en una l¨®gica mundial del desarrollo alejada de la carrera armamentista. La premisa es, en cualquier caso, la investigaci¨®n propia, nacional. ?sa es la inversi¨®n defuturo. Pero eso es lo que no se est¨¢ haciendo.
El desarrollo tecnol¨®gico
Veamos algunos datos: Espa?a exporta tecnolog¨ªa en valor 10 veces inferior a la que importa, 10.000 millones contra 100.000. La inversi¨®n por habitante en investigaci¨®n no llega a ocho d¨®lares, frente a los 242 de la RFA, los 158 de Suecia o los 115 de Francia. La media europea de investigadores por cada 100.000 habitantes es de 120; en Espa?a, 26. El 3,68% de nuestro PIB est¨¢ dedicado al pago contra tecnolog¨ªa importada, cuatro veces la de Francia.
Los expertos mundiales apuntaban a finales de la d¨¦cada anterior que un pa¨ªs que en 1981 dedicara menos del 1% del PIB a investigaci¨®n se condenaba a quedar descolgado del proceso tecnol¨®gico. En 1982, la tasa espa?ola era del 0,40%. El programa electoral del PSOE se compromet¨ªa a aumentar la inversi¨®n hasta el 0,80%. Pues bien, otro incumplimiento flagrante. Rebasado con creces el ecuador de la legislatura, ?estamos en el 0,45%! El Gobierno ha dejado pasar m¨¢s de dos a?os antes de presentar la ley de Fomento y Coordinaci¨®n de la Investigaci¨®n Cient¨ªfica y T¨¦cnica para establecer que no considera oportuno fijarse nuevos compromisos presupuestarios, dej¨¢ndose la iniciativa de la investigaci¨®n en manos privadas, acorde con el talante liberal del Gobierno Gonz¨¢lez.
Ya que tanto se invocan las razones de Estado, he aqu¨ª una aut¨¦ntica cuesti¨®n de Estado. Como tal, es una insensatez dejar en manos de unos empresarios que, si no invierten a corto y medio plazo, menos van a hacerlo a largo. La iniciativa se deja a las multinacionales; a ellas se entrega sin discusi¨®n ni resistencia, aceptando sin m¨¢s que Espa?a sea dependiente. No es casual que sea Luis Solana (miembro de la Trilateral, portavoz de las multinacionales) quien pregone que debemos importar tecnolog¨ªas de punta, puesto que, seg¨²n ¨¦l, carecemos de posibilidades de competir. Tampoco es casual que sea Solana, de paso, el m¨¢s encarnizado partidario de nuestra integraci¨®n en la OTAN y de la cancelaci¨®n del refer¨¦ndum.
Son bien reveladoras de cuanto digo las declaraciones recientes de Felipe Gonz¨¢lez a la revista alemana Quick (seguimos teniendo que conocer claves de las inversiones gubernamentales a trav¨¦s de los medios extranjeros). Afirma el presidente que Espa?a tiene poco dinero para investigaci¨®n, pero que participar¨¢ gustosa en el proyecto de la guerra de las galaxias, al que, sin embargo, se?ala como inviable. Es decir, para la dependencia vale cualquier cosa; para un proyecto nacional y propio, todo es impotencia.
La OTAN no es el marco imprescindible para la modernizaci¨®n de Espa?a. Es el mecanismo evitable de subordinaci¨®n y dependencia absoluta a EE UU, a las grandes compa?¨ªas multinacionales. La pol¨ªtica del Gobierno PSOE no nos conduce, pues, a afrontar el reto tecnol¨®gico. Por el contrario, nos tiene inmersos en un proceso de merma de la soberan¨ªa nacional. No estamos ante un proyecto de modernidad, sino de creciente colonizaci¨®n.
Otra pol¨ªtica es no s¨®lo posible. Es necesaria, ineludible si se quiere salir de la crisis democr¨¢tica y soberanamente, en condiciones de progreso y justicia social. Con sacrificios, s¨ª, pero m¨¢s del que m¨¢s tiene y en t¨¦rminos de austeridad. Con desarrollo tecnol¨®gico, s¨ª, pero al servicio del desarrollo, y no de una infernal carrera de armamentos que o es obsoleta, en el mejor de los casos, o conduce al holocausto. No hay modernidad sin soberan¨ªa.
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