'Peinar' el monte
El aterrazamiento de las laderas se acab¨® con los ¨¢rabes
"El monte no se debe labrar". Durante milenios los agricultores han seguido con fidelidad esta m¨¢xima. Solamente en ¨¦pocas de hambres terribles han osado, movidos por la necesidad, arar sitios con fuertes pendientes. La raz¨®n es muy sencilla: roturar un monte es provocar su erosi¨®n, y el agricultor intenta, ante todo, no perder su fuente de vida, el suelo. Quiz¨¢ por eso la segunda mitad del siglo XX pasar¨¢ a la historia de los ecosistemas espa?oles como la ¨¦poca en que, contra toda l¨®gica, se roturaron los montes.El asunto no es para tomarlo a broma. Los ecologistas han pasado a la acci¨®n, encaden¨¢ndose a las excavadoras para evitar que siguiera el destrozo de los montes en Guadalajara, Le¨®n y Gredos. La senadora madrile?a Francisca Sauquillo ha dirigido al Gobierno una pregunta interes¨¢ndose por los efectos nocivos de los aterrazamientos. En algunos lugares de Espa?a se est¨¢n poniendo querellas criminales a los ingenieros de Icona por "delito ecol¨®gico" a causa de sus repoblaciones con terrazas. La comunidad cient¨ªfica hace mucho tiempo que ha dado la voz de alarma.
Los aterrazamientos vienen de antiguo. Una terraza consiste b¨¢sicamente en una nivelaci¨®n del terreno en una pendiente. Generalmente se hac¨ªan en zonas de monta?a para poder cultivar peque?os trozos de tierra. Cualquiera que visite las Alpujarras podr¨¢ comprobar que los ¨¢rabes eran maestros en ese tipo de arquitectura agr¨ªcola. Una vez hecho el escal¨®n, levantaban con piedras un peque?o muro de contenci¨®n para retener el suelo f¨¦rtil y evitar la erosi¨®n. Eran terrazas bien hechas. Los m¨¦todos modernos de aterrazamiento, sin embargo, consisten en roturar a las bravas y con excavadora un monte. Las m¨¢quinas dejan grandes montones de tierra suelta, que se erosionan con rapidez.
Una pendiente no puede ser tratada de cualquier modo. Se sabe que la forma de una ladera es el resultado de un delicado equilibrio din¨¢mico entre el r¨¦gimen de precipitaciones, la naturaleza de los materiales geol¨®gicos y la vegetaci¨®n natural. Al roturarla, ese equilibrio se destruye y comienza un proceso de p¨¦rdida de suelo y reajuste de los materiales para lograr un nuevo equilibrio. Lo grave es que los aterrazamientos se hacen pretendidamente ?para combatir la erosi¨®n! El irregular r¨¦gimen de precipitaciones de buena parte de nuestro pa¨ªs, adem¨¢s, hace particularmente desaconsejables las terrazas. Pocos pa¨ªses mediterr¨¢neos las hacen ya. Espa?a, sin embargo, es diferente.
IMPACTO PAISAJ?STICO
Aparte del notable impacto ecol¨®gico, las terrazas producen tambi¨¦n un fort¨ªsimo impacto en el paisaje, al quedar los montes peinados por las excavadoras. Los frecuentes derrumbamientos de las terrazas por la erosi¨®n y la p¨¦rdida de los perfiles naturales del monte contribuyen a impregnar los paisajes aterrazados de artificialidad y desolaci¨®n.
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