La gravedad de la crisis econ¨®mica revitaliza la OUA
La 21? cumbre de la Organizaci¨®n para la Unidad Africana (OUA), que se acaba de clausurar en Addis Abeba, supone un intento de revitalizar dicho organismo, desgarrado por luchas pol¨ªticas, y de lograr unas m¨ªnimas bases de acuerdo para atajar conjuntamente el terrible deterioro econ¨®mico del continente. Desbordados por una crisis a la que no saben c¨®mo hacer frente, muchos pa¨ªses africanos se han vuelto hacia la OUA con la esperanza de que este organismo tenga la fuerza que ellos no poseen en los medios internacionales.
"Los reg¨ªmenes africanos tienen una ¨²ltima oportunidad de legitimarse ante sus pueblos y de lograr credibilidad en el mundo, pero si no somos capaces de aplicar lo que acabamos de firmar nos habremos cerrado todas las puertas", afirm¨® el nuevo presidente de la OUA, el presidente de Senegal, Abdu Diuf.Dos personalidades moderadas, el propio Diuf y el ministro de Asuntos Exteriores de N¨ªger, Ide Umaru, que fue elegido secretario general para un per¨ªodo de cuatro a?os, ambos franc¨®fonos, han sido puestos al frente de la organizaci¨®n con el apoyo incluso de reg¨ªmenes radicales, como el de Etiop¨ªa. Ellos tendr¨¢n que convocar en los pr¨®ximos meses una reuni¨®n extraordinaria de la Asamblea General de las Naciones Unidas y convencer a los pa¨ªses desarrollados para que concedan a ?frica condiciones especiales para el reembolso de su exagerada deuda exterior. Al mismo tiempo tendr¨¢n que vigilar para que los pa¨ªses m¨¢s ricos de ?frica no olviden sus compromisos y se lancen a una renegociaci¨®n individual en su b¨²squeda desesperada de dinero l¨ªquido.
Deterioro continuo
Diuf sugiri¨® con palabras suaves que ?frica no puede sentirse muy satisfecha de sus realizaciones desde la independencia. En un tono solemne pidi¨® que se avance en el terreno del respeto a los derechos humanos y que se reaccione solidariamente frente a la hambruna.Los datos a los que tuvieron que hacer frente las distintas delegaciones no pod¨ªan ser m¨¢s desesperanzadores: el continente africano no s¨®lo no ha conseguido iniciar el m¨ªnimo despegue que cre¨ªa seguro en los a?os setenta, sino que se ha empobrecido a¨²n m¨¢s.
Seg¨²n el estudio preparado por un grupo de expertos y adoptado el pasado viernes por la cumbre, el producto interior bruto de ?frica baj¨® en 1981 y se mantuvo estancado en los a?os siguientes. En t¨¦rminos de renta per c¨¢pita se puede decir que el nivel de vida de millones de africanos, que ya era insuficiente en 1980, se ha deteriorado en una media de un 10%.
La situaci¨®n es dram¨¢tica en el sector de la agricultura. A finales de los a?os setenta, se calcul¨® que la producci¨®n de alimentos pod¨ªa y deb¨ªa aumentar a un ritmo del 4% anual. La realidad es que s¨®lo se increment¨® en un 1,7%, lo que resulta absolutamente insuficiente si se tiene en cuenta, adem¨¢s, que la poblaci¨®n creci¨®, en el mismo per¨ªodo, en un 2,8%. La consecuencia es que ?frica atraviesa hoy d¨ªa, a las puertas del siglo XXI, la peor crisis alimenticia que se recuerda en su historia y que las expectativas son desesperantes: a finales de siglo el continente no podr¨¢ producir ni el 70% de los alimentos m¨ªnimos que necesita para asegurar la supervivencia de sus habitantes.
Se calcula que actualmente 150 millones de personas sufren malnutrici¨®n y que m¨¢s de 20 millones de ellas est¨¢n amenazadas por una aut¨¦ntica hambruna. Al mismo tiempo, el desierto se extiende a una velocidad de 8 o 10 kil¨®metros al a?o, sin que el resto del mundo parezca consciente de la tragedia que ello supone.
Incapaz de producir la comida que necesita, ?frica se convierte cada d¨ªa m¨¢s en dependiente de importaciones. Durante los a?os setenta, la mayor¨ªa de los pa¨ªses africanos inici¨® programas de desarrollo industrial que en buen n¨²mero de casos resultaron desastrosos. Las f¨¢bricas trabajan ahora al 50% de su capacidad o han cerrado sus puertas, provocando un desempleo masivo en los centros urbanos, y los cr¨¦ditos que se firmaron para ponerlas en marcha se han convertido en una losa insoportable.
La deuda exterior
La deuda exterior, que era en 1984 de 150.000 millones de d¨®lares (cerca de 25 billones de pesetas), ser¨¢ a finales de este a?o de 170.000 millones, lo que significa que crece a un ritmo m¨¢s r¨¢pido que en ning¨²n otro punto del mundo. M¨¢s de un cuarto de las exportaciones africanas tiene que dedicarse simplemente al pago de los intereses. Los expertos constatan adem¨¢s que ?frica recibe cada d¨ªa menos cr¨¦ditos baratos. Los pa¨ªses subsaharianos, por ejemplo, los m¨¢s pobres del mundo, han pasado de un 36% de esos cr¨¦ditos blandos a s¨®lo un 14,5%. Sin embargo, esos pa¨ªses, afectados por la sequ¨ªa, est¨¢n obligados a comprar alimentos para subsistir.Los propios pa¨ªses africanos aprobaron en 1984 la creaci¨®n de un fondo especial de emergencia para socorrer las zonas m¨¢s siniestradas por la sequ¨ªa, pero hasta ahora ese fondo s¨®lo ha recibido la rid¨ªcula cantidad de 24 millones de d¨®lares. La ayuda ha llegado en forma de asistencia humanitaria de Occidente, pero este socorro no permite atacar las ra¨ªces del problema. Aunque ?frica no vuelva a sufrir una sequ¨ªa como la actual, su futuro est¨¢ amenazado mucho m¨¢s que hace 20 a?os.
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