C¨®mo llegar a profesor de lat¨ªn sin saber lat¨ªn
No se trata de un t¨ªtulo provocativo para enganchar el inter¨¦s del lector. Es tan rigurosamente exacto como un teorema. Me estoy refiriendo a las pruebas establecidas por la ley de Reforma Universitar¨ªa y su, posterior desarrollo normativo para ocupar una plaza (catedr¨¢tico o profesor titular) de lat¨ªn o griego.Como nuestros bur¨®cratas y mandarines de laboratorio hace mucho tiempo que no quieren saber nada de esas antiguallas del lat¨ªn y del griego, por segunda vez han olvidado el acoplamiento imprescindible de la norma general a la naturaleza especial¨ªsima de estas materias.
Porque hay un precedente sonrojante para los responsables ministeriales del desaguisado (si es que en alg¨²n ministerio hubiera alguien capaz de sonrojarse por algo). Cuando hace unos a?os (creo que en el a?o 1978) se instauraron en el bachillerato las oposiciones restringidas, se public¨® una normativa general por la que el candidato deb¨ªa presentar un programa o temario ajustado a los temarios oficiales de la asignatura. El tribunal sacaba por sorteo unos cuantos temas y el opositor eleg¨ªa uno de ellos, que pod¨ªa preparar durante cuatro horas, y luego lo expon¨ªa oralmente. El resultado fue, para las materias a las que aludo, el que cualquiera con dos dedos de frente pod¨ªa pronosticar: hubo opositores que no sab¨ªan ni leer griego y obtuvieron plaza de profesor agregado de griego. No hablo de ficci¨®n cient¨ªfica, sino de hechos reales. Eran, por ejemplo, licenciados en Historia que aprobaron con la exposici¨®n de un tema sobre la Atenas de Pericles (la historia y la civilizaci¨®n griegas tambi¨¦n entraban en los temarios de bachillerato). Llegaron a los institutos con su flamante nombramiento de profesor de griego y tuvieron que confesar honestamente que no pod¨ªan explicar griego porque no conoc¨ªan ni los m¨¢s elementales rudimentos de la lengua. El esc¨¢ndalo fue tan estent¨®reo que, por fin, cayeron en la cuenta los romos responsables ministeriales de que para lat¨ªn y griego era imprescindible exigir, como antes, traducci¨®n de textos y comentarios, ¨²nica forma de comprobar si el candidato conoce la lengua que va a explicar. Y al a?o siguiente se arregl¨® ya el disparate.
Ahora tenemos la segunda edici¨®n, corregida y aumentada, ya que se trata de tener acceso a profesor universitario. No niego que en estas pruebas es pr¨¢cticamente imposible que se d¨¦ un caso tan escandaloso como el de los profesores de griego de bachillerato a los que me he referido. Los aspirantes ser¨¢n ahora doctores, y generalmente (aunque no siempre) doctores en Filolog¨ªa Cl¨¢sica. Pero ni la tesis doctoral ni los dos ejercicios requeridos por la normativa que desarrolla la LRU (memoria con programa de la asignatura y lecci¨®n magistral) constituyen una prueba ni medianamente demostrativa de que el candidato tenga conocimientos s¨®lidos de la lengua que deber¨¢ ense?ar y maneje con soltura sus textos. Las memorias ya sabemos que suelen pasar de mano en mano como la falsa monea, y se puede dar una brillante lecci¨®n magistral, por ejemplo, sobre la tragedia griega sin saber, no digo ya leer, ni traducir a S¨®focles. Tampoco el curr¨ªculo del candidato, por razones f¨¢cilmente demostrables, es indicio fiable de su dominio de la lengua. La ¨²nica manera de comprobar racionalmente y sin trampa, para una plaza de lat¨ªn o griego, el dominio o la soltura del candidato en el manejo de dichas lenguas es precisamente lo que se ha suprimido: los ejercicios pr¨¢cticos, consistentes en traducciones de diversos autores, de prosa y verso, acompa?adas de comentarios de tipo ling¨¹¨ªstico, literario, m¨¦trico, etc¨¦tera. Con esto sobraba todo lo dem¨¢s. Lo que se ha eliminado es, claro est¨¢, lo m¨¢s dif¨ªcil, haciendo, una vez m¨¢s, igualitarismo por abajo, muy en la l¨ªnea de la pol¨ªtica que se viene siguiendo en los ¨²ltimos a?os en todos los niveles de la ense?anza.
Puede ser discutible si globalmente el nuevo sistema de pruebas establecido por la LRU es m¨¢s o menos racional y fiable que el anterior (para m¨ª se presta mucho m¨¢s a las injusticias el sistema nuevo). Pero lo que no tiene vuelta de hoja es que, con respecto al lat¨ªn y al griego, dada la caracter¨ªstica especial de estas lenguas no habladas y el hecho de que la normativa no lo haya tenido en cuenta, las pruebas exigidas no revelan la preparaci¨®n del candidato en el manejo de la lengua para cuya ense?anza se le va a facultar oficialmente. Unas pruebas de lengua sin dicha lengua. Un caf¨¦ con leche sin caf¨¦.
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