Gonzalo Rojas: "Soy el m¨¢s exiguo de los escritores chilenos"
El autor de 'Contra la muerte' defiende en Espa?a la poes¨ªa activa
Gonzalo Rojas, que se autocalifica como "el m¨¢s exiguo de los escritores chilenos", estuvo recientemente en Espa?a, donde ofreci¨® una serie de recitales en Madrid y Barcelona. Formado inicialmente en las ideas que el superrealismo bretoniano export¨® a Latinoam¨¦rica, Rojas sigui¨® m¨¢s tarde una evoluci¨®n personal que le ha convertido en una de las principales figuras de la letras de su pa¨ªs.
Durante muchos a?os, el chileno Gonzalo Rojas ha sido un poeta ,cuya obra y labor p¨²blica -cuestiones dif¨ªcilmente separables en ¨¦l- fueron ampliamente conocidas y elogiadas por otros autores en lengua castellana, pero con escasa difusi¨®n entre los lectores. De manera parcial, este desconocimiento se explica por sus prevenciones a la vitrina literaria y a lo que ¨¦l denomina la "publicidad vergonzante".Pero tampoco le es ajena la espaciada publicaci¨®n de sus trabajos, que han consumido mucho tiempo hasta convertirse en obra: algo menos, de 300 poemas aparecidos en 45 a?os de labor. "Soy el m¨¢s empecinadamente larvario, el m¨¢s exiguo de los escritores chilenos", afirma Rojas, quien a cambio de esa fuerte retracci¨®n ha logrado edificar una producci¨®n frecuentemente elogiada por su unicidad y coherencia.
Buena parte de los poemas aparecidos en sus ocho libros -La miseria del hombre (1948), Contra la muerte (1984), Transtierros (1979), etc¨¦tera- son reescrituras o reelaboraciones de otros anteriores, actitud con la que parece querer dibujar una permanente antolog¨ªa de s¨ª mismo. En esta constante revisi¨®n, Rojas ha trabajado incesantemente la materia ac¨²stica de su poes¨ªa -"soy un animal r¨ªtmico", asegura-buscando el movimiento entre el sentido y el sonido de unos versos que concibi¨® para ser le¨ªdos en voz alta.
La poes¨ªa activa
"He dedicado toda la vida a la poes¨ªa y, por fin, a mis 65 a?os, mi obra comienza a ser conocida", asegura Rojas. "Sin embargo, he logrado que mis poemas llegasen de forma intersticial, por debajito de las puertas, a la labor de otros creadores, y estoy conforme con ello. Como dec¨ªa Lautr¨¦amont: la poes¨ªa debe ser hecha por todos. Yo soy parte del coro y me siento c¨®modo as¨ª".Gonzalo Rojas se form¨® en la denorninada generaci¨®n del 38 de la poes¨ªa chilena, en la que militaban grupos diversos que, por primera vez, abr¨ªan su inter¨¦s cr¨ªtico a la evoluci¨®n de los movimientos europeos. Su filiaci¨®n estuvo marcada por la proximidad al efervescente surrealismo de la ¨¦poca, de donde arrancar¨ªa un compromiso po¨¦tico y vital que a¨²n cultiva: "No he tratado s¨®lo de hacer poes¨ªa, sino de vivir po¨¦ticamente. Esa ha sido mi adscripci¨®n a la poes¨ªa activa", confiesa Rojas, "asumiendo la poes¨ªa como conducta".
"Los j¨®venes de mi generaci¨®n pretend¨ªamos desaldeanizar la cultura chilena, para repensar un proyecto nacional y latinoamericano, sin prejuicios. Quisimos vivir como lo hab¨ªan hecho los grandes rom¨¢nticos alemanes, y muchos dedicamos nuestra vida a ese compromiso".
Con poco m¨¢s de 20 a?os, Rojas abandon¨® el c¨ªrculo mundano de su maestro, el gran poeta Vicente Huidobro, para vivir su exper¨ªencia po¨¦tica y personal en un pueblo des¨¦rtico de mineros, en el norte de Chile. "Esos 200 analfabetos", a?ade, "me ense?aron m¨¢s que todos los libros sobre el realismo m¨¢gico. Confirm¨¦ con ellos lo que hab¨ªa le¨ªdoen el primer y el segundo manifiesto de los surrealistas franceses, porque all¨ª, en Atacama, el surrealismo andaba en el aire. Era un ox¨ªgeno natural para el pensamiento m¨¢gico y prel¨®gico de los latinoamericanos".
Descubrimientos similares se estaban produciendo en otras tierras, aunque, obviamente, Rojas no lo sabr¨ªa hasta pasados los a?os. En 1938, Andr¨¦ Breton llegaba aM¨¦xico, coincidiendo con el nacimiento del Paracut¨ªn, el ¨²ltimo de los volcanes aztecas: "Yo no contaba con esto", dijo sorprendido al contemplarlo, "es un acto surrealista".
Tambi¨¦n Alejo Carpentier, Octavio Paz, los poetas de la revista argentina Cero y los peruanos del grupo Viernes iniciaban en esos mismos a?os, aunque sin conexiones entre s¨ª, una etapa en la que el conocimiento del pensamiento europeo sirvi¨® para mirar la propia realidad de una manera diferente.
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