Altos vuelos en la feria malague?a

Fue un gran festival este que el Ayuntamiento malague?o ofreci¨® en el recinto de la feria. El cartel reun¨ªa a casi todos los grandes del flamenco actual. Como cada uno estuvo a la altura de lo que pod¨ªa de ¨¦l esperarse, el ¨¦xito art¨ªstico fue completo; tambi¨¦n el de p¨²bl¨ªco, pues en un auditorio con m¨¢s de 3.000 asientos hubo f¨¢cilmente el doble de personal.Me veo obligado, pues, dada la amplitud del programa -cinco horas, aproximadamente-, a dedicar s¨®lo breves comentarios a la actuaci¨®n de cada artista, aunque habr¨ªa mucho que hablar. Nano de Jerez dej¨® constancia, como casi siempre, de su dominio del comp¨¢s; especialmente por buler¨ªas y por sole¨¢ estuvo muy bien. Miguel Vargas hizo un cante magistral por soleares, quiz¨¢ el mejor que se oy¨® en una noche pr¨®diga en el g¨¦nero. Chano Lobato -?qu¨¦ alegr¨ªa ver de nuevo a Chano cantando tras su larga y grave enfermedad!-, derrochando su ¨¢ngelfestero a raudales.

Fosforito fue el excelente canItaor de siempre, brillando por canti?as, por s¨®le¨¢ y por buier¨ªas de C¨¢diz. Antonio N¨²?ez Chocolate, que a veces es irregular, tuvo una de sus grandes noches, siendo dignos de recuerdo sus tarantos y los fandangos de su marca. Lebrijano repiti¨® m¨¢s o menos los cantes que hab¨ªa hecho cuatro d¨ªas antes, a?adiendo su creaci¨®n de las galeras, y en todos ellos estuvo de nuevo muy centrado, recre¨¢ndose en su cante.

Camar¨®n provoc¨® el alboroto, como parece ser inevitable. Hizo canti?as, tarantos, buler¨ªas y fandangos, y todo lo hizo por derecho, con esa jondura y ese rajo tan flamencos que le son propios cuando est¨¢ bien para cantar. Arrebola le ech¨® mucho nervio a estilos en ¨¦l habituales: malague?as, diversas formas de f¨¢ndangos y grana¨ªna y media grana¨ªna. El Pele tuvo tambi¨¦n una excelente noche; los ecos caracoleros estuvieron casi en todo momento presentes en su hermosa voz, tan gitana, por soleares, por f¨¢ndangos y por buler¨ªas. Por fin, la Paquera, con su desparpajo habitual y atrevi¨¦ndose a dejar a veces el micr¨®fono, dijo con desgarro y fuerza varios estilos caracter¨ªsticamente jerezanos.

A todos ellos les acompa?aron guitarristas de fuste. Cada uno a su aire, ofrecieron una buena noche de toque. Manuel Santiago se atiene con rigor al cante, al que sirve muy bien. Manolo Franco, igualmente en esa l¨ªnea, estuvo espl¨¦ndido. Tomatito hizo, una vez m¨¢s, gala de su brillantez de sonido, de su versatilidad. Y Cepero, alz¨¢ndose a veces con el protagonismo, lo que en ocasiones puede desmerecer de su evidente clase.

La familia Montoya, con las guitarras fenomenales para fiesta de Ni?o Jero y el Roto, tuvo asimismo una de sus actuaciones habituales, llena de fuerza y de ritmo festero, redondeando una gran noche flamenca.