Pinochet, frente a una nueva tormenta pol¨ªtica
El cese del general Mendoza muestra una de las m¨¢s graves crisis por las que atraviesa el r¨¦gimen chileno
El r¨¦gimen militar chileno, que cumplir¨¢ el mes pr¨®ximo la respetable edad de 12 a?os, ha tenido que recurrir al sacrificio de uno de sus principales gestores para intentar sortear una crisis que se anuncia como una de las m¨¢s peligrosas para la continuidad del proyecto militar.El tema de los derechos humanos, central en el discurso de la oposici¨®n durante la larga d¨¦cada de dictadura, ha causado su primera baja importante en las altas esferas del poder: el general C¨¦sar Mendoza, jefe de los carabineros y uno de los principales golpistas de la primera hora, quien alcanz¨® la jefatura de su cuerpo destitu- yendo a siete generales que le preced¨ªan y que eran leales al r¨¦gimen constitucional del presidente Salvador Allende.
Mendoza es el primer alto jerarca del r¨¦gimen militar derribado por un asunto de derechos humanos. Ning¨²n jefe militar o ministro civil hab¨ªa sido hasta ahora destituido por el "combate a la subversi¨®n", como se denomina la guerra sucia chilena.
La ¨²nica excepci¨®n fue el relevo del jefe de la polic¨ªa secreta (CNI), general Manuel Contreras, en 1978, debido al esc¨¢ndalo internacional desatado tras el asesinato del ex ministro de Relaciones Exteriores de Allende, Orlando Letelier, ocurrido en septiembre de 1976 en Washington.
El ejemplo de Manuel Contreras y ahora el de Mendoza, dos grandes colaboradores del general Augusto Pinochet en la dura tarea de eliminar a la oposici¨®n, muestra que ning¨²n precio es demasiado para el mantenimiento del poder en manos del reducido grupo de generales que lo detenta desde 1973.
Pero los tiempos ya no son los mismos. Cuando Augusto Pinochet , removi¨® a Contreras del mando de la temible polic¨ªa secreta, el pa¨ªs viv¨ªa el espejismo de un espectacular crecimiento econ¨®mico, el r¨¦gimen estaba en plena consolidaci¨®n y los grupos opositores tomar¨ªan a¨²n varios a?os para recuperar su capacidad de convocatoria.
El momento pol¨ªtico actual es mucho m¨¢s cr¨ªtico.
El r¨¦gimen agot¨® la opci¨®n de recurrir al estado de sitio -medida suprema invocada en noviembre pasado para acabar con una creciente ola de protestas-, enfrenta serias dificultades econ¨®micas y debe ahora manejarse con tiento para evitar el progresivo y casi inevitable ¨¦xodo de una derecha pol¨ªtica cada vez m¨¢s ¨¢vida de un cambio pol¨ªtico que les devuelva el protagonismo que siempre tuvieron.
La pugna secreta
La ca¨ªda de Mendoza, en ese marco, tiene m¨¢s un significado militar que pol¨ªtico. Pinochet ha tomado una opci¨®n dolorosa, que resisti¨® hasta el ¨²ltimo minuto. Informes filtrados desde La Moneda, el palacio de gobierno chileno, aseguran que poco despu¨¦s del triple asesinato de dirigentes comunistas que finalmente provocar¨ªa la dimisi¨®n de Mendoza, ¨¦ste advirti¨® a sus colegas de la Junta de Gobierno y al propio Pinochet que no aceptar¨ªa que se cargara p¨²blicamente las culpas a personal de su cuerpo.
Su tesis era que, aunque los autores materiales de la brutal degollina eran polic¨ªas, el hecho se enmarcaba en una acci¨®n represiva global de la que es responsable el conjunto de las fuerzas armadas. "Si se insiste en acusar solamente a los carabineros, nuestra fuerza se retirar¨¢ del Gobierno", habr¨ªa amenazado Mendoza.
Los cuatro meses que siguieron mostraron la pugna abierta al interior del Gobierno entre los que quer¨ªan a toda costa ocultar a los autores y los que pensaban que era mejor sacrificarlos para calmar la presi¨®n interna e internacional.
Incluso la polic¨ªa secreta (CNI), rival de los carabineros en la tarea represiva, colabor¨® en la investigaci¨®n del crimen. Seis meses antes, el cuerpo de espionaje propio de los carabineros, el DICAR, hab¨ªa sido reforzado y transformado en el DICOMCAR, la organizaci¨®n que result¨® responsable del triple degollamiento y que ahora ha sido disuelta por el nuevo jefe policial, el general Rodolfo Stange, en un intento de lavar la cara de los carabineros, excesivamente identificados con la represi¨®n directa.
El triunfo, una vez m¨¢s, ha estado en manos de Pinochet, partidario, siempre que no es posible ocultar un crimen, de aislar a los responsables directos, cortar todas sus vinculaciones con instancias superiores y entregarlos a la justicia con estrictas instrucciones de no involucrar al r¨¦gimen.
El resultado permite a Pinochet mostrar al mundo que en su pa¨ªs los cr¨ªmenes son castigados, y a sus partidarios, que a¨²n pueden seguir confiando en el r¨¦gimen.
Adem¨¢s, la CNI, dirigida por un general del Ej¨¦rcito que responde personalmente a las ¨®rdenes de Pinochet, ha salido fortalecida e incluso prestigiada, gracias a la colaboraci¨®n que prest¨® al juez en el caso de los tres degollados.
Sin embargo, fuentes pol¨ªticas chilenas estiman que el nombramiento de Rodolfo Stange, el anterior n¨²mero dos del cuerpo, no fue de pleno agrado de Pinochet y que result¨® una imposici¨®n de ¨²ltima hora del cuerpo de generales de carabineros, el que amenaz¨® con renunciar en bloque si no se aceptaba a Stange como sucesor de Mendoza.
Stange, un luterano de 60 a?os, de origen alem¨¢n, es pol¨ªticamente m¨¢s independiente de Pinochet que Mendoza -quien fue siempre considerado e incluso caricaturizado como incondicional del dictador chileno-, y en cambio m¨¢s cercano a la l¨ªnea del jefe de la Fuerza A¨¦rea y miembro de la Junta, Fernando Matthei, tambi¨¦n luterano y descendiente de alem¨¢n, quien se ha manifestado p¨²blicamente partidario de un m¨¢s acelerado proceso de transici¨®n a la democracia.
En su discurso al aceptar la dimisi¨®n de Mendoza, Pinochet fue muy claro para advertir a la oposici¨®n que no aceptar¨¢ ning¨²n aprovechamiento pol¨ªtico del esc¨¢ndalo y que tomar¨¢ las medidas m¨¢s dr¨¢sticas que sean necesarias para mantener "el orden y la tranquilidad p¨²blicas".
Comprobar la verdad
En los d¨ªas siguientes, los opositores tuvieron la oportunidad de comprobar la verdad de estas amenazas al ser reprimidas sus manifestaciones con la brutalidad acostumbrada, ser detenidos y enviados al destierro interno 14 dirigentes de organismos populares -en su mayor¨ªa comunistas- y ser secuestrada por 24 horas una psic¨®loga de 27 a?os en un operativo similar al que result¨® en la muerte de los tres comunistas. El secuestro fue visto como una advertencia, sobre todo si se recuerda que la joven ya hab¨ªa sido secuestrada meses antes por el mismo grupo, que la familia identific¨® como de carabineros.
. El mensaje es evidente. El r¨¦gimen, aislado y limitado en sus opciones, advierte a la oposici¨®n que nada fundamental ha cambiado y que a¨²n tiene la fuerza para imponer su proyecto militar, frente a la mayor¨ªa que quiere democracia y libertad.
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