En busca de una realidad oculta
En el piso encretonado donde la penumbra se destila, las plantas escuchan y los relojes crujen lentos, ¨²nicamente el discurso de Maritxu quiebra el silencio magn¨¦tico. Un ambiente que, m¨¢s que desasosegar, estimula. La sibila ilustrada, hoy c¨¦lebre en los c¨ªrculos m¨¢nticos internacionales, irradia vitalismo. Puede tener 100 a?os o s¨®lo 60; pero desde luego no puede inclu¨ªrsela en el concepto mental que de la ancianidad tenemos. Se mueve con presteza quincea?era. Tiene un pie en el futuro y el entusiasmo siempre a punto. He aqu¨ª el principal de sus arcanos.
Dice, torrencial: "Nac¨ª en Roncal, al pie de los Pirineos. Desde muy joven tom¨¦ en serio todas las manifestaciones de la mente inconsciente. No tuve miedo. Crec¨ª impregnada en percepciones extrasensoriales, desde auras, olfato agudo, hiperestesia, hasta personas petrificadas, clarividencia, telepat¨ªa, captaci¨®n a distancia, sue?os premonitorios". Maritxu Guler, de soltera Erlanz, ha consumido su vida en el intento continuo de racionalizar todo cuanto de incomprensible le acontec¨ªa. Apenas pronunciamos las palabras don, facultad adquirida, se anticipa: "No es eso. La percepci¨®n extrasensorial es espont¨¢nea. Por ejemplo, la bengalica que vi de chica, las sombras claras u oscuras sobre las personas. Si una persona se quedaba p¨¦trea, yo sab¨ªa que esa persona mor¨ªa. A trav¨¦s de la ropa he visto huellas de heridas". Virtud esta ¨²ltima que hemos contrastado con testigos.
"He visto cosas", dice Maritxu, "que para m¨ª son normales. He pensado que las tienen todos los dem¨¢s y que lo ignoran. Yo me di cuenta y las cultiv¨¦. Puede que es tos fen¨®menos", explica, "sean de bidos a la agudeza de los sentidos. Al olfato. Yo por el olor percibo a las mujeres pre?adas, es un olor caracter¨ªstico. Y a los precancerosos. Tambi¨¦n los terremotos, he captado muchos viviendo en el campo. Y yo digo que las auras, esos colores que he visto, aunque en general no he visto colores, s¨®lo blanco y negro; digo que podr¨ªan ser debidos a la extraordinaria vista que ten¨ªa yo".
Perspicacia que a¨²n perdura en los ojos f¨²lgidos, afectivos, si hace falta socarrones, que jam¨¢s necesitaron gafas. "Achaco esos fen¨®menos, pues, a la hiperestesia: agudeza de los sentidos. En cambio, psic¨®logos y parapsic¨®logos les dan un valor paranormal. Para m¨ª lo que s¨ª es percepci¨®n extrasensorial es ver la llaga a trav¨¦s de la ropa. Y la clarividencia".
Marido y mecenas
Nadie se llame a enga?o. Lograr esta entrevista no ue f¨¢cil porque detr¨¢s del personaje no se esconden ni la vanidad ni el inter¨¦s. Entend¨¢monos. Maritxu Guler carece de la prosopopeya del charlat¨¢n, de la pedanter¨ªa del horoscopista en siete lecciones y de la pose del radiest¨¦sico improvisado. Por decirl¨® de manera coloquial, no te vende su rollo. A Maritxu la popularidad le causa perjuicio en su intimidad y en sus estudios, constantemente interrumpidos por el interfono -no tiene tel¨¦fono: ser¨ªa una pesadilla- que los visitantes repican con obsesiva insistencia. Lo que m¨¢s le exaspera es que se empe?en en pagarle, confundiendo a la fil¨®sofa con la echadora de naipes a tanto el minuto. La emp¨ªrica Maritxu Erlanz habr¨ªa de casar, corriendo el tiempo, con un personaje decisivo. Giovanni Guler, cafetero, cr¨ªtico musical, mecenas, gimnasta, moderno y centroeuropeo, encauz¨® con su neutralidad activa ante lo extraordinario, acorde con su calidad de s¨²bdito suizo, las facultades de su mujer. Propietarios durante a?os del Caf¨¦ Suizo de la plaza del Castillo, en Pamplona, aquella prosperidad y los viajes al extranjero fomentaron y universalizaron lo que en Maritxu ven¨ªa siendo instintivo y rural, "Mi marido, en vez de decir: pues eso no es verdad, mi telepat¨ªa, mi clarividencia y eso, decidi¨® que hab¨ªa que desarrollarlo. Me suscribi¨® a grafolog¨ªa. Hice radiestesia. He tenido muy buenos maestros".Nos describe luego el choque premonitorio que ella llama personas p¨¦treas. "Es cuando se quedan como estatuas. Te contar¨¦ un caso. Al lado del Suizo hab¨ªa una sala de belleza, masajicos y eso, y una amiga de mi marido cuando era soltero, Julieta, iba mucho all¨ª. Lo llevaban una francesa y otra. Cuando estaba enfermo Giovanni, Julieta subi¨® a verle con una francesa; es a lo que vamos de la estatua. Pregunt¨® qu¨¦ tal Giovanni. Est¨¢ mal, contest¨¦. Le ten¨ªa muy grave. En aquel momento la francesa se apart¨® un poco y le dije, a Julieta: 'P¨¦trea est¨¢ Lil¨ª: se morir¨¢ antes que mi marido'. Se muri¨® la francesa a los ocho d¨ªas".
Del padre Heredia a Adier
Fue en la plaza del Castillo, en el tercer piso del Suizo, donde Maritxu Guler inici¨® la sistematizaci¨®n y c¨®mputo de sus prodigios, vivencias y videncias, proceso que despu¨¦s plasmar¨ªa en sus grimor¨ªos, de los que se habla en otra parte. "En Pamplona me asoci¨¦ con personas intelectuales que me tra¨ªan libros. Un abogado, un fil¨®sofo, un saceidote. Rele¨ª las obras del padre Heredia Los fraudes del espiritismo, Los fen¨®menos metaf¨ªsicos. Me intoxiqu¨¦ de Flammarion, de Leon Denis. Lo le¨ª todo porque quer¨ªa saber qu¨¦ hab¨ªa. No aprend¨ª nada".Son los viajes al coraz¨®n de Europa los que despejan v¨ªas jara la curiosidad insaciable de Maritxu, quien, por cierto, conserva la nacionalidad helv¨¦tica. En las pl¨¢cidas y perfumadas tardes veraniegas de Postchiavo, el pueblo de su marido, entabla relaci¨®n con personajes eminentes, "entre ellos un Nobel de Qu¨ªmica que realizaba pruebas con fotograf¨ªas, y tambi¨¦n Maurice Nicoli, autor de Tiempo viviente, que quiso impulsar conmigo una escuela de tipo evolutivo, en el sentido interno".
As¨ª, en las benignas veladas del agosto suizo la maestrica roncalesa se ve poco a poco rodeada de mon¨®culos inquisitivos y de preguntas de laboratorio. Personalidades cient¨ªficas desean verla, hablarle. Ella no se amilana. Posee el privilegio de la intuici¨®n y decide encarrilarlo mediante una metodolog¨ªa agotadora.
"En Pamplona viv¨ª 10 a?os de la sopa boba. Mi marido me hizo un cuarto grande y la pared la llen¨® de cajones. Libros, cartas de Zener, que nadie las ten¨ªa, p¨¦ndulos. Ah¨ª empec¨¦". A zancadas busca y trae cajas con sus secretos, entre ellos los signos de Zener en cartones: la cruz, la estrella, el cuadrado, el c¨ªrculo, las ondas. "Hac¨ªa trabajos de captarlas. Las echaba al suelo y trataba de acertarlas. Acertaba muchas. Pero prefer¨ª el m¨¦todo Richet, con baraja espa?ola. Tiraban una carta. 'Es la sota de espadas'. Acertaba cantidad. Es entonces cuando, con esos trabajos, me inicio en telepat¨ªa".
"Si uno tiene una carta que la sabe ¨¦l y yo no la s¨¦, y digo el as de oros, es telepat¨ªa; si digo que la s¨¦ptima carta que van a sacar es el as de espadas, entonces es precognici¨®n. Eran pruebas para ver lo que rend¨ªa. Fue tremendo. Acertaba todo. Yo, en mi juventud, ve¨ªa a trav¨¦s de cuerpos opacos. He vivido intensamente esas percepciones y s¨¦ que proceden,de la vista em¨¦trope que ten¨ªa".
S¨®lo que Maritxu Guler no cree en espiritismos. Que ¨¦sa es otra.
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