El pianista Hugu Tinney triunfa en la ciudad que le premi¨® en 1984
ENVIADO ESPECIALLa actuaci¨®n del irland¨¦s Hugu Tinney (Dubl¨ªn, 1958), ganador del Concurso Internacional de Piano Paloma O'Shea 1984, ha supuesto una de las m¨¢s brillantes jornadas del 342 Festival de Santander. Vivo a¨²n el recuerdo de las pruebas del verano pasado y constantemente divulgados los ¨¦xitos incesantes de Tinney, el p¨²blico acudi¨® en masa al claustro de la catedral y aplaudi¨® con entusiasmo todas y cada una de las versiones.
El programa, tras la primera llamada de dos preludios y fugas de El clave bien temperado, de Juan Sebasti¨¢n Bach, tres nombres fundamentales en la mitolog¨ªa musical del romanticismo: Franz Schubert, con la Sonata en la menor; Franz Liszt, con los Valses olvidados 2 y 3, y Federico Chopin, con los 24 preludios opus 28.
Recital de Hugu Tinney
Premio Paloma O'Shea 1984. Obras de Bach, Schubert, Liszt y Chopin. Claustro de la catedral. 12 de agosto.
Hugu Tinney se define por el equilibrio de tres factores: la fantas¨ªa, la raz¨®n y el virtuosismo entendidos como valores constitutivos. Se dir¨ªa que uno excita y, a la vez, contiene a los otros dos; as¨ª, el m¨¢s potente impulso virtuos¨ªstico, apoyado en una t¨¦cnica trascendental en el sentido que Liszt dio al t¨¦rmino, toma vuelo creador gracias a una fuerte imaginaci¨®n y asume los ¨²ltimos principios cartesianos de orden, l¨®gica y claridad.
Acaso en algunos momentos el Tinney de ahora ha podido parecer menos intimista que el de hace 12 meses, pero creo que se trata de una impresi¨®n falsa producida por las limitaciones ac¨²sticas del claustro -en el que todo resuena de manera casi vociferante- y las caracter¨ªsticas sonoras del piano Bosendorf, tan densas en los graves, tan ricas de arm¨®nicos, pero sin esa ¨²ltima flexibilidad especialmente apta para la confidencia propia de los Stenwey, a los que, por otra parte, tanto los ataques del pianista como la receptividad del p¨²blico est¨¢n tan habituados.
Con un especial toque de gracia, el preludio en re menor acrecent¨® en manos de Tinney sus concomitancias estil¨ªsticas con Scarlatti, y hasta se adivina el aire de fandango en el interior de la p¨¢gina, lo que curiosamente sucede otras veces en Bach, incluido alg¨²n n¨²mero de la misa en si menor.
Cierto aire conflictivo
Las propuestas de Schubert en sus obras pian¨ªsticas de gran forma adquieren en la Sonata en la menor cierto aire conflictivo al evidenciar la disputa entre la sustancia expresiva y l¨ªrica der¨ªvada de las formas breves y el estil¨®n de su instalaci¨®n y en estructuras ideol¨®gicas y formales.Que Liszt es autor que conviene a las condiciones de Tinney, lo reconoce ¨¦l mismo cuando dedica su primer disco -que aparecer¨¢ en octubre- a las obras del gran inventor de futuro que fue el compositor h¨²ngaro. En sus limitadas dimensiones, los Valses olvidados nos descubren casi todas las direcciones de la rosa de los vientos lisztiana, cuyas direcciones pueden apuntar hacia el giro de sal¨®n, a la meditaci¨®n personal, al melodismo como veh¨ªculo de exteriorizaci¨®n emocional o a las armon¨ªas de los acordes y los timbres sugeridoras anticipadamente de lo que ser¨¢ el impresionismo.
En fin, los 24 preludios chopinianos, no pensados por su autor como obra unitaria, pero capaces de alzarse, si el int¨¦rprete posee el talento y los medios de Tinney, como un universo total, nos llegaron poblados de mil hallazgos, animados por tantas novedades asombrosamente arriesgadas para su tiempo. Los 24 preludios valen por el m¨¢s acabado diccionario sonoro de la ideolog¨ªa y el sentimiento rom¨¢ntico por cuanto explican, en s¨ª mismos, las razones de ser de un repertorio pian¨ªstico capaz de animar siglo y medio de creaci¨®n.
A pesar de lo prolongado del programa, Hugu Tinney tuvo que conceder todav¨ªa una obra copio propina, y eligi¨® la Sonata en re, de Mateo Alb¨¦niz.
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