El esperpento de un esperpento
Se ve el esfuerzo, el sudor, el miedo, el intento de compromiso: los realizadores de esta pel¨ªcula -el guionista, el director, los actores- tratan de arrojar Luces de bohemia -estrenada anteayer en Madrid- sobre la pantalla, y la pantalla se lo devuelve sin asumirlo. La organizaci¨®n del tema, con una alteraci¨®n del tiempo de la obra; cada plano, cada secuencia, cada r¨¦plica, son un fracaso continuo: se ve el sufrimiento, y se contagia, se recibe. Y surge una pregunta eterna: ?se puede adaptar una gran obra literaria al cine?Pregunta que ya es falsa: continuamente se est¨¢ demostrando que s¨ª. La pregunta s¨®lo se hace cuando la adaptaci¨®n fracasa y deja ver continuamente la gran sombra original frustrada detr¨¢s de ella. Con esta vampirizaci¨®n de Valle por el director Miguel ?ngel Diez y por el guionista Mario Camus pasa como con la vampirizaci¨®n de los actores: no es posible que int¨¦rpretes como Francisco Rabal, Agust¨ªn Gonz¨¢lez, Fernando Fern¨¢n-G¨®mez y otros muchos est¨¦n intr¨ªnsecamente mal cuando se sabe que lo dif¨ªcil es que cualquiera de ellos haga mal un papel. La respuesta es que todo est¨¢ equivocado a partir del proyecto inicial.
Luces de bohemia es un gran fresco espa?ol contenido formalmente en una noche madrile?a: no s¨®lo por el centralismo acumulado, sino por los rasgos de lenguaje, tipos, personajes. Por esa noche tr¨¢gica transita una especie de rey Lear destronado y sin salvaci¨®n: un orgulloso, l¨²cido y destrozado primer poeta de Espa?a rodeado de un cortejo ebrio y altisonante, de una bohemia real, y al protagonista y al antagonista corresponden la aventura y el comentario, reforzados por el papel coral de quienes los siguen. En esa noche se vive el calabozo sin esperanzas del Ministerio de la Gobernaci¨®n, las cargas de polic¨ªas y militares contra el pueblo, el despacho del ministro corrompido, la Redacci¨®n de un peri¨®dico, la prostituci¨®n callejera, los caf¨¦s y las tabernas, el hambre en el tabaco, la usura de un librero-editor que explota el talento ajeno; y se llega a la muerte. Es dif¨ªcil concluir que todo esto no es cinematogr¨¢fico, y m¨¢s a¨²n que las acotaciones, las descripciones de Valle-Incl¨¢n en esta obra no son alusiones enteramente visuales. El problema est¨¢ en la digesti¨®n que los encargados del trasvase de g¨¦neros sean capaces de hacer y en la forma como el talento de su oficio sea capaz de coincidir con el talento del primer creador y producir la transmisi¨®n. Una salida que a veces se ha empleado con otras obras dif¨ªciles y sagradas, como las de Shakespeare, ha sido las de fotografiar y ampliar la obra conservando el texto: es decir, convirtiendo la c¨¢mara en los ojos de un espectador privilegiado, capaces de enfocar, pasear, girar, en el escenario y ver m¨¢s all¨¢ de ¨¦l la continuaci¨®n de una realidad. Estas pel¨ªculas han sido obras maestras.
En estas Luces de bohemia la transmutaci¨®n se produce en el sentido inverso: el oro de Valle se convierte en cart¨®n-piedra. Hay m¨¢s teatralidad que la contenida en la obra: hay m¨¢s escenarios fijos, frases altisonantes, rigidez de los personajes, inverosimilitud en las situaciones, de las que se permiten en el teatro. Si se tiene en cuenta que el cine es un teatro flexible y maleable cuya principal aportaci¨®n a la literatura dram¨¢tica consiste en aumentar hasta el infinito su imaginaci¨®n se ver¨¢ hasta qu¨¦ punto se retrocede en ese camino en esta pel¨ªcula, esperpento sin gracia de un esperpento genial.
Aunque el talento de Valle est¨¢ rebotado por la pantalla, es a ¨¦l a quien se debe lo que pueda quedar de esta versi¨®n. Desecuenciada, mal fotografiada, mal dicha por los actores, sorprendidos siempre en lo m¨¢s atroz de sus gestos, mal contada, la noche de la miseria y el poder, de la injusticia y la tremenda luz que dan sobre ella unos n¨¢ufragos borrachos, a¨²n es capaz de llegar parcialmente. Es posible que para personas que no hayan visto o le¨ªdo nunca la obra maestra tenga algunos valores, aunque deban prescindir de la necesidad de saber lo que pasa y a qui¨¦n pasa -es decir, el discurso l¨®gico que hay dentro del esperpento, y que se ha perdido-. Para quienes la conocen, el sufrimiento es permanente.
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