Lo retroprogresivo
Perm¨ªtanme que insista con el vocablo y con el concepto, y con la pretensi¨®n de ser el padre de la criatura (en mi libro Aproximaci¨®n al origen). Me estoy refiriendo a lo retroprogresivo: Ir simult¨¢neamente hacia lo nuevo y hacia lo antiguo, hacia la complejidad y hacia el origen. A mi entender, ¨¦sta es la clave para acomodarse a la nueva era que se avecina, que ha llegado ya.La idea fundamental es que hay que sustituir el mito canceroso del progreso por la noci¨®n m¨¢s sutil de retroprogreso; cobrar conciencia de que all¨ª donde el avance no es retroprogresivo, los costes del progreso exceden a sus ventajas y, en consecuencia, se produce una disminuci¨®n en la calidad de vida. Los indicadores de esa calidad de vida, ya se sabe, no deben ser exclusivamente econ¨®micos ni tecnol¨®gicos. Importan la salud, la autorrealizaci¨®n, la libertad interior, la libertad pol¨ªtica, la capacidad de vivir el presente. Importa escapar a la inflaci¨®n de signos que preside nuestra civilizaci¨®n; trascender la blablaosfera, el ambiente ruidoso donde la gente se tiene en pie exclusivamente a fuerza de triviales redundancias: bla-bla-bla.
La prueba decisiva se produce en relaci¨®n con la tecnolog¨ªa, y ah¨ª el peligro acecha tanto por la pura l¨ªnea retro como por la pura, y no menos anacr¨®nica, l¨ªnea progre. Ivan Illich, pongamos por caso, propugna limitar la difusi¨®n de ciertas tecnolog¨ªas por considerar que degradan el entorno f¨ªsico y atentan a la salud ps¨ªquica. Illich defiende exclusivamente las herramientas que ¨¦l llama "convivenciales". Luz verde para el tel¨¦fono, pero ya no para el ordenador electr¨®nico. Existe la tendencia contraria, la de quienes lo f¨ªan todo a la cibern¨¦tica descuidando la convivencialidad. Pues bien, la actitud retroprogresiva est¨¢ en el centro de la tensi¨®n, se alimenta de la misma tensi¨®n, recoge sus antagonismos y, al recogerlos, configura una sociedad m¨¢s compleja, m¨¢s ambivalente, a la vez informatizada y, digamos, arcaica.
Ello supone un salto evolutivo en la capacidad adaptativa del cerebro humano, un plus de creatividad para manejar la complejidad creciente, un plus de vitalidad para encarar la indisociable relaci¨®n complejidad/incertidumbre. Simult¨¢neamente, es preciso hundir m¨¢s firmemente los pies en el origen para no perder el equilibrio. Es el tema de la m¨ªstica (en la acepci¨®n oriental de esta palabra, y en el contexto con que hoy se habla de psicolog¨ªa transpersonal); la m¨ªstica como la otra cara de la sofisticaci¨®n tecnol¨®gica. El caso es que si la sociedad informatizada no sirve para recuperar las virtudes de una sociedad preindustrial, no sirve para nada. Ya se sabe que antes de inventarse el reloj y el calendario, los hombres no ten¨ªan la obsesi¨®n del tiempo que pasa. Pues bien, si alg¨²n sentido tiene un mundo informatizado y electr¨®nico es el de permitirnos recuperar la vieja libertad de un mundo sin tiempo abstracto, de un mundo perpetuamente reinventado cada d¨ªa.
La m¨ªstica como trasfondo de lo retroprogresivo. Si el marxismo descubri¨® un nuevo continente, la historia, hoy se trata de ir m¨¢s all¨¢ y alcanzar la transhistoria: el presente. Un modo nuevo de afrontar el espejismo traicionero del tiempo. Superar incluso el caduco concepto de esperanza.
Con el permiso de Pedro La¨ªn Entralgo, no hay nada que esperar: todo est¨¢ ya aqu¨ª. Y ahora. Durante miles de a?os, el hombre ha vivido sometido a ciclos c¨®smicos, ciclos lit¨²rgicos, fiestas. Eran la pauta de las sociedades agr¨ªcolas y artesanales. Con la llegada de la modernidad y la industrializaci¨®n se fue generando un tiempo meramente mercantil tiempo vinculado a la venta del trabajo, tiempo cuantitativo, abstracto: kronos y ya no kair¨®s. De ese tiempo degradado naci¨® la vida como proyecto, la esperanza como virtud, la moral puritana como condici¨®n para un cierto capitalismo. Bien; hoy se trata de superar esta servidurnbre del tiempo abstracto y tantear un nuevo ritmo, a la vez festivo (preindustrial) e innovador (hipercomplejo). Hoy se trata de aproximarse a la no dualidad del origen por la v¨ªa de la complejidad y el pathos de la ambivalencia.
Debajo de la moda retro estuvo la quiebra del mito del progresismo. Pero no a todo el mundo le apetece volver literalmente a la aldea agr¨ªcola. El proceso cr¨ªtico, la racionalidad retroprogresiva (la que afina progresivamente los lenguajes para mejor capturar lo real), todo eso no puede detenerse. Un nuevo paradigma est¨¢ emergiendo. Ante el riesgo creciente de los tiempos no cabe refugiarse en las cavernas. Tampoco cabe la mera fuga hacia delante, el progreso t¨¦cnico como un fin en s¨ª mismo. En la era retroprogresiva lo que hay que superar es, precisamente, la disociaci¨®n entre los medios y los fines. En la era retroprogresiva todo lo hacemos entre todos, y la cooperaci¨®n es un alimento m¨¢s profundo -y eficaz- que la mera competici¨®n.
Un nuevo tipo de animal humano, el animal retroprogresivo, podr¨ªa estar emergiendo. Animal posmoderno, pero tambi¨¦n m¨ªstico; animal capaz de tomarle gusto a la complejidad y a la aventura; animal nuevamente inocente que no va a necesitar ya del sentimiento de culpa para mantener la cohesi¨®n social; animal antirreduccionista y capaz de experimentar con el azar.
Sugiero, pues, que lo retroprogresivo es algo m¨¢s que un vocablo conciliador de opuestos. Su alcance puede ser un modo nuevo de vivir.
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