Las condiciones del pensar
"Quien piensa en grande ha de equivocarse en grande", tiene escrito Heidegger en su texto De la experiencia del pensar. Poca gente ha pensado en Espa?a con la grandeza, penetraci¨®n y honradez con que lo ha hecho Manuel Sacrist¨¢n. Y con pocas personas, si al menos por una vez, se pueden volver a utilizar palabras de este tama?o, la historia, aunque sea la peque?a historia. de nuestro pa¨ªs, ha sido tan injusta. Cuesta recorrer la obra de Manuel Sacrist¨¢n sin detenerse a pensar a cada poco en el espect¨¢culo de necedad, de estupidez que dieron quienes dificultaron la relaci¨®n con los que pudieron haber sido sus alumnos y tuvieron que conformarse con ser sus ocasionales lectores. ?Qu¨¦ destacar en una nota apresurada de entre sus escritos? ?Su temprana tesis sobre Heidegger? ?Ese primer texto de l¨®gica formal publicado en Espa?a? ?Sus hermosas p¨¢ginas dedicadas a Goethe y Heine? ?Su edici¨®n de Grainsci? ?Su presentaci¨®n de Labriola ...?En el segundo volumen de la recopilaci¨®n de sus escritos, Panfletos y materiales, aparece un breve texto publicado en una revista de estudiantes de Filosof¨ªa aproximadamente en la misma ¨¦poca en que aparec¨ªa su pol¨¦mico Sobre el lugar de la Filosof¨ªa en los estudios superiores. Retoma en ¨¦l un tema orteguiano que hizo suyo a lo largo de su vida: la contraposici¨®n entre saber y creer. ?sta es, posiblemente, la clave de b¨®veda de su pensamiento: el lugar desde el que sus canviantes posisiciones en algunos temas revelan un profunda coherencia.
Su insistencia en interpretar el marxismo como una unidad de teor¨ªa cr¨ªtica y pr¨¢ctica puede resultar discutible tal vez, pero en todo caso, muestra esa tensi¨®n por vincular al fil¨®sofo con el destino del mundo. Probablemente sea lo de menos la posibilidad de fundir las categor¨ªas del an¨¢lisis con los objetivos emancipatorios, empe?o en el que se corre el peligro de seguir mec¨¢nicamente lo que en realidad habita en el territorio de las creencias. Por eso no hay nada de extra?o en su sensibilidad m¨¢s reciente ante los problemas de la ecolog¨ªa y el medio ambiente. Se reconoce tambi¨¦n aqu¨ª id¨¦ntica preocupaci¨®n que en el resto de sus escritos: el hombre enfrentado al mundo, ya no s¨®lo cultural sino tambi¨¦n biol¨®gico.
Por esa misma razon, podemos decir hoy que entendieron poco o muy poco quienes se irritaron por aquel texto sobre la filosof¨ªa y la academia. Su reacci¨®n de entonces ilumina nuestro presente. Aquel revulsivo del Instituto de Filosof¨ªa est¨¢ hoy a la orden del d¨ªa: se trataba de poner las condiciones para poder pensar.
A los estudiantes de Filosoria a quienes se dirig¨ªa desde las p¨¢ginas de aquella revista, que eran sus imposibles alumnos Sacrist¨¢n les propon¨ªa la comparaci¨®n entre lo que el mismo llamaba "dos grandes perseguidos": Giordano Bruno y Galileo. El uno cre¨ªa y el otro sab¨ªa. La dificultad del pensar se mide en esa distancia. Los pensamientos son verdaderos, el pensar es veraz. Acaso hoy fuera ¨²til recordar que si pol¨ªtica sin ¨¦tica es politequer¨ªa, como el propio Sacrist¨¢n gustaba repetir, ¨¦tica sin pol¨ªtica es narcisismo.
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