Apples
Hay viajes, ni siquiera viajes, porque son simples recorridos por la ciudad, por un barrio de la ciudad, y que, sin embargo, resultan interminables, dolorosas aventuras de condensaci¨®n, de descubrimiento. Y hay descubrimientos que no son m¨¢s que el enorme resumen de todos nuestros problemas, Juan. Las flores que aqu¨ª te traigo, me digo, me lo repito ansiosa de llegar a tu departamento, luchando con las esquinas, todas aquellas esquinas por las que puedo torcer a la derecha, a la izquierda, y nunca llevarte nada. Y aquella esquina definitiva por la que he deseado irme a veces para siempre. He tratado de hacerlo, pero ya s¨¦, ya s¨¦, tu amor gana, como todas las veces aquellas en que hu¨ª y te fui dejando huellas para que me encontraras. Nunca he amado as¨ª, tampoco, pero tambi¨¦n a eso le tengo miedo.Contigo no hay pasado, contigo s¨®lo hay presente, y contigo no hay futuro porque yo no quiero que haya futuro contigo. Y por eso, claro, es por eso que s¨®lo hay este interminable presente. Ya te llev¨¦ las flores, ah¨ª las encontrar¨¢s ante tu puerta, pero yo sigo andando y repiti¨¦ndome las flores que aqu¨ª te traigo, y me duele horriblemente. Hoy he querido matarte. Te puse las manzanas medio podridas junto a las flores, y tom¨¦ conciencia de que con ellas pod¨ªa matarte. Tom¨¦ conciencia s¨®lo entonces. Hasta entonces eran un regalo porque te gustan as¨ª, medio podridas, para prepararte tus compotas. Ah¨ª me vino la idea: encontrar¨¢ las flores tan bellas, tan frescas; bellas, frescas y j¨®venes como yo. Y como es un tipo demasiado sensible, como es un tipo que parece viejo junto a m¨ª, mucho mayor que yo, ver¨¢ el ramo de flores que soy yo, ver¨¢ al llegar a su puerta las manzanas que son ¨¦l, y comprender¨¢ que he querido matarlo. Y eso lo matar¨¢. Lo matar¨¢. Aunque sea poco a poco. Cuando sepa que yo he pensado as¨ª, que he imaginado eso, que sabiendo todo eso no he retirado las manzanas, eso lo matar¨¢.
Y nada es culpa tuya, Juan. En el presente inmenso camino con las flores que aqu¨ª te traigo y quiero entreg¨¢rselas a tanta gente. Juan, hay un tipo de muchacha, sobre todo, que me aterroriza. Bast¨® con que empezara a llevarte las flores para que empezaran a sugir en mi camino. Es tu cumplea?os y amanec¨ª sonriente, am¨¢ndote tanto. Te imagin¨¦ amaneciendo en tu departamento plagado de objetos, de cuadros, tu viejo departamento parisiense donde si hubiera futuro quisiera perderme y que el miedo jam¨¢s me volviera a encontrar.
Tu piano, tu pasi¨®n por la m¨²sica, tu pasi¨®n por algo, tus horas de estudio, la grandeza con que callado te enfrentas al trabajo mientras yo corro y quiero huir y huyo dej¨¢ndote huellas para que me encuentres. Perd¨®name, Juan. Perdonarte qu¨¦, me preguntas siempre, mientras encuentras, siempre, tambi¨¦n, la palabra m¨¢s apropiada para que jam¨¢s se note que he intentado herirte. Tu piano, tus horas de estudio, tu departamento plagado de cuadernos de m¨²sica, de tantos cuadros y de tantos objetos. Yo no puedo pintar los cuadros. Yo no te he obsequiado esos objetos. Perd¨®name, Juan. Perdonarte qu¨¦. Y mil veces, una palabra en ingl¨¦s con la que en vez de descubrir la falla, la escondes, la evitas para siempre, con tanto amor, con tanta ternura, con toda la bondad del mundo. Me entrego a tus brazos cuando encuentras la palabra en ingl¨¦s que embellece hasta el olvido lo que soy y eres capaz de convertir mis tentativas de huir en la travesura de una ni?a con futuro.
Pero todo es presente y hoy es tu cumplea?os y despert¨¦ so?ando ya con tu departamento y con estas flores que aqu¨ª te traigo. Le voy a comprar a Juan el m¨¢s lindo ramo de flores que encuentre. Ir¨¦ a comprarle las manzanas m¨¢s podridas que se vendan en el mercado y, esta noche, cuando regrese de su viaje, tras haber triunfado en su concierto de Bruselas, encontrar¨¢ las flores y podr¨¢ prepararse una compota. Juan, esto era todo mi programa para el d¨ªa. Juan, esto es todo lo que tengo para todo el d¨ªa. Nada m¨¢s que hacer. Bueno, tal vez encontrarme con uno de los muchachos que odio, uno de los chicos con quien te enga?o, y sobre valorarme diciendo que Juan regresa esta noche de otro triunfo en Bruselas, ocultando siempre que hoy cumples otra vez muchos a?os m¨¢s que yo.
Ten¨ªa l¨¢grimas en los ojos cuan do me despert¨¦ so?ando con un d¨ªa tan lindo, con tu retorno, con la sorpresa que te iba a dar. Las flores. Tu compota. Era como si acabaras de pronunciar una palabra en ingl¨¦s con respecto al resto de mi d¨ªa, a la idea que ya empezaba a met¨¦rseme de encontrar a alguno de los chicos con que te enga?o, para vanagloriarme. Pero no estabas. No estabas y no hab¨ªa palabra tuya que me convirtiera en una ni?a muy traviesa. Y recordaba tus largas horas de trabajo, tu fuerza de voluntad, la forma en que puedes practicar horas y horas tu piano y amarme y saberlo todo. S¨ª, lo sabes todo. Quisiera matarte.
Juan, hay un tipo de muchacha, sobre todo, que me aterroriza. Las flores que aqu¨ª te traigo, lo repito y lo repito, pero ya han aparecido dos de esas muchachas y he querido obsequiarles tus flores. Son muchachas m¨¢s altas que yo, m¨¢s j¨®venes que yo, y sobre todo son de un tipo terriblemente deportivo. Cruzan las esquinas f¨¢cilmente, Juan. Tienen algo que hacer, Juan. No les importar¨ªa tu piano, Juan, ni que andes siempre pasado de moda, ni que tengas tambi¨¦n muchos a?os m¨¢s que ellas. Juan, no las mires nunca, por favor. Pero t¨², adem¨¢s, ni siquieras las ves. Adoro tu bondad. Esas muchachas son, Juan, son para mi mal. No s¨¦ qu¨¦ son, no las soporto y quiero inclinarme, no s¨¦ si deseo que me peguen o hacer el amor con ellas. En todo caso quiero quitarles al muchacho que va con ellas. Aunque vayan solas, quiero quitarles al muchacho que va con ellas. Juan, t¨² y yo lo sabemos, no hay palabra tuya en ingl¨¦s que me convierta en ni?a. traviesa cuando me tropiezo con esas chicas tan lindas. Me dijiste que yo era a queen. Otro d¨ªa me encontraste most charming, otro d¨ªa citaste el m¨¢s maravilloso verso de Yeats, Te sonre¨ª. Y t¨² sabes de tu fracaso, no lograste encontrar una palabra y odio tu piano. Te ment¨ª una sonrisa y ?o sabes tambi¨¦n. Juan, debes sufrir mucho por m¨ª:
Las flores que aqu¨ª te traigo, lo repito y lo repito, pero he mirado a una de esas muchachas con descaro. Qu¨¦ f¨¢cil caminan. Qu¨¦ bien les queda la ropa. Qu¨¦ tranquilas viven y qu¨¦ tranquilamente caminan. Sus ojos, sus cabellos, las piernas, los muslos, las nalgas. Quise arrodillarme y entregarles las flores. Una, dos muchachas as¨ª llevo ya encontradas en mi camino con las flores que aqu¨ª te traigo. Qu¨¦ trabajo me cuesta llegar a tu departamento. Y me falta el ataque de angustia en tu ascensor, todav¨ªa. Es todo lo que he aprendido en la vida, estos ataques de angustia en silencio, sin que nadie los note. Hasta me gustan porque parece que es entonces cuando se me abren enormes los ojos y miro sin ver y la gente me baja la mirada y me siento fuerte, casi tanto como para causarle miedo a la gente, a lo mejor hasta causarles miedo a esas muchachas terriblemente deportivas. Por qu¨¦, Dios m¨ªo, por qu¨¦, si soy tan bonita, tan joven, si te quiero tanto, si me quieres tanto, si no necesito para nada de esos muchachos terriblemente deportivos, adolescentes de aspecto, tranquilos de andada, serenos en los inquietos vagones del metro. Ya s¨¦ que la vida no es as¨ª, me lo explicaste con amor, pacientemente, pero tal vez si en lugar de esas l¨¢grimas que te saltaron a los ojos, tal vez si en su lugar hubieses encontrado algunas palabras en ingl¨¦s. No lo lograste. Y desde entonces te quiero matar.
He regresado a la derrota de mi vida. El camino hasta aqu¨ª lo hice destrozando este d¨ªa de tu cumplea?os en que amanec¨ª so?ando con tus flores y tus manzanas. Con cu¨¢nta ternura las busqu¨¦, con cu¨¢nta ternura las compr¨¦, escogi¨¦ndolas una por una, para ti, mi amor, por tu cumplea?os. Esta b¨²squeda, esta compra, esta selecci¨®n, han sido mi d¨ªa, eran para ti, Juan, eran para ti, que por la noche regresabas de Bruselas. Y ahora, la caminata hasta tu departamento me ha tra¨ªdo hasta este lecho donde yazgo. Sigue el presente, Juan. Estoy desesperada, tan sola, tan triste, tan in¨²tilmente bella. Le he robado a una de esas muchachas este muchacho. Ya hicimos el amor y ya le cont¨¦ que acababa de matar a un pianista llamado Juan. No me entend¨ªa bien, al principio, o sea que le cont¨¦ que hab¨ªa sido primero un regalo de cumplea?os, una sorpresa para tu retorno, y luego, despu¨¦s, de pronto, un crimen premeditado, un perfecto crimen por telepat¨ªa. Por fin me entendi¨®: tras haberte dejado mi regalo, las flores se convirtieron en m¨ª, las manzanas en ti. Yo soy las flores, t¨² eres las manzanas, viejo, podrido, muerto.
Sigo sola, Juan, sigo huyendo, qu¨¦ horrible resulta huir sin haberte dejado huellas. Estoy sentada en una estaci¨®n de tren y no s¨¦ cu¨¢l tren tomar. Regresar a Par¨ªs... No me atrevo, no me atrevo sin haberte llamado antes. Y ah¨ª est¨¢ el tel¨¦fono, pero no me atrevo, esta vez no me atrever¨¦ a llamarte. Y t¨², ?c¨®mo podr¨ªas llamarme?, si no te he dejado huellas esta vez. Pobre Juan, cu¨¢ntas horas al d¨ªa estar¨¢s tocando tu piano mientras yo regreso. No merezco regresar, Juan. No te olvides que te he matado.
Juan, hay una oportunidad en un mill¨®n de que me salve. Y todo depende de ti. Estoy loca, estoy completamente loca, pero de pronto estoy alegre y optimista porque todo depende de ti. Juan, tienes que llamarme aqu¨ª, no es imposible, no es imposible, estoy en la estaci¨®n de Marsella, tienes que adivinarlo, ?recuerdas que aqu¨ª nos conocimos? Y cuando hablemos, agrad¨¦ceme las flores, Juan, y no hables de manzanas. Ll¨¢males apples, agrad¨¦ceme the apples, por favor, Juan. Hay siempre un futuro para una ni?a traviesa. No te olvides: apples, Juan, por favor, gracias en Marsella.
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