Las secretarias, objetivo preferente para la RDA
J. C. Las secretarias en Bonn, en los puestos cercanos al poder, han sido uno de los objetivos prioritarios de los servicios de espionaje de la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana. El cesado jefe de los servicios secretos, Herbert Hellenbrolch, present¨® en una ocasi¨®n una especie de retrato-robot de la candidata a agente del Stasi: "Se?oras solas, que han alcanzado una cierta edad y ya han pasado la flor de la primera juventud. No tienen especial vinculaci¨®n con la casa paterna y escasas relaciones con otros familiares o conocidos. Por lo general, viven en Bonn en un gran edificio an¨®nimo y trabajan en un organismo grande".
Seg¨²n Hellenbro¨ªch, "lo mismo tiene validez para Bruselas. Buscan una relaci¨®n personal que les sirva de equilibrio para sus tensiones profesionales ' pero no lo encuentran con facilidad. Todas las agentes descubiertas hasta ahora eran de una enorme capacidad profesional, entregadas sin reservas al trabajo y por eso eran especialmente apreciadas por sus jefes". Este tipo de persona se da con abundancia en Bonn, "la peque?a ciudad en Alemania", escenario de una de las novelas del maestro del espionaje John Le Carr¨¦. Para estas mujeres solitarias, el Stasi tiene preparados los llamados Romeos.
El retrato-robot de un Romeo, seg¨²n Hellenbroich, ser¨ªa el de "el amante es algo mayor que la dama, entre 35 y 45 a?os. Las caracter¨ªsticas externas que se dan en todos los casos son: bien parecido, convincente, despierta confianza y es conmovedoramente preocupado. La profundizaci¨®n de la relaci¨®n ocupa al principio la mayor parte del tiempo, hasta que las mujeres adquieren la sensaci¨®n de que han conseguido un compa?ero para siempre en la casa". Este sentimiento hay que fortalecerlo hasta que llega el momento de preguntarle por el trabajo que hace".
En ocasiones, la aproximaci¨®n se hace bajo bandera falsa. Hellenbroich explica que en un caso famoso de una secretaria que trabajaba en el Ministerio de Asuntos Exteriores en Bonn, "el amante le dijo que trabajaba para los servicios brit¨¢nicos y ella lo crey¨® hasta el final".
El momento de la verdad
En el trabajo de conseguir un agente del otro lado llega inevitablemente el momento de bajarse los pantalones, como se dice en el argot de los agentes. Hellenbroich explica que llegado el momento en que se dice "Yo soy del otro lado", y si ella se niega a continuar trabajando, se utiliza muy decididamente el arma del matrimonio. "T¨² tienes que trabajar para m¨ª, o de lo contrario no hay nada de la boda". La negativa a casarse se utiliza en esa fase como un m¨¦todo brutal de chantaje.
A pesar de que el Ministerio para la Seguridad del Estado de la RDA tuvo conciencia de que el m¨¦todo empleado para infiltrar agentes en la RFA qued¨® al descubierto, el empleo de topos en el otro lado es imprescindible. El presidente de la oficina, Meier, calculaba en una entrevista, en 1979, que los gastos de preparaci¨®n de un agente oscilaban entonces entre 100.000 y 150.000 marcos (de seis a nueve millones de pesetas, al cambio actual). Seg¨²n Meier, "el primer mandamiento es no llamar la atenci¨®n hacia afuera y la m¨¢xima movilidad para viajar. Cuanto menos llamativo sea el puesto de trabajo, tanto m¨¢s flexible es la persona para la organizaci¨®n de su vida privada".
Meier estaba convencido de que los movimientos de huida se realizan siempre de acuerdo con la central, la firma, en Berl¨ªn Este. "Seg¨²n nuestras experiencias, cada paso tiene que estar acordado con los jefes. Si Berl¨ªn Este dice: 'Quedaos, no est¨¢is en peligro, continuad vuestro trabajo', ellos se quedan. Cada una de esas personas recibe un n¨²mero de tel¨¦fono para un caso de emergencia, para ponerse en contacto con el otro lado en caso de necesidad".
Adem¨¢s de los casos de aproximaci¨®n, a trav¨¦s del ligue con una secretaria, los sistemas utilizados por el Stasi abarcan una amplia gama de modalidades: desde el joven de la RFA que tiene una novia en el otro lado y recibe la oferta de que recibir¨¢ un permiso de emigaci¨®n si acepta pasar informaci¨®n, hasta la persona sorprendida en alguna ilegalidad, como el cambio de moneda en el mercado negro, que luego se utiliza como medio de presi¨®n para obtener informaciones.
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