Educados forajidos
Lo m¨¢s admirable de estos atletas es la forma de controlar sus propios movimientos duros y aparentemente agresivos en medio de una multitud m¨®vil; y su conocimiento de esa masa y de lo previsible de sus movimientos. Lo cual, en este nuevo espect¨¢culo, Suz/o/ Suz, puede resultar una contradicci¨®n, y es en lo que m¨¢s se emparenta con el teatro: en que es la ficci¨®n, o la representaci¨®n, de algo que no es.Se representa una barbarie, se representa una banda de j¨®venes predadores humanos, el estadio final animalesco de una civilizaci¨®n que pudo empezar con el animal; utilizando la chatarra y los s¨ªmbolos rotos: la m¨¢quina, el televisor, el carro de supermercado. Y la m¨²sica: comparada con la de estos educados forajidos, la de los tambores de Calanda podr¨ªa resultar un cuarteto de Haydn. Pero, al mismo tiempo, es m¨²sica y no ruidos: est¨¢ firmemente sujeta al ritmo, no trata de ser simplemente cacofon¨ªa. En toda la actuaci¨®n hay una est¨¦tica no necesariamente moderna: el cuerpo sumergido en la piscina coloreada e iluminada, la paja que vuela, el cromatismo del polvo suspendido. Hasta un embri¨®n de argumento: un remedio de combate amoroso, el feto en el l¨ªquido amni¨®tico, el nacimiento, la suspensi¨®n por los pies, la poluci¨®n sobre el reci¨¦n nacido... (o tal vez sea esto una manera personal de verlo).
Suz/o/Suz
La Fura dels Baus: Miguel Badosa Ricart, Pere Tantifia Almel, Carles Padrisa Singla, J¨¹ngen Muller, Alex Oll¨¦ Gol, Marcel.Ii Ant¨²nez Roca, Jordi Gorina, Pep Gatell Calvo, Xavier Cereza Garc¨ªa, Andreu Morte Teres. Estreno: Antigua funeraria de Galileo. Madrid, 30 de agosto.
En cuanto a la transgresi¨®n, est¨¢ sabia y moderadamente controlada. Nadie puede esperar verdadera furia de un grupo subvenciona do por el Ayuntamiento y por el Ministerio de Cultura -aunque alguno de sus funcionarios especializados se disfrace de moderno-, y sometido a un horario prudente para no molestar a sus vecinos. De la misma forma que su burla de la m¨¢quina y la televisi¨®n est¨¢ lograda gracias a la alta tecnolog¨ªa de sus aparatos de sonido y de iluminaci¨®n y circo. Es el teatro, el remedo, la representaci¨®n de la furia: ¨¦se es su gran valor.
Lo que, por consiguiente, y por ese cuidado de no transgredir el orden, no sale de este espect¨¢culo es la participaci¨®n del p¨²blico Hay un arranque en el que quiz¨¢ hay m¨¢s voluntad de correr y moverse por parte de los j¨®venes espectadores que por la de los actores; luego se ve que no hay ning¨²n riesgo, y que se asiste a una representaci¨®n ensayada, pautada, medida, y que hasta la presencia de un servicio de orden numeroso y bien infiltrado va a evitar cualquier intervenci¨®n no calculada. Para una gran parte de los que acuden, atra¨ªdos por la leyenda de salvajismo de este grupo, esto supone una frustraci¨®n. M¨¢s importante que eso es haber visto un gran teatro y un gran circo, una gran exhibici¨®n de bellos cuerpos masculinos desnudos capaces de fingir la violencia y representar el caos, pero dentro de las medidas del arte, de la inteligencia, del racionalismo. Y de la obediencia a las ordenanzas y el respeto a lo establecido.
Babelia
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