Manoel de Oliveira representa con un filme ins¨®lito al cine portugu¨¦s de calidad
La Mostra ha acogido, dentro de la secci¨®n competitiva, una ins¨®lita coproducci¨®n franco-portuguesa en la -que intervienen los ministerios de Cultura de los dos pa¨ªses, dirigida por el veterano Manoel de Oliveira, un cineasta que en los ¨²ltimos 10 a?os ha adquirido una merecida reputaci¨®n de cl¨¢sico y a la sombra de cuya figura -y la del productor Paolo Branco- ha ido creciendo un cine portugu¨¦s de calidad. La pel¨ªcula presentada en la Mostra es Le soulier de satin (El zapato de raso), versi¨®n fidel¨ªsima de la obra teatral de Paul Claudel, casi nunca representada en su integridad
En el filme de Oliveira s¨ª aparece todo el texto, y el drama de don Rodrigo y do?a Prouheze se desarrolla a lo largo de m¨¢s de seis horas. Y si la duraci¨®n es el signo m¨¢s evidente de desmesura, tambi¨¦n lo es el proyecto mismo por el hecho de que el texto de Claudel, con su lenguaje envolvente, es una abierta apolog¨ªa del colonialismo y el pillaje, todo sublimado en nombre de un ideal ecum¨¦nico -la expansi¨®n del catolicismo- y sutilmente corro¨ªdo por las flaquezas humanas.Oliveira trata con enorme respeto, pero con una continua iron¨ªa, el material claudeliano. La obra es teatro y el cineasta lo subraya de dos maneras: por una parte, a trav¨¦s de una puesta en escena que fabrica un mundo imaginario que s¨®lo puede existir en un plat¨®, que no tiene nada que ver con la realidad, que vive dentro de leyes peculiares; por otra, a base de plantearse el hecho mismo de la representaci¨®n teatral como algo que aporta un plus de sacralidad al cine. De ah¨ª una obertura en la que centenares de figurantes ocupan un teatro, todos vestidos de ¨¦poca, para asistir a una proyecci¨®n cinematogr¨¢fica.
Si durante m¨¢s de seis horas
los protagonistas hablan de conquistas y obligaciones patri¨®ticas, si durante todo ¨¦ste tiempo no cesan de pronunciar discursos altisonantes que Oliveira filma procurando que el texto sea protagonista y la gran. belleza de las im¨¢genes est¨¦ al servicio de Claudel, tambi¨¦n es verdad que la frialdad que se desprende de unas interpretaciones distancia das y de la puesta en escena va corroyendo lentamente lo que hay de delirante en las proclamas de los personajes. Mientras ellos discuten de sus obligaciones para con Dios y del sentido ¨²ltimo autopunitivo que tienen unas correr¨ªas que culminan con patas de madera, Oliveira nos muestra un mar de papel, unos nav¨ªos que se balancean, no al ritmo de las olas, sino de una m¨¢quina encargada de simular el movimiento.
De todo esto el resultado es Claudel y un comentario que habr¨ªa gustado al autor franc¨¦s. Porque la mezcla de grandeza e irrisi¨®n, de sue?o y miseria que se desprende de la visi¨®n de Oliveira es perfecta.
Sistemas del 'star-system'
Pero si la Mostra se vanagloria d¨¦ ser el primer festival de gran categor¨ªa que ha incluido una pel¨ªcula de m¨¢s de seis horas dentro de la competici¨®n y tiene como principales estrellas a los autores de los filmes, tambi¨¦n es verdad que gran parte de su repercusi¨®n publicitaria depende de otras estrellas, de los rostros conocidos mitificados por la pantalla. Por eso es importante que por aqu¨ª desfilen Gerard Depardieu exclamando que "el cine es el orgasmo y la televisi¨®n es cat¨¢strofe", una Sandrina Bonnaire amabil¨ªsima y tan fr¨¢gil como sus personajes, un Robert Duval con la cabeza completamente rapada por las exigencias de un pr¨®ximo rodaje, un Mel Gibson con numerosas y vociferantes fans femeninas que le obligan a firmar aut¨®grafos cada vez que se atreve a salir de la burbuja protectora del hotel, una Monica Vitti a la que irritan los paparazzi.Quedan las anunciadas apariciones de Katheleen Turner, Jack Nicholson y Dustin Hoffman, traca final motivada por el estreno europeo del ¨²ltimo John Fluston y el de la versi¨®n televisiva de Muerte de un viajante.
Y ese doble estrellato de autores y actores est¨¢ tambi¨¦n amenazado por unos duros competidores: los ministros de Cultura. Gerard Depardieu tuvo que anular algunas entrevistas porque madame Mitterrand y el n¨²nistro Jack Lang quer¨ªan conversar con ¨¦l, de manera que los compromisos promocionales del filme, excelente Police, pasaron a segundo t¨¦rmino. El otro ejemplo nos lo proporciona Maus Maria Brandeuer, divo internacional desde que Mephisto ganara un oscar. Brandeuer, coprotagonista de The lightship, pidi¨® un avi¨®n para ¨¦l solo para desplazarse a Venecia. Se ha quedado en casa.
Babelia
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