Intuitivos, espont¨¢neos y vivaces
Las escuelas taurinas no son nuevas. Ya en 1830, el rey Fernando VII cerr¨® las universidades y cre¨® la Escuela de Tauromaquia de Sevilla. Nombr¨® como director al legendario Pedro Romero, pero, por planteamientos equivocados, se cerr¨® a los cuatro a?os.Escuelas sucesivas tampoco prosperaron. Sol¨ªan ser experimentos aislados de bajo presupuesto llevados por un ex torero enamorado de la fiesta. Para gran n¨²mero de taurinos profesionales un gremio no distinguido precisamente por su cultura y visi¨®n-, un torero ten¨ªa que hacerse a base de pasar hambre, viajar en el tope del tren y jugarse la vida en capeas, festejos pueblerinos y escapadas a los cercados.
Manuel Mart¨ªnez Molinero, un abogado y cr¨ªtico taurino de Zamora, discrepaba. "Era precisa una mayor formaci¨®n profesional y cultural de los toreros", dice Mart¨ªnez, de 60 a?os. "E[ab¨ªa que impartir conocimientos te¨®ricos al joven torero". En 1964, fund¨® la Escuela Taurina de Zamora, y, en 1976, la Escuela Nacional Taurina. En 1982 ¨¦sta se hizo la Escuela de Tauromaquia de Madrid, ahora llevada por el Ayuntamiento y el Gobierno aut¨®nomo, con un presupuesto anual de 12 millones y la colaboraci¨®n de la empresa de Las Ventas. La iniciativa ha prosperado, y en los ¨²ltimos a?os se han establecido una decena de escuelas taurinas, dos de ellas en Francia. Los maletillas pr¨¢cticamente han sido eliminados.
En la Escuela de Madrid estudian unos 100 alumnos, y entre los profesores se encuentran varios ex matadores de toros. Se ense?a la historia del toreo, el desarrollo de las ganader¨ªas, los aspectos de la lidia, y suertes en desuso. Hay mucho toreo de sal¨®n y, con el tiempo, los m¨¢s aventajados se miden con becerras. El pr¨®ximo paso son las becerradas en p¨²blico, organizadas por la escuela. Con una de las ¨²ltimas promociones, la escuela ha organizado novilladas con picadores.
Algunos taurinos siguen sin convencerse. Una acusaci¨®n com¨²n es que todos los graduados torean igual. Mart¨ªnez Molinero considera esto disparatado: "Lo que hace la escuela es dar la necesaria formaci¨®n t¨¦cnica para que cada chico pueda desarrollar su propia personalidad. Todos los curas y m¨¦dicos reciben la misma educaci¨®n y, sin embargo, son distintos, ?o no?"
?Qu¨¦ tipo de muchacho se hace torero? Tradicionalmente es un ambicioso chico de humilde extracci¨®n social que quiere subir en el mundo y escoge el camino m¨¢s corto, a pesar del peligro. Seg¨²n esta tradici¨®n -y salvo muchas notables excepciones-, el matador de ¨¦xito, aunque alterne en la sociedad con decoro, sigue siendo algo rudo.
Pero a juzgar por Yiyo, Sand¨ªn y Maestro, eso ha cambiado. Todos los que les han tratado coinciden en que eran correctos, simp¨¢ticos y vivaces. Esto viene respaldado por un reciente estudio de la c¨¢tedra de Psiquiatr¨ªa Infantil del departamento- de Psiquiatr¨ªa y Psicolog¨ªa M¨¦dica de la facultad de Medicina de la universidad de Sevilla y que ten¨ªa el sugestivo t¨ªtulo Violencia de muerte y agresividad en el ni?o yjoven con vocaci¨®n taurina.
Seg¨²n este estudio, el ni?o torero demuestra "madurez precoz: su acelerado aprendizaje le lleva a la concienciaci¨®n de la responsabilidad y capacidad de decisi¨®n". Los j¨®venes toreros "no piensan en la muerte directamente", sino que la llevan "al plano psicol¨®gico del inconsciente".
Tambi¨¦n se resalt¨® la "no existencia de agresividad en el ni?o ni el adulto: al contrario, el torero canaliza, mediante lo est¨¦tico y art¨ªstico, la animalidad y agresividad innata del toro". Los investigadores destacaron de la joven personalidad torera "la intuici¨®n, agilidad mental, aptitud psicomotora f¨¢cil, espontaneidad, vivacidad y valor". Concluyeron que el ser torero "favorece la consecuci¨®n de su identidad, de su autoaceptaci¨®n y estima".
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.