'Rambo', la derrota militar convertida en saga heroica
Johnny Rambo, protagonista de la pel¨ªcula norteamericana que se estren¨® ayer en Espa?a, tiene casi todas las ventajas f¨ªsicas de Superm¨¢n sin tener el inconveniente de ser extraterrestre e inveros¨ªmil en exceso. Por eso ha calado tan hondo en la mitolog¨ªa norteamericana, dando la raz¨®n a los soci¨®logos, que aseguran desde hace a?os que los superh¨¦roes f¨¢licos (como el propio Superm¨¢n, hijo de la depresi¨®n de los a?os treinta) son mitos de consolaci¨®n que florecen con especial virulencia en. ¨¦pocas de crisis y de inseguridad colectiva. Cuando se produjo el secuestro del avi¨®n de la TWA en el aeropuerto de Beirut, el presidente Reagan asegur¨® que estaba estudiando el env¨ªo de Rambo a Oriente Pr¨®ximo, del mismo modo que los brit¨¢nicos ped¨ªan en 1950 que se enviase a Corea al Errol Flyrin victorioso de Objetivo Birmania.Rambo ha sido s¨®lo un eslab¨®n o un subproducto de la saga hollywoodiana inspirada por la guerra de Vietnam. Tras a?os de un elocuente silencio culpabilizador de Hollywood acerca de una guerra no declarada, fue John Wayne quien, con mentalidad de halc¨®n, inici¨® la glorificaci¨®n de la intervenci¨®n norteamericana en Indochina con Boinas verdes (Green berets, 1968). El esc¨¢ndalo que acompa?¨® a esta pel¨ªcula, retirada prudentemente de cartel en muchos pa¨ªses europeos, hizo que el veterano director Howard Hawks cancelase un proyecto inspirado en la misma guerra.
La primera aproximaci¨®n cr¨ªtica a este conflicto procedi¨® de Los visitantes (The visitors, 1972), rodada por Elia Kazan en 16 mil¨ªmetros, al margen de la gran industria. Los visitantes inici¨® tambi¨¦n el ciclo de pel¨ªculas basado en el regreso de los ex combatientes, embrutecidos por la guerra. Esta estrategia de abordar la guerra por la puerta trasera, lejos del frente de combate, en la retaguardia o en la posguerra, fue tambi¨¦n adoptada por Martin Scorsese en Taxi driver, en 1975, el a?o de la retirada militar de Estados Unidos. Taxi driver sustituy¨® la jungla vietnamita por la jungla urbana de Nueva York, en la que se despiezaba como un guerrillero atormentado e inadaptado, el taxista nocturno y psic¨®pata, interpretado magistralmente por Robert de Niro, regresado del frente y que no para de ingerir estimulantes y tranquilizantes.
Autocr¨ªtica
La Academia de Hollywood dio oficialmente luz verde a la autocr¨ªtica colectiva cuando bendijo con una lluvia de oscars a El cazador (Ihe deer hunter), de Michael Cimino, y El regreso (Coming home), de Hal Ashby, ambas de 1978. El cazador despleg¨® un vistoso museo de horrores, que iban desde las torturas infligidas por el Vietcong hasta un retrato implacable de Saig¨®n, ro¨ªdo por la droga y la prostituci¨®n, en donde la ruleta rusa era el juego favorito. La pel¨ªcula provoc¨® un incidente diplom¨¢tico al presentarse en el festival de Berl¨ªn, arrop¨¢ndola as¨ª con una generosa publicidad.
El regreso constituy¨® el oportuno complemento sentimental y contrapunto humanitario de El cazador al mostrar el cuidado m¨¦dico y la reeducaci¨®n de las v¨ªctimas del frente en un hospital militar, como marco y como pretexto de una historia de amor entre Jane Fonda y Jon Voight.
Este ciclo tuvo su culminaci¨®n oper¨ªstica en A pocalypse now (1976-109), filme de Coppola, tan tributario de la novela de Conrad El coraz¨®n de las tinieblas como de la est¨¦tica psicod¨¦lica del napalm y de la moda de las sectas m¨ªsticas. El itinerario fluvial de Martin Sheen, avanzando fascinado hacia su encuentro con el paranoico y rebelde coronel Kurtz (Marlon Brando), al que debe destruir, sugiri¨® los meandros de un mal viaje provocado por la droga, en una pel¨ªcula que marginaba los planteamientos pol¨ªticos en favor de una aventura psicol¨®gica te?ida de resonancias nietzscheanas.
Y fue entonces cuando, tras el reto est¨¦tico de Coppola, Hollywood tuvo que reorientar su ciclo vietnamita, que estaba sacando jugosos dividendos de la tragedia de una guerra perdida. Y as¨ª naci¨® Acorralado (First blood, 1982), de Ted Kotcheff, y realizado como encargo para el lucimiento de Sylvester Stafione, quien intervino tambi¨¦n en el gui¨®n y en la producci¨®n.
Acorralado introdujo entre nosotros con poco estruendo a Johnny Rambo, un boina verde desmovilizado, humillado y ofendido por la polic¨ªa local de un apacible villorrio provinciano, que descarga su impulso de venganza sobre la colectividad, como sentimiento justiciero contra quienes no conocieron en su carne la tragedia (de Vietnam. ?ste aparenta ser, por lo menos, el envoltorio ¨¦tico de la org¨ªa de violencia a la que se entrega Stallone, mitad semental y Mitad zorro curtido.
Poco importa que haya habido otro Vietnam, el que nos han mostrado los filmes de Joris Ivens, Chris Marker o los producidos en los estudios de Hanoi. La industria de Hollywood, como gran industria de la consolaci¨®n colecti.va, ha sabido reconvertir la vergonzosa derrota militar en una saga heroica y, sobre todo, en un cuerno de la abundancia del que manan los d¨®lares sin cesar.
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