Liberalismo con bayonetas

Pinochet intent¨® legitimar su r¨¦gimen con la econom¨ªa. Casi lo consigue. A mitad de los a?os setenta, Chile vivi¨® tasas de crecimiento japonesas (por ejemplo, en 1977 se crec¨ªa al 9,9%; en 1978, al 8,2 %; en 1979, al 8,3%; en 1980, al 6,5%). Sin embargo, la racha acab¨® en el segundo semestre de 1981, y para este a?o todos los expertos prev¨¦n un crecimiento cero. El experimento ha fracasado.El general intent¨® una mezcla explosiva para hacer olvidar el r¨¦gimen de Salvador Allende de las mentes de los ciudadanos y para intentar un milagro chileno: junt¨® una f¨¦rrea dictadura pol¨ªtica con un desbordante ultraliberalismo econ¨®mico, en el que todo estaba permitido excepto la libertad de cambios: econom¨ªa abierta a la competencia internacional, reducci¨®n del sector p¨²blico y del peque?o welfare del pa¨ªs andino, libertad de precios y de alquileres, etc¨¦tera. Pinochet no se olvid¨® de que entre el fuerte y el d¨¦bil la libertad explota. Es m¨¢s, aplic¨® esta ideolog¨ªa en beneficio exclusivo de la eficacia econ¨®mica.

Pero no se la aplic¨® a todas las clases sociales. El cada palo aguante su vela tuvo una excepci¨®n muy significativa en el sector financiero. Ante el desmantelamiento del sector industrial y la competencia externa, una buena parte de la banca nacional hubo de ser intervenida. Se da la sublime paradoja de que en el Chile de Pinochet la mayor parte del sector bancario est¨¢ nacionalizado, lo que demuestra que no todas las nacionalizaciones son de izquierdas. Mientras tanto, el liberticidio econ¨®mico ha agudizado la extrema pobreza y ha proletarizado, tras los a?os de la plata caliente, a una endeudad¨ªsima clase media.

Para lograr el maridaje entre los anarcocapitalistas y los militares totalitarios, Pinochet acudi¨® a la universidad Cat¨®lica. En ella se formaron, mediante un acuerdo firmado en los a?os cincuenta con la Escuela de Chicago, los llama dos Chicago boys. Tras el golpe de Estado de 1973, el general los llam¨® (o ellos se ofrecieron) y trazaron una pol¨ªtica ultraliberal como en ninguna parte se hab¨ªa aplicado. Chile fue un verdadero pa¨ªs coba ya para los Chicago boys (seg¨²n algunos economistas cr¨ªticos del sistema hay unos 600 cuadros seguidores de esta filosof¨ªa), comanda dos por el gur¨² de todos ellos, Sergio de Castro, editorialista del diario conservador El Mercurio, de importancia determinante en este proceso. En 1981, el libro Libertad para elegir, de Milton (y Rose) Ftiedman, padre de la Escuela de Chicago, era un ¨¦xito de venta en Santiago. Hoy, casi nadie lo compra. Los Chicagos est¨¢n muy des prestigiados, aunque el actual ministro de Econom¨ªa, Hern¨¢n Buchi, sea uno de ellos, que, sorprendentemente, tuvo sus or¨ªgenes pol¨ªticos en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR).