Chile, proceso hacia la transici¨®n democr¨¢tica
De todos los pa¨ªses latinoamericanos, Chile ha sido, sin duda, el que m¨¢s ha seguido las pautas estatales europeas de organizaci¨®n pol¨ªtica. A pesar, incluso, de sus diferencias sociales, econ¨®micas e hist¨®ricas. Ha tenido, en efecto, en su etapa contempor¨¢nea independiente un sistema conservador, un sistema liberal, un intento de hacer una transici¨®n pac¨ªfica al socialismo y ¨²ltimamente rige una dictadura militar, que en este mes de septiembre cumple ya 12 a?os de vigencia. El general Pinochet ha pretendido establecer un modelo pol¨ªtico, no en la tradici¨®n populista latinoamericana, sino mirando a Europa: un intento de sistema anacr¨®nico entre Franco y P¨¦tain. Pero con una innovaci¨®n importante: asumir la modernizaci¨®n -en este caso, en su versi¨®n reaccionaria- de la sociolog¨ªa y, sobre todo, de la econom¨ªa americana de Chicago. La palabra modernizaci¨®n -que hoy tan generosamente se utiliza por la derecha y por la izquierda- la asumir¨¢ tambi¨¦n la dictadura militar queriendo inventar una parad¨®jica modernizaci¨®n tradicionalista y autoritaria.Adem¨¢s de este dato singular -el mimetismo pol¨ªtico y cultural europeo-, habr¨ªa que se?alar otros que, en t¨¦rminos generales, han diferenciado el proceso pol¨ªtico chileno de la mayor¨ªa de los pa¨ªses latinoamericanos. Entre otros, los siguientes: una permanente estabilidad pol¨ªtica, con tradici¨®n democr¨¢tica, sea liberal o conservadora; una arraigada cultura pol¨ªtica c¨ªvica y secularizadora, en contra del caudillismo populista o de providencialismos carism¨¢ticos, y, finalmente, una acusada tendencia a la racionalizaci¨®n de sistemas pol¨ªticos basados en el pluralismo y en la transacci¨®n pol¨ªtica y social.
Desde 1840, en efecto, esta estabilidad operativa se va a definir como constante y corno diferenciada manera de vivir en democracia. Incluso los conservadores -Portales ser¨¢ uno de sus exponentes m¨¢s cualificados, como lo fue entre nosotros C¨¢novas- asentar¨¢n estos principios y pr¨¢cticas pol¨ªticas, y muy especialmente La consolidaci¨®n del poder civil y la aceptaci¨®n del juego democr¨¢tico de la alternativa pol¨ªtica. En la misma etapa de Allende, la Constituci¨®n liberal fue en todo momento respetada, con los conflictos jur¨ªdicos inevitables en todo proceso de transici¨®n.
Pinochet, un dictador aislado
As¨ª pues, Pinochet rompe radicalmente con la transici¨®n liberal (pluralismo pol¨ªtico organizado, primac¨ªa del poder civil, asentamiento de los derechos humanos), pero se apoya, aunque tard¨ªamente, fuera del tiempo, en una fuente europea: el fascismo de los a?os treinta. Sin embargo, este ¨²ltimo dato es m¨¢s aparente que real. Es indudable que, en su nacimiento, el golpe militar de 1973 surge con unas caracter¨ªsticas muy similares a la sublevaci¨®n franquista de 1936, incluyendo un evidente apoyo social, aunque no fuera mayoritario, ya que ciertos grupos se sent¨ªan, y con raz¨®n, amenazados econ¨®micamente. Pero hay unas diferencias importantes. La primera, el papel excepcional que juega Estados Unidos de Am¨¦rica, con su teor¨ªa dominante de la seguridad nacional y hemisf¨¦rica y de los intereses . nacionales propios, identificados como intereses generales. Teor¨ªa tan entusi¨¢sticamente desarrollada por el doctor Kissinger, nuevo Metternich planetario, y que, sin duda, en su aplicaci¨®n pr¨¢ctica, ha desempe?ado un rol coadyuvante en la ca¨ªda de la democracia chilena. La segunda, la innovaci¨®n pol¨ªtico-militar de las dictaduras -sobre todo en el Cono Sur latinoamericano- que han transformado la cl¨¢sica dictadura militar unipersonal (caudillismo) en nuevas dictaduras militares institucionales o colectivas: los ej¨¦rcitos se convierten as¨ª en partidos pol¨ªticos excluyentes. Ej¨¦rcito-partido que pretende no s¨®lo salvar el pa¨ªs, sino tambi¨¦n institucionalizar y militarizar un nuevo orden pol¨ªtico. La tercera, aplicar una nueva pol¨ªtica econ¨®mica, de procedencia norteamericana (monetarismo), que exigir¨¢ para obtener al principio ciertos ¨¦xitos un control policiaco y represivo nunca visto en Am¨¦rica Latina. Ning¨²n fascismo cl¨¢sico europeo -en Espa?a, tard¨ªamente, a finales de los cincuenta y en otro marco- podr¨ªa aceptar esta concepci¨®n econ¨®mica de liberalismo decimon¨®nico.
El fracaso de la dictadura autoritaria de Pinochet se explica, entre otras causas, por la ambig¨¹edad en su opci¨®n pol¨ªtica. El modelo cl¨¢sico de fascismo europeo implicar¨ªa una institucionalizaci¨®n del r¨¦gimen, con un movimiento o partido-apoyo que actuase con demagogia populista, que integrase a sectores sociales conservadores como dirigentes reales, que llevase una pol¨ªtica econ¨®mica semiintervencionista. Es decir, un bloque hist¨®rico reaccionario y/o populista. La otra opci¨®n exigir¨ªa, a su vez, un ¨¦xito econ¨®mico que s¨®lo se produjo unos a?os y que ahora est¨¢ plenamente destruido; exigir¨ªa tambi¨¦n una institucionalizaci¨®n sin grietas del poder colectivo militar y, finalmente, que no se diese -como se est¨¢ dando- el deslizamiento de la clase media, antes soporte de la dictadura, hacia un cambio pol¨ªtico.
Esta dualidad de opciones, que son contradictorias, ha intentado Pinochet aunarlas, y de aqu¨ª el fracaso de su modelo autoritario. En efecto, no ha conseguido organizar un partido pol¨ªtico domesticado; no ha podido evitar el abandono de las nuevas clases y, obviamente, recibir el
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apoyo de los sectores populares; ha fracasado en la recon¨¢trucci¨®n o despegue econ¨®mico del pa¨ªs; no ha podido establecer una dictadura militar institucional sin fisuras. Queda as¨ª un dictador aislado, que depende de coyunturas internacionales (actitud EE UU) y de las fuerzas sociales y pol¨ªticas internas.
La transici¨®n inevitable
No hay un modelo r¨ªgido para las transiciones pol¨ªticas. Hay, desde luego, indicadores intemacionales e internos y, en su caso, ejemplos significativos -como el paso de la dictadura franquista a la democracia- que permiten deducir algunas hip¨®tesis de trabajo.
En el caso chileno, como en toda dictadura de derechas, los factores internacionales son una pieza clave para un cambio pac¨ªfico, siempre que no altere la seguridad geopol¨ªtica o ideol¨®gica. Es decir, los factores externos podr¨¢n favorecer o no favorecer la transici¨®n si hay garant¨ªas de un no alineamiento en, la actual pol¨ªtica de bloques -en Am¨¦rica Latina, Cuba focalizar¨ªa este dato- Por lo que se refiere a Chile, la. posici¨®n de Estados Unidos -adem¨¢s de la solidaridad, a veces ret¨®rica, de la Europa democr¨¢tica- ser¨¢ clave en funci¨®n de sus intereses propios y de su proyecci¨®n latinoamericana para una eventual transici¨®n. La cuesti¨®n es si, en la coyuntura actual chilena, les interesa apoyar o favorecer el cambio. Yo creo que Estados Unidos, en su decisi¨®n, tendr¨¢ en cuenta los siguientes factores: el progresivo aislamiento de Pinochet en el interior del pa¨ªs, con una contestaci¨®n popular creciente y un significativo deslizamiento de los sectores sociales de centro y derecha, que antes manten¨ªan una actitud a favor de la dictadura o no eran activamente hostiles, hacia una transici¨®n democr¨¢tica; la capitalizaci¨®n pol¨ªtica de la Administraci¨®n Reagan en el ¨¢mbito mundial, y sobre todo. latinoamericano, si se, decidiesen a favorecer la transici¨®n, considerando incluso la eventualidad de una mayor dureza con respecto al r¨¦gimen sandinista; la aceptaci¨®n de que alargar indefinidamente un cambio pol¨ªtico podr¨ªa producir una radicalizaci¨®n en el futuro -lo que, en definitiva, pretende Pinochet: ¨¦l o el caos, para ganar tiempo-, imposibilitando garant¨ªas de que el cambio se haga, para establecer un inequ¨ªvoco sistema pluralista democr¨¢tico; finalmente, la Administraci¨®n norteamericana tiene que ser consciente del fin de la etapa de las dictaduras militares (Brasil, Argentina, Uruguay) y que la transici¨®n pactada no significa ruptura frontal de su hegemon¨ªa.
La coyuntura externa es, pues, positiva para una transici¨®n, al margen de las simpat¨ªas de un sector de la Administraci¨®n Reagan con la dictadura chilena. La iron¨ªa norteamericana, que es a veces raz¨®n de Estado, puede as¨ª llevar a la democracia. Pero es tambi¨¦n indudable -descartando una ut¨®pica intervenci¨®n exterior- que el problema remite a los factores internos. Entre ambos, aunados y no contrapuestos, es como la transici¨®n es viable.
Existen cuatro datos positivos y un obst¨¢culo que permiten prever una transici¨®n a corto plazo. Los datos positivos son:
- El deslizamiento de las fuerzas sociales moderadas (Iglesia cat¨®lica, en primer lugar; empresarios, burocracia, grupos militares) hacia una posici¨®n activa de cambio pol¨ªtica. El intento frustrado de constituir un r¨¦gimen estable ha motivado, por p¨¦rdida de confianza, la incapacidad de integrar y, por otra parte, de resolver los problemas m¨¢s vitales de orden social y econ¨®mico. No es s¨®lo que falte libertad, es que no existe seguridad ni desarrollo. Pinochet ha conseguido establecer una guerra civil latente, que ya a muy pocos interesa.
- A pesar de las divisiones de los grupos pol¨ªticos, se ha llegado, con la participaci¨®n de la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica, a un acuerdo-marco que a¨²na, con la excepci¨®n por ahora del partido comunista y de otros grupos izquierdistas, a todas las fuerzas pol¨ªticas -desde conservadores y socialistas a rad¨ªcales y democristianos. Clase pol¨ªtica y fuerzas sociales coinciden, por primera vez, en el cambio pol¨ªtico desde el presupuesto de la reconciliaci¨®n nacional y el pluralismo institucional.,
- La evoluci¨®n ideol¨®gica de las fuerzas armadas es tambi¨¦n un dato importante. Ser¨ªa ingenuo considerar que las fuerzas armadas chilenas aisladamente -a pesar de su tradicional apoliticismo- se reconviertan de pronto en los protagonistas activos del cambio. De lo que s¨ª son conscientes es de que no quieren que se repita el caso argentino. No se trata, pues, de una concienciaci¨®n gratuita, sino de que la neutralizaci¨®n es beneficiosa para evitar en el futuro responsabilidades globales. Los ejemplos de Argentina o de Brasil constituyen dos modelos distintos a seguir. La opci¨®n brasile?a gana terreno, y es desde esta posici¨®n, con los intermediarios del centro derecha, por donde parece que transcurre la actual situaci¨®n.
- Las movilizaciones populares y la fuerza sindical, los intelectuales y estudiantes, a pesar de la represi¨®n sistem¨¢tica, se escapan al control de la dictadura militar. Su respuesta, con el mantenimiento del estado de excepci¨®n permanente, es una respuesta defensiva y de bunkerizaci¨®n personal de Pinochet. Y empieza ya a desarrollarse el s¨ªndrome de la traici¨®n.
El obst¨¢culo est¨¢, pues, singularizado: Pinochet. Pero singularidad y aislamiento coinciden. Entre tres opciones -eliminando una intervenci¨®n extranjera- se mueve la estrategia del cambio inexorable: un golpe militar interno, con apoyos sociales y pol¨ªticos; una renuncia negociada al poder por parte de Pinochet, o, finalmente, la apertura, gradual o irreversible, del proceso de cambio, que puede durar dos o tres a?os. Entre estas tres opciones, los chilenos sabr¨¢n, con su tradici¨®n liberal e imaginativa, conseguir restablecer un nuevo Estado en su tradici¨®n democr¨¢tica y pluralista.
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