El s¨ªnodo de sacerdotes casados
El peri¨®dico que usted dirige nos ha venido informando ¨²ltimamente de la asamblea de sacerdotes casados y sus esposas, celebrada en una localidad de Italia, y de los puntos de vista del ex obispo de Avellaneda (Argentina), que en ella tuvo un destacado papel.Por lo visto, el referido ex obispo se enamor¨® de su secretaria y se puso a convivir con ella. Enamorarse y vivir con la secretaria est¨¢ al alcance de cualquiera, pero no lo puede hacer un sacerdote, aunque sea obispo, ni tampoco un casado. Trat¨¢ndose de un soltero no profeso, tal uni¨®n requiere el sacramento del matrimonio. Todo esto, si nos atenemos a la, moral cat¨®lica, que es la que rige para quienes deseen ser seguidores de Jes¨²s de Nazaret formando parte de la Iglesia cat¨®lica, apost¨®lica y romana.
Para los cat¨®licos, el sacerdote es un hombre que libremente ha aceptado el celibato y ha recibido el sacramento del orden sacerdotal, en virtud del cual act¨²a en nombre de Jesucristo para consagrar su cuerpo, ense?ar su doctrina y conceder su perd¨®n. Guardar el celibato nunca ha sido f¨¢cil, y menos en los tiempos actuales. Es curioso constatar que junto a la mayor parte de sacerdotes secularizados aparece una mujer.
En las ense?anzas de Jes¨²s sobre el matrimonio (Mateo, 19) figura este texto: "Hay eunucos que han nacido as¨ª del vientre de la madre; hay eunucos que han sido hechos por los hombres, y hay eunucos que se han hecho ellos mismos por causa del Reino del Cielo". O sea, que en el mundo hay impotentes cong¨¦nitos o de nacimiento; otros han sido castrados por los hombres, cosa que todav¨ªa se da en algunas culturas primitivas, y un tercer grupo que renuncia al matrimonio practicando la castidad, virtud cristiana por excelencia.
Por todo ello, creo que la jglesia cat¨®lica hace muy bien en mantener el celibato, en no conceder nuevas secularizaciones y en deso¨ªr la petici¨®n de quienes han dado el antitestimonio de incumplir un compromiso libremente contra¨ªdo ante Dios y ante la Iglesia. Como hemos dicho, seg¨²n Jes¨²s, el matrimonio tambi¨¦n es indisoluble, y por tanto hay que pensarlo bien antes de dar el paso. Esto es muy distinto a lo que parece estar de moda: personas que cambian de pareja con la misma facilidad con que cambian de silla. Nadie les, impide vivir como quieran, pues por algo Dios, en t¨¦rminos de creyente, adem¨¢s de la vida nos ha dado la inteligencia y la libertad. Para los que creemos que Jes¨²s es hombre, hijo de Dios y Dios, su doctrina es clara y exigente y no ha cambiado ni cambiar¨¢. Como sabe que somos humanos, tambi¨¦n nos da su gracia mediante la oraci¨®n, y si nos arrepentimos de nuestros fallos y ca¨ªdas. nos perdona mediante el sacramento de la reconciliaci¨®n-
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