Volver al barro
En Navapalos (Soria), un grupo de expertos y voluntarios recupera la t¨¦cnica de construcci¨®n de casas con adobe y tapial
Navapalos, a 10 kil¨®metros de Burgo de Osma (Soria), era hasta hace poco uno de esos pueblos espa?oles abandonados a su mala suerte.Las 18 familias que viv¨ªan en ¨¦l cerraron sus casas de adobe, de las que se sent¨ªan avergonzados, y se fueron a Madrid y a Barcelona en busca del progreso, un salario digno y una habitaci¨®n decente. El pueblo se vaci¨® y fue objeto de pillaje. De su gente se dec¨ªa: "Navapalos, pocos y malos".
Esto ya no se puede repetir. No queda ni un alma ind¨ªgena en la aldea. El sol y el agua arrasaron lo poco que se ten¨ªa en pie. Daba pena pasar por delante del pueblo convertido en polvo, barro, muerte.
Hasta que un buen d¨ªa lleg¨® el alem¨¢n. Un tipo alto con unas barbas que parec¨ªan el sujetador negro de una monja de Castilla. ?Era un foco este alem¨¢n? ?Qui¨¦n era? ?Qu¨¦ demonios pretend¨ªa hacer con cuatro herramientas, unos voluntarios que le obedec¨ªan como a un profeta, unos libros y una mesa de arquitecto?
El alem¨¢n se llama Erhard Rohmer. Tiene 42 a?os. Es arquitecto y urbanista. Cambi¨® todo el lujo exquisito de Berl¨ªn por la austeridad terrible de una aldea de la que s¨®lo sabia un par de cosas: que la construcci¨®n era de barro y que sus vecinos se hab¨ªan matado a palos en tiempos remotos.
Pero todo vuelve, el fango y las estacas. Rohmer estaba harto de la cultura nuclear y del muro de espinos. Los esclavos no viven hoy en chozas, sino en apartamentos prefabricados con el hueco exacto para el televisor entre la cocina y el aseo. Todo ello en un piso alto desde el que los seres humanos son seres insignificantes dispuestos al atropello. Los otros, los que se consideran peor favorecidos, no lo est¨¢n. Y deber¨ªan regresar a sus casas de adobe de una planta y sentirse orgullosos de ellas.
Seg¨²n Rohmer, en Nuevo M¨¦xico hay viviendas de lujo hechas exclusivamente de barro. Est¨¢n de moda. Son frescas en verano y acogedoras en invierno. En Alemania hay una casa de seis plantas totalmente edificada en adobe y tapial. El tapial es un muro levantado dentro de un encofrado de barro suelto, con poca humedad, y apisonado. Esta casa ya cumpli¨® medio siglo. En EE UU se avanza en el estudio de los suelos. Se piensa en esos pa¨ªses del Tercer Mundo en los que escasea el cemento y la energ¨ªa es demasiado costosa.
?Por qu¨¦ no volver al barro? ?Qui¨¦n nos lo impide?
Hace un par de a?os se celebr¨® en Bruselas un congreso internacional sobre construcciones de tierra. Y se resaltaron las propiedades t¨¦rmicas y s¨ªsmicas de este simple material que est¨¢ al alcance de todos. "S¨ª, el barro vuelve", repite Rohmer, "porque es econ¨®mico, ecol¨®gico, natural, no contamina y resulta placentero su manejo".
Y ello a pesar de lo resbaladizo que es un barrizal. El mismo arquitecto no puede ocultarlo: "Me he roto un pie de un patinazo, pero Navapalos resucitar¨¢ a pesar de todo".
Las t¨¦cnicas de Rohmer han llamado la atenci¨®n del Instituto Torroja (dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas), y el doctor Juli¨¢n Salas, que dirige un equipo de viviendas de bajo coste, ha apoyado al arquitecto alem¨¢n. Rhomer dice: "No s¨®lo hay que pensar en las necesidades de ahorro en Espa?a, sino en los pa¨ªses suramericanos que necesitan construir con hormigones pobres. Estos hormigones se hacen de c¨¢scara de arroz y de ceniza volante".
Y ahora, ?qui¨¦n no quiere so?ar con una vivienda hecha a base de c¨¢scaras de arroz? ?A qui¨¦n no le apetece un apartamento en la playa hecho con ceniza volante?
"El equipo de Salas me ha contratado como asesor de barro", a?ade Rohmer, "pero un asesor cient¨ªfico de barro no se encierra en un laboratorio, sino que se mete, como yo, en la obra, aunque me rompa un pie".
La obra es ambiciosa. Har¨¢n falta cinco a?os, a este ritmo, para inaugurar oficialmente el pueblo de Navapalos resucitado. Las 18 casas. La iglesia. El ayuntamiento. La escuela.
El suelo es propiedad p¨²blica. Pero gran parte de ¨¦l se ha cedido al grupo Inter-Acci¨®n, creado por Rohmer en 1982. La iglesia la ha cedido el obispado y es el edificio que est¨¢ en mejor estado. La escuela y el ayuntamiento tambi¨¦n se han entregado al grupo para que jueguen con barro sin miedo a posteriores reclamaciones. "Nos quedan algunas casas con propietario que las abandon¨® hace m¨¢s de 15 a?os. Y vamos a reconstruirlas tambi¨¦n. Y si vuelven y se las quieren quedar para ocuparlas, de ellos son y nos alegrar¨¢ que las disfruten", explica Rohmer. De todas formas el grupo va a asentar aqu¨ª su base de operaciones. ?ste es el segundo pueblo al que le meten mano. El a?o pasado trabajaron en Cladue?a, aldea de ocho habitantes. All¨ª hicieron una b¨®veda c¨²bica y una barbacoa solar.
El gran centro de investigaci¨®n del adobe quedar¨¢ ubicado en Navapalos. Y los cursos te¨®ricos y pr¨¢cticos se impartir¨¢n aqu¨ª. Hoy se trabaja sin electricidad, con poca agua que trae un cami¨®n cisterna y sin tel¨¦fono que les acerque a los pueblos vecinos. De cuando en cuando aparece el cartero, ¨²nico servicio p¨²blico que se recibe, con cartas de algunos voluntarios que pasaron por aqu¨ª para poner su paletada de barro en el pueblo.
El Banco Exterior de Espa?a les dio 700.000 pesetas (bajo el mandato de Fern¨¢ndez ord¨®?ez), pero esperan que el nuevo jefe, Boyer, no sea menos generoso. Con ese dinero se pagan los gastos de manutenci¨®n del equipo, el salario del cocinero (un licenciado en filosof¨ªa en paro) y a un par de alba?iles que siempre son necesarios.
El verano pasa r¨¢pido. Viven en tiendas de campa?a y a medida que las casas est¨¦n en condiciones desaparecer¨¢n las tiendas y se meter¨¢n bajo techo. "La experiencia es interesante", dice Sergio Blardony, de 20 a?os, estudiante de cuarto curso de guitarra, "ya llevo dos meses trabajando como alba?il, mezclando tierra, agua, arena y, algo de paja para hacer los adobes. Hago unos 200 adobes al d¨ªa, de sol a sol".
Para Patricia Cervantes, de 27 a?os, llegada de M¨¦xico y de paso para su doctorado en arquitectura, en Viena, "conviene que un arquitecto que est¨¢ interesado en programas de construcci¨®n barata viva esta experiencia, tanto profesional como humanamente". A su lado, Antonio Garc¨ªa Delgado, de 36 a?os, de Mallorca, dice que incluso a ¨¦l, siendo ingeniero de montes, le apasiona el experimento: "He estado tres a?os en Chile y esto tiene un valor excepcional desde un punto de vista t¨¦cnico. En Chile se mezcla el barro con madera y bamb¨² para que tenga propiedades contra los movimientos s¨ªsmicos".
Andr¨¦s Chamorro es maestro de obras. Vive en Burgo de Osma. Tiene 34 a?os: "Ya me ve, tirando de la carretilla como uno m¨¢s, aqu¨ª todos somos iguales, todos queremos lo mismo, que este pueblo, que ahora no es nada, sea un buen ejemplo de algo".
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