La serie del pecado
Para vengarse de los que llevan a?os acus¨¢ndole de vulgarizador almibarado y de hombre corto de ideas, el cineasta franc¨¦s Claude Lelouch concibi¨® y prepar¨® a lo largo de casi media d¨¦cada un aparatoso fresco hist¨®rico de seis horas de metraje, cuatro pa¨ªses, dos guerras (contando como tal a mayo de 1968) y un reparto de miles de personas entre estrellas y figurantes.Seg¨²n el m¨®dulo que tanto prolifera en Espa?a y fuera de ella, Los unos y los otros se estren¨® primero en los cines, hace de esto tres a?os, en un formato reducido de casi tres horas, y ahora, en la noche del viernes, se emite en los seis cap¨ªtulos que componen su versi¨®n completa.
Lelouch no distingue entre trabajos para el cine y la televisi¨®n; "una imagen es una imagen", contest¨® a quien le preguntaba, a prop¨®sito de esta obra, por los v¨ªnculos o diferencias entre los dos medios. Sin embargo, lo que en la gran pantalla quedaba, por excesivamente sincopado, burdo y seco, aqu¨ª, vista la dimensi¨®n y el tempo del primer cap¨ªtulo emitido por TVE, cobra sentido l¨ªrico y un vuelo ¨¦pico nuevos en la carrera de este director.
Lelouch obtuvo un gran renombre con su pel¨ªcula Un hombre y una mujer, que era una especie de revista ilustrada para corazones solitarios y dem¨¢s seres dados a la lluvia y los atardeceres. Arrastr¨® ese pecado -los cr¨ªticos y otras personas a¨²n m¨¢s serias le crucificaron por la blandura de su historia de amor- y siempre desde entonces ha querido lavar esa mancha sentimental de su carrera haciendo pel¨ªculas unas veces sobre la guerra de Vietnam, otras sobre el mundo de la aventura ex¨®tica y pol¨ªtica. Los unos y los otros le redime definitivamente.
Por supuesto que a¨²n hay oropel y efectismos; el lelouchismo imprime car¨¢cter y ni siquiera el genitor puede prescindir de golpe de los patrones de un estilo ilustrativo. Pero una cosa llama la atenci¨®n y tiene fuerza, vista en la peque?a pantalla: la idea de la m¨²sica como dispositivo dram¨¢tico que atraviesa el tiempo en los espacios y emparenta a las parejas formadas en las distintas capitales.
La emoci¨®n y la risa
Lelouch es rotundo a la hora de marcar sus preferencias como realizador: "Si yo fuese m¨¢s riguroso, s¨®lo me prohibir¨ªa filmar lo que no est¨¢ al servicio de la emoci¨®n y la risa". Dichos de perogrullo que, sin embargo, indican una cierta esencialidad de contenidos y modos narrativos; la m¨²sica, arte esencial y abstracto, capaz de contener totalmente y guiar a sus dem¨¢s hermanas de la imagen o la palabra, se convierte en Los unos y los otros en un soporte que compensa y salva all¨ª donde Lelouch se permite un subrayado de m¨¢s o un patetismo falaz. Est¨¢, adem¨¢s, la mera duraci¨®n. Como explic¨® Susan Sontag en un bello art¨ªculo a prop¨®sito del Berlin Alexanderplatz televisivo de Fassbinder (?a qu¨¦ espera TVE para emitirlo?), el metraje sin l¨ªmites que la televisi¨®n permite frente a los r¨ªgidos est¨¢ndares de la exhibici¨®n cinematogr¨¢fica es una garant¨ªa de ampliaci¨®n y experimento con la noci¨®n de tiempo narrativo.
Pensada en su totalidad como una sinfon¨ªa-r¨ªo, Los unos y los otros puede alcanzar en los televisores a lo largo de sus seis episodios de una hora el curso moroso y tenso de las grandes ¨®peras rom¨¢nticas.
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