Nacidos para morir en el siglo de las computadoras
El ¨ªndice general cedi¨® ayer 10 nuevas cent¨¦simas, profundizando la ruptura de la hist¨®rica cota 109. Los expertos aguardan, por consiguiente, que contin¨²e el descenso hasta la siguiente barrera, al nivel 105. El aumento del volumen de contrataci¨®n (el jueves se negociaron acciones por valor de 1.229,9 millones de pesetas efectivas) supone una cierta esperanza para los analistas fundamentales, aunque ese hecho no tranquilice demasiado a los t¨¦cnicos.Las salidas de inversores extranjeros est¨¢n siendo dosificadas h¨¢bilmente por las entidades de cr¨¦dito, pero el clima que fomentan no es muy optimista y no impulsa a que las instituciones se arriesguen a navegar contra corriente. Sin embargo, los datos economicos no son malos, incluso son buenos los niveles de rentabilidad que ofrecen los valores m¨¢s representativos. Pero, por ahora, nadie quiere ser el primero en apostar claramente por la bolsa, ante el temor de afrontar ese reto en solitario.
La presente situaci¨®n ofrece innumerables peligros, ya que las noticias positivas pasan totalmente desapercibidas y, por el contrario, es previsible que Cualquier rumor o dato de signo negativo afecte al mercado bajo su l¨ªnea de flotaci¨®n. Tampoco hay que olvidar que, de una manera u otra, el pa¨ªs comienza a vivir un clima preelectoral, al menos desde un punto de vista puramente psicol¨®gico.
As¨ª, proliferan rumores sobre la posibilidad de que los pagar¨¦s del Tesoro, que est¨¢n recibiendo la mayor parte del ahorro a pesar del descenso de sus retribuciones, sean convertidos en deuda perpetua o a tres a?os, lo que parece muy poco probable. El mar de fondo de estos rumores parece residir en el inicio de un nuevo pulso entre banca y autoridad monetaria, y con el objetivo ¨²ltimo de alarmar a los ahorradores.
Tambi¨¦n ejerce su infuencia, no muy constructiva, el planteamiento b¨¢sico de los Presupuestos del Estado, que con el sustancial recorte de los gastos reales configura una filosof¨ªa de contenci¨®n que nunca favorece a la inversi¨®n; lo mismo sucede con el olvido de los beneficios fiscales para las colocaciones en capital de riesgo, al menos por lo que se sabe hasta ahora.
Pero el factor m¨¢s influyente en estos momentos es el comportamiento de los inversores extranjeros. A este respecto, los analistas esparaban con impaciencia el flash del Departamento de Comercio sobre la evoluci¨®n del producto nacional bruto de Estados Unidos en el tercer trimestre. Los expertos consideraban que un incremento situado entre el 3% y el 3,5% supondr¨ªa una garantia de continuidad de la pol¨ªtica monetaria seguida hasta ahora por la Reserva Federal.
Un crecimiento menor pondr¨ªa en peligro las previsiones para el conjunto del a?o y, l¨®gicamente, impulsar¨ªa a Paul Volcker a adoptar unas medidas m¨¢s, acomodaticias. El caso es que la previsi¨®n se ha situado en el 2,8%, ligeramente por debajo de lo esperado, y nuevamente se abren las interrogantes sobre un descenso de los tipos de inter¨¦s norteamericanos. Esta posibilidad influir¨ªa negativamente en el d¨®lar y, por consiguiente, contendr¨ªa algunas realizaciones extranjeras en Madrid.
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